Autorretrato de Mariano Fortuny Marsal del año 1858 y con unas dimensiones de 62,5 x 49,8 cm. Actualmente se encuentra en Museo Nacional de Arte de Cataluña _ MNAC, Barcelona _ España.
Nadie cosechará tanto éxito con los cuadros de gabinete como Mariano Fortuny i Marsal (1838-1874), no sólo en España sino también en París y Roma, alcanzando la fama y obteniendo una considerable fortuna que le permitirá tener varias casas abiertas en diferentes ciudades. Por desgracia, su temprana muerte no le facilitó el ocupar un puesto destacado entre los grandes maestros de la pintura española, que le corresponde sin ninguna duda.
Mariano nació en Reus en el seno de una modesta familia que tendrá tres hijos más. Su padre, también llamado Mariano, era propietario de un pequeño taller de carpintería mientras que su esposa, Teresa, se dedicaba a cuidar de la familia. La epidemia de cólera que asoló Cataluña en la década de 1840 le dejó huérfano de madre a los once años, siendo recogido - tras emigrar el padre a Barcelona - por su abuelo, llamado "Marianet de les Figures", hábil ebanista que poseía un teatrillo con el que se ganaba la vida por los pueblos de la comarca.
La relación entre abuelo y nieto fue muy estrecha, existiendo entre ambos una química especial. El abuelo se entusiasmó con los dibujos del pequeño, que ya había despuntado como un mal escolar, sintiendo Fortuny gran afición por el dibujo y la pintura. Marianet consideró que su nieto debía completar su formación artística - llevaba acudiendo a la Escuela de Dibujo de Reus desde los nueve años - por lo que le envió al taller de Domingo Soberano, quien le enseñó el manejo del óleo y la acuarela.
El 19 de marzo de 1858 llega a la Ciudad Eterna, siendo su primera impresión absolutamente negativa; escribirá que "Roma me ha producido el efecto de un vasto cementerio visitado por extranjeros". Acude habitualmente la Academia Giggi donde se dibuja del natural, coincidiendo con Eduardo Rosales y Dióscoro de la Puebla, animándose algo más. Los tres frecuentarán el Café Greco y visitarán las iglesias, palacios y museos romanos.
Fortuny sentirá una especial admiración por la pintura de Rafael, maravillándose con el Inocencio X de Velázquez. Pero también se interesa por las novedades como los macchiaioli florentinos - interesados por la pintura al aire libre rechazando temas académicos - o los paisajistas napolitanos.
Mariano trabaja infatigablemente, estudiando del natural, dibujando, elaborando acuarelas. Sus trabajos empiezan a ser considerados en el ambiente romano, vendiendo algunas obras con bastante facilidad, sin olvidar los trabajos que debe enviar periódicamente a la Diputación que le pensiona.
A pesar de su muerte a los treinta y seis años en Roma, su estilo y el virtuosismo técnico de su obra lo definen como un gran pintor que marcó indeleblemente a toda una generación de pintores europeos. Cultivó una figuración preciosista, atenta a los detalles y juegos de luces, plasmada con asombrosa precisión mediante un toque de pincel aparentemente libre y espontáneo.
Su corazón fue enterrado en Reus, su localidad natal, en la prioral de San Pedro. En Reus, asimismo, se dio su nombre al teatro principal de la ciudad (el Teatro Fortuny, aún existente), una plaza (la plaza del pintor Fortuny, más conocida como plaza del Condesito, personaje protagonista de una de las más populares acuarelas del maestro) y más tarde a una avenida.
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