Amalia de Llano y Dotres, condesa de Vilches, obra de Federico de Madrazo y Kuntz del año 1853 y con unas dimensiones de 126 x 89 cm. Actualmente se encuentra en la Sala 062B en el Museo del Prado en Madrid _ España.
Hijo del influyente pintor neoclásico José de Madrazo (fue un personaje importante en la cultura artística de su época, llegando a dirigir el Prado durante 21 años, hasta su muerte), Federico de Madrazo y Kuntz nació en Roma en el año 1815, donde su padre servía al rey Carlos IV en el exilio. Fue bautizado en la basílica de San Pedro del Vaticano y apadrinado por el príncipe Federico de Sajonia.
Federico Madrazo en 1875 retratado por su hijo Raimundo Madrazo, |
Obra cumbre de la retratística romántica española y el más atractivo de los retratos femeninos de su autor, es, sin duda, la obra más emblemática de las colecciones del siglo XIX del Museo del Prado.
Amalia de Llano y Dotres (1821-1874) contaba con treinta y dos años cuando Madrazo la retrató. una escritora muy destacada en la vida cultural del Madrid del siglo XIX que participó y organizó salones literarios muy frecuentados por las figuras intelectuales de su época. Amiga personal de Madrazo, su relación culta y familiar queda de relieve en un retrato que combina la aristocracia de la modelo con la simpatía de su pose.
Madrazo era exponente de la corriente más clasicista de la pintura decimonónica. Estudió en París y allí recibió el influjo de Ingres, que se rastrea en cada rasgo del cuadro: la pureza de la línea, las carnes blancas y el detalle de los ropajes. A estos rasgos aprendidos en el taller de Ingres, Madrazo añade una delicadeza en el tratamiento del tema y el manejo de colores, luz y texturas, que hace fácilmente reconocible su obra.
Doña Amalia será el prototipo de mujer que encandiló a la sociedad española decimonónica: alta y esbelta, de cutis pálido y mirada dulce pero que impone ciertas distancias como perfectamente se muestra en el retrato, al que Antonio de Marichalar llegó a calificar de "nuestra Gioconda del siglo XIX" debido a su intensa mirada fija en el espectador con coquetería y su media sonrisa.
Casó el 12/10/1839 con Gonzalo José de Vilches y Parga (1808 - 1879), que sería I conde de Vilchesdesde 1848, del que el Prado conserva dos retratos). Destacada defensora de la causa monárquica desde la caída de Isabel II. Amalia llegó a publicar las novelas Berta y Lidia.
Federico Madrazo razo alcanza en esta efigie la conjunción perfecta de todos los recursos plásticos alcanzados en su producción madura, alcanzando en esta ocasión su refinamiento más esmerado, al servicio de una de las mujeres más hermosas y encantadoras del Madrid isabelino. Interpreta el retrato con un marcado aire francés, muy adecuado a la elegancia de la modelo, aprendido durante su formación en París junto a Ingres.
La pose de la dama consigue transmitir una sensualidad bien ajena a la tradición española. La pose coqueta de la modelo es, sin embrago, estudiadamente informal, lo que sirve al artista para conceder a la obra un grácil movimiento. La iluminación empleada por Madrazo hace que la blancura de las carnaciones femeninas destaquen contra la acusada oscuridad del fondo, a la vez que acentúa la sensación cromática.
La sutileza de ciertos gestos de la modelo, como la delicadeza con que sostiene el abanico, el contacto casi imperceptible de sus dedos con el óvalo facial o la dulcísima sonrisa, replicada por su seductora mirada, suponen el culmen de los aciertos de este soberbio retrato.
Federico de Madrazo y Kuntz muere en Madrid, 10 de junio de 1894.