viernes, 28 de febrero de 2020

"Vendiendo melones" obra de Joaquin Sorolla



"Vendiendo melones" obra de Joaquin Sorolla y Bastida del año 1890 y con unas dimensiones 52,2 x 78,6 cm. Actualmente se en cuentra en la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en Málaga _ España. 


Vendiendo melones está fechado en el año crucial en que Sorolla abandona Italia y, tras una brevísima estancia en Valencia, se instala en Madrid e inicia una carrera profesional que le llevaría a alcanzar grandes éxitos internacionales. El tema de la obra se puede relacionar con los trabajos realizados por Sorolla durante su estancia en Asís, entre septiembre de 1888 y junio de 1889. 


En esta época, ya casado y terminada la beca de la Diputación de Valencia, Sorolla se dedica a pintar escenas de fácil venta. Son, por lo general, pequeñas acuarelas de tema costumbrista y anecdótico, que comercializaba Francisco Jover, un marchante valenciano residente en Roma, y que Sorolla, a veces, amplió en óleos de mayor tamaño.


Obras como Costumbres valencianas (1890), El resbalón del monaguillo (1892) o El beso de la reliquia (1893), desarrollaron sobre lienzo aquellas peculiaridades temáticas. Estas obras están muy influidas por José Benlliure, que en esta época vivía también en Asís, y quien, a su vez, adaptaba al gusto de finales de siglo el estilo popularizado por Fortuny quince años antes.


Como es frecuente en este tipo de pinturas, Vendiendo melones se caracteriza por su calidad técnica y por su complejidad compositiva. Cada figura, cada elemento arquitectónico y cada objeto están descritos con tal minuciosidad que el conjunto parece ser más susceptible de ser leído que de ser observado. 


De hecho, la composición va más allá de lo enunciado por el título y presenta la síntesis de lo que supuestamente era la vida cotidiana en una alquería valenciana. La huerta y sus habitantes son explotados desde un punto de vista idealizado y anecdótico.


Bajo un emparrado que cubre las encaladas paredes del edificio se lleva a cabo la transacción que da nombre al lienzo. Pero al mismo tiempo la composición introduce una escena de labor femenina, una escena de solaz en la figura aislada tocando la guitarra, diferentes bodegones y naturalezas muertas, estudios de cerámica y artesanía popular valenciana, un estudio de animales, en la pequeña charca con patos del ángulo inferior izquierdo, e incluso un esquemático paisaje sugerido en el fondo de la composición, a través de las dobles puertas entreabiertas. 


Pero este variado cúmulo de temas secundarios, dentro de un solo tema, alcanza verosimilitud mediante al tratamiento extremadamente realista de las figuras. Cada una está descrita con la máxima minuciosidad y el heterogéneo grupo queda unificado por un suave y matizado tratamiento de las luces y las sombras.


En síntesis, el conjunto se desarrolla en una serie de planos temáticos, espaciales y lumínicos, tan diversa que acentúa el sentido narrativo de la pintura, al tiempo que permite poner de manifiesto la habilidad técnica que tanto valoraba la clientela de este tipo de obras. En conjunto el estilo difiere del que definió a Sorolla unos años más tarde en tres aspectos básicos: en la mayor complejidad compositiva, en la mayor minuciosidad técnica y en la utilización de una gama cromática más variada.







Bibliografía : https://www.carmenthyssenmalaga.org/


jueves, 27 de febrero de 2020

Laurie Lipton

La artista estadounidense Laurie Lipton nació en Nueva York en el año 1960. Desde el año 1986 vive y trabaja en Londres. Es conocida por sus tétricos dibujos y su trabajo en dibujo a lápiz. Comenzó a dibujar a los cuatro años. Se graduó en la Universidad Carnegie-Mellon de Pensilvania en Bellas Artes por el Grado en Dibujo (con honores), vivió en Holanda, Bélgica, Alemania y Francia. 


La felicidad de Lipton se reduce a crear un mundo de la nada, coger un papel en blanco y verter en él su universo, con un estilo que ella misma define como “una mezcla entre Bosch, Breugal, Goya, Van Eyck y Woody Allen”. 


Un peculiar cosmos donde la muerte suele estar presente. Los esqueletos son uno de sus personajes recurrentes pero tiende a intercambiar los papeles: muestra a los muertos en su forma humana y convierte a los vivos en huesos. Una especie de recordatorio. “Dibujo las cosas que me perturban en la vida y la muerte empezó a perturbarme a los 6 ó 7 años”, aclara.


