Monte Nemrut es una montaña de 2150 m de altitud y se encuentra a 40 km al norte de Kahta, cerca de Adıyaman del sureste de Turquía. Conocida por las estatuas pertenecientes a una tumba del rey Antíoco.
En el año 62 a.C., el rey Antíoco ordenó cercenar su cumbre y crear una inmensa terraza para forjar su santuario y túmulo funerario. Allá en lo alto, cerca de los dioses y tan alejado del mundo terrenal como le era posible. Sus delirios de grandeza y/o su genialidad política le hicieron auto proclamarse un dios entre los vivos, creando un nuevo culto religioso e impulsándole a erigir estos gigantes de piedra que simbolizaban a él mismo entre los propios dioses.
Mandó construir un túmulo funerario en la cima de la montaña flanqueado por enormes estatuas (8-9 metros de altura) de sí mismo, dos leones, dos águilas y diferentes dioses armenios, griegos y persas, como Hércules, Zeus-Oromasdes (asociado al dios persa Ahura Mazda), Tique y Apolo-Mitra. Estas estatuas se encontraban sentadas y con los nombres de cada dios inscritos en ellas
Justo en el centro del complejo se emplazaría a posteriori su propia tumba, que habría de ser recubierta por piedras del tamaño de un puño, millones de rocas que conforman a día de hoy un túmulo de forma cónica con 50 metros de altura y 150 de diámetro, coronando la montaña y ocultando supuestamente el mausoleo en su interior. A simple vista, desde lejos, podría parecer la cima de una montaña más, hasta que al acercarte compruebas su forma demasiado perfecta, diseñada y levantada por la mano del hombre.
Los "Tronos de los Dioses", como el propio rey Antíoco los denominó, estarían basados en unos cimientos que jamás serían derribados, según también sus propias palabras. Las estatuas se repartían en dos terrazas diferenciadas, una al lado este y otra al oeste del propio túmulo funerario.
Originariamente, sentadas en sus tronos, alcanzaban los ocho o nueve metros de altura; como acaba de mencionar pero desgraciadamente muchos terremotos y la naturaleza terminó por arrojar las cabezas de los dioses al suelo. Allí esparcidas son observadas más fácilmente aunque sin perder por un instante la magnificencia y el poder sobrecogedor, casi intimidatorio, de aquellas cabezas de piedra de entre dos y tres metros de altura.
Bibliografía : http://www.historiadelascivilizaciones.com.
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