Estimulados por el gran horror del saqueo del Roma de 1527, los florentinos se volvieron contra las normas de los Médici y establecieron un autogobierno en la República. Ésta heredó las alianzas de la anterior república.
Esto dejó a Florencia en el único poder en Italia que combatía los ejércitos españoles y del Sacro Imperio Romano. El 24 de octubre de 1529 las tropas imperiales llegaron a Florencia. La ciudad no estaba preparada para defenderse. El Papa Clemente VII y Carlos I de España (Carlos V) querían devolver el poder de la poderosa ciudad a su familia, los Médici. La ciudad entonces creó un comité llamado “Los Nueve de las Milicias” para trabajar en las fortificaciones. Y se nombró gobernador a Michelangelo Buonarroti.
Miguel Ángel lo organizó absolutamente todo dentro de la ciudad, quizá su gran error fue nombrar a Malatesta Baglioni como comandante del ejército de Florencia. Más tarde, el gran artista cuestionó su fidelidad. Estaba en lo cierto, Baglioni fue un traidor, entregó Perugia sin intento de batalla. Miguel Ángel intentó antes avisar al gobierno de la ciudad de que Baglioni no era honrado pero le fue en vano, entonces Miguel Ángel escapó, fue declarado bandido y se le confiscó su propiedad.
Cuando Florencia se rindió el 11 de agosto de 1530, a Miguel Ángel no había forma de encontrarlo por la ciudad. Parecía que se lo había tragado la tierra. Para quitarse de la circulación y no dejarse ver hasta que la situación se estabilizara, el polifacético artista se pasó dos meses escondido en una estancia secreta subterránea bajo la basílica de San Lorenzo, proyectada por él mismo para alojar las tumbas de la poderosa familia florentina.
Nada se supo de aquella escondida estancia hasta que en 1975 el entonces director del Museo de la Capilla de los Médici, Paolo del Poggetto, encontró una trampilla tras la cual había una escaleras que daban al escondite. No tardó en descubrir en las paredes decenas de dibujos en tiza y carboncillo que podían atribuírsele al propio Miguel Ángel. Entre ellos había un boceto de la estatua de mármol que embellece el sepulcro de Giuliano de Médici, un rostro barbudo inspirado en el Laocoonte de los Museos Vaticanos.
Desde que Del Poggetto hizo hace 42 años su descubrimiento, sólo un puñado de estudiosos han podido visitar la habitación secreta. Los «motivos de seguridad» que han impedido acceder a este espacio al público por fin van a ser superados: a partir de 2020 el escondite del maestro renacentista abrirá sus puertas.
La actual directora del Museo de la Capilla de los Médici, Monica Bietti, tiene claro a qué dedicó el tiempo de reclusión Miguel Ángel en aquel espacio oblongo: «Era