“Fue un gran shock cuando murió mi madre. No sólo el hecho de su muerte, sino la forma en que las personas que me rodeaban trataban el tema.  Me di cuenta de que no tenemos palabras para la muerte en nuestra sociedad. Todo se centra en ser joven y en mantener a raya las arrugas, y en estar saludable y libre de olores”, se queja. 


La artista quedaría fascinada al descubrir como los mejicanos celebran el famoso Día de Muertos, en un ambiente festivo con música, cantos y bailes. “Sentí envidia por su forma de abordar la muerte”, diría. “Mi cultura huye de ella. Vivimos en la ilusión de tener todo el tiempo del mundo mientras nos sometemos a liftings y botox. Nos engañamos pensando que es algo que le sucede al resto, que sólo los perdedores mueren”.


A los cinco años padeció abusos sexuales que cambió toda su vida y su percepción de la vida. El suceso transformaría su visión de las cosas y la recluiría, conformando el dolor en blanco y negro que destilan sus dibujos. De esa indefensión con asépticos espectadores nacen algunas de sus obras más impactantes donde realiza una crítica a la generalizada anestesia emocional, como si la sobreestimulación de imágenes hubiese dado lugar a una sociedad que consume guerras, asesinatos y todo tipo de atrocidades sin inmutarse. 


En ocasiones existe el estremecimiento pero es breve y no impide que sigamos comiendo sin apartar la vista de la masacre. La pantalla nos protege de la turbación, ofreciendo un aire de irrealidad a la tragedia que se entremezcla con los cortes publicitarios.



“Vivimos a través de pantallas y existimos a través de pantallas. Socializamos a través de pantallas e interactuamos entre nosotros en soledad. Todas esas cosas a las que estamos enchufados nos desconectan de nosotros mismos, de nuestras emociones y de nuestro conocimiento”.




Laurie no rechaza la tecnología pero sí su mal uso. Internet le ha permitido llegar a muchísima más gente y admite que puede servir para denunciar injusticias. No obstante, reconoce que la continua monitorización de estados no es buena. Crea una ilusión de cercanía pero al final nos despersonaliza, manteniéndonos al margen los unos de los otros.


Los personajes que observan pero sin decidirse a actuar, ocultos tras una cortina o mirando de reojo, son una de las obsesiones de Lipton. Con su arte, Lipton busca remover conciencias. ¡Despertemos!, gritan muchas de sus obras. A Laurie le duelen las desigualdades, que la riqueza se acumule en unas pocas manos o que la democracia parezca, muchas veces, un teatro con el que apaciguar a las masas. Dibuja a los líderes convertidos en marionetas y plasma escenarios derruidos mientras los poderosos se frotan las manos. Como siempre recalca, dibujar es lo mejor que sabe hacer, y con su capacidad excepcional de sobrecogimiento, intenta hacer llegar el mensaje.






Bibliografía : https://www.eldiario.es

martes, 25 de febrero de 2020

La Capilla San Pedro y San pablo en Greenwich

La Capilla San Pedro y San pablo es del siglo XVlll y se encuentra en Greenwich, un distrito de Londres _ Inglaterra. Ubicado a orillas del río Támesis y conocido por su historia marítima. Alberga también el Cutty Sark, un barco restaurado del siglo XIX, el enorme Museo Marítimo Nacional y los edificios clásicos del Old Royal Naval College. 


La Capilla destaca por su color original turquesa digno de admirar y el enorme retablo de Benjamin West (1738-1820), el artista conocido como el "Raphael americano". La pintura representa la historia bíblica de San Pablo y su naufragio en Malta.


Esta maravilla y su excelente acústica, fue diseñada por el maestro John Papworth (1775 – 1847), de estilo neoclásico de cuadrados y octógonos. Los intrincados adornos centrales fueron tallados en lugar de fundidos en moldes. Está enlucida de color azul claro y crema siguiendo un esquema de color inspirado en diseños de Wedgewood (Josiah Wedgwood: 1730 -1795) fue un famoso alfarero y diseñador inglés en el siglo XVIII.


La arquitectura neoclásica es heredera de la arquitectura clásica, teorizada por el arquitecto antiguo Vitruvio en su tratado que definió la teoría de los tres órdenes (dórico, jónico y corintio). Vitruvio fue la gran referencia de los arquitectos para fundar la renovación de los recursos a las formas antiguas, desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta 1850.


Aunque en sus inicios en Francia en 1760, la arquitectura neoclásica pretendía haber recurrido a formas griegas más que a las italianas, intelectualmente, el neoclasicismo era un deseo de volver a la "pureza" percibida de las artes de Roma, a la percepción más vaga ("ideal") de las artes griegas antiguas y, en menor medida, al clasicismo renacentista del siglo XVI, que había sido también una fuente para la arquitectura barroca académica.


Inglaterra conoció la arquitectura de Andrea Palladio a principios de siglo XVII, la influencia de este estilo fue tan grande que dominó la arquitectura inglesa. Una arquitectura pintoresca que valora la combinación de la naturaleza con lo arquitectónico. 


Por último el Parque de Greenwich es sin duda uno de los parques más bonitos, antiguos y el más grande del sur de Londres, y forma parte de la región de Greenwich considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. El Parque de Greenwich es el parque real más antiguo de Londres, ya que data de 1433. Desde 1997, es Sitio del Patrimonio Mundial. Dentro del Parque se hallan un Observatorio Real y la línea de cambio internacional de fecha conocida como el Meridiano de Greenwich.











jueves, 20 de febrero de 2020

"Vendiendo melones" obra de Joaquin Sorolla y Bastida


"Vendiendo melones" obra de Joaquin Sorolla y Bastida del año 1890 y con unas dimensiones 52,2 x 78,6 cm. Actualmente se en cuentra en la Colección Carmen Thyssen-Bornemisza en Málaga _ España. 


Vendiendo melones está fechado en el año crucial en que Sorolla abandona Italia y, tras una brevísima estancia en Valencia, se instala en Madrid e inicia una carrera profesional que le llevaría a alcanzar grandes éxitos internacionales. El tema de la obra se puede relacionar con los trabajos realizados por Sorolla durante su estancia en Asís, entre septiembre de 1888 y junio de 1889. 


En esta época, ya casado y terminada la beca de la Diputación de Valencia, Sorolla se dedica a pintar escenas de fácil venta. Son, por lo general, pequeñas acuarelas de tema costumbrista y anecdótico, que comercializaba Francisco Jover, un marchante valenciano residente en Roma, y que Sorolla, a veces, amplió en óleos de mayor tamaño.


Obras como Costumbres valencianas (1890), El resbalón del monaguillo (1892) o El beso de la reliquia (1893), desarrollaron sobre lienzo aquellas peculiaridades temáticas. Estas obras están muy influidas por José Benlliure, que en esta época vivía también en Asís, y quien, a su vez, adaptaba al gusto de finales de siglo el estilo popularizado por Fortuny quince años antes.


Como es frecuente en este tipo de pinturas, Vendiendo melones se caracteriza por su calidad técnica y por su complejidad compositiva. Cada figura, cada elemento arquitectónico y cada objeto están descritos con tal minuciosidad que el conjunto parece ser más susceptible de ser leído que de ser observado. 


De hecho, la composición va más allá de lo enunciado por el título y presenta la síntesis de lo que supuestamente era la vida cotidiana en una alquería valenciana. La huerta y sus habitantes son explotados desde un punto de vista idealizado y anecdótico.



Bajo un emparrado que cubre las encaladas paredes del edificio se lleva a cabo la transacción que da nombre al lienzo. Pero al mismo tiempo la composición introduce una escena de labor femenina, una escena de solaz en la figura aislada tocando la guitarra, diferentes bodegones y naturalezas muertas, estudios de cerámica y artesanía popular valenciana, un estudio de animales, en la pequeña charca con patos del ángulo inferior izquierdo, e incluso un esquemático paisaje sugerido en el fondo de la composición, a través de las dobles puertas entreabiertas. 


Pero este variado cúmulo de temas secundarios, dentro de un solo tema, alcanza verosimilitud mediante al tratamiento extremadamente realista de las figuras. Cada una está descrita con la máxima minuciosidad y el heterogéneo grupo queda unificado por un suave y matizado tratamiento de las luces y las sombras.


En síntesis, el conjunto se desarrolla en una serie de planos temáticos, espaciales y lumínicos, tan diversa que acentúa el sentido narrativo de la pintura, al tiempo que permite poner de manifiesto la habilidad técnica que tanto valoraba la clientela de este tipo de obras. En conjunto el estilo difiere del que definió a Sorolla unos años más tarde en tres aspectos básicos: en la mayor complejidad compositiva, en la mayor minuciosidad técnica y en la utilización de una gama cromática más variada.






Bibliografía : https://www.carmenthyssenmalaga.org/


viernes, 7 de febrero de 2020

"El Globe Theatre de Shakespeare", obra de Gustav Klimt

"El Globe Theatre de Shakespeare", obra de Gustav Klimt, fue realizado entre los años 1886 a 1887. Se encuentra en el Teatro imperial de la corte llamado El Burgtheater en Viena _ Austria.


Este paseo de la mano de Klimt comienza con unos impresionantes frescos en el techo de ambas escalinatas junto con su hermano, Ernst Klimt, y Franz Matsch.

Los fantásticos paneles del cielo raso de la escalinata principal del Burgtheater del lado del Volksgarten.
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El teatro Hofburgtheater, inaugurado finalmente en octubre de 1888 después de un largo período de construcción.


En las decoraciones de interiores teatrales les llevará a recibir el encargo de la decoración de las escaleras del Burg Teather de Viena. El promotor del encargo sería el arquitecto Karl Freiherr von Hasenauer, firmando el contrato con el comité el 20 de octubre de 1886.Adolf von Willbrand, director del Burg Teather, exigió que en los diez lienzos que decorarían las dos escaleras del teatro se representara una historia mundial del teatro. 


El tema del ciclo de pinturas de la escalinata se divide en dos lados. El lado derecho representa la evolución del teatro y las tres dramaturgos clásicos, mientras que el lado izquierdo se centra en la música, el baile, las obras de misterio medievales y el teatro. 


Todas las escenas representan a los actores junto a su público. Siguiendo el estilo de la época, los artistas buscaron la precisión histórica. En la escalinata de la derecha, vemos "El altar de Dionisio", "Carro de Tespis" (ambas de Gustav Klimt), "Escena de teatro antiguo" (de Franz Matsch), "El Globe Theatre de Shakespeare" (de Gustav Klimt) y "Escena de Molière" (de Ernst Klimt).


En el Globe Theatre de Shakespeare, Kilmt nos lleva a la era dorada del teatro de Inglaterra Isabelina. Romeo se suicida y colapsa junto a Julieta, a quien supone muerta.

Los espectadores nobles, sentados a los lados del escenario, siguen la acción de cerca. Puede que la figura femenina sea la propia Reina Virgen.

El caballero de rostro apuesto con barba que lleva una lechuguilla en el cuello es de especial interés, ya que nos muestra el único autorretrato de Gustav Klimt. El joven con el jubón rojo que se encuentra detrás es su hermano Ernst, y el hombre elegante con un sombrero sin ala que se encuentra entre los dos hermanos artistas es Franz Matsch.





Los artistas solicitaron demorar este encargo hasta finalizar la decoración de las escaleras, solicitud que les fue concedida. Al ponerse manos a la obra tuvieron un arduo trabajo ya que en el contrato se especificaba que tenían que integrar en la composición a unos 250 personajes entre ellos los importantes de la Viena del momento. 


Klimt fue el encargado de pintar la sala y para ello realizó un buen número de bocetos y dibujos preparatorios, teniendo que acudir a su familia y amigos como modelos, aunque también recibió la visita de bellas mujeres de la ciudad que deseaban ser inmortalizadas en el cuadro.

Ernst Klimt

Entre las personas que retrató se encuentran Katherina Schratt -actriz habitual del teatro y amante del emperador Francisco José I-, el cirujano Theodor Billroth y el futuro alcalde Karl Lueger. El resultado es una obra de gran calidad, en la que se nos muestra el patio de butacas del teatro, rodeado de cuatro pisos de palcos en los que se situaba la alta nobleza imperial, ocupando el emperador y la corte uno de estos palcos

Franz Matsch.

Una lámpara en el centro del techo y diversos focos distribuidos en la segunda fila de palcos arrojan una tenue iluminación a la escena, creando de manera perfecta la sensación atmosférica de un interior. Las figuras son extraordinarias, adecuadas a su nivel social, vestidas con sus mejores galas, presentadas en elegantes actitudes. 


La perspectiva conseguida por el maestro resulta destacable pero lo más original es el tratamiento de la escena ya que Klimt sitúa a los espectadores en el papel de actores, confundiendo la realidad con la apariencia. El resultado es una obra de gran calidad por la que Klimt recibió en 1890 el Premio del Emperador, dotado con 400 florines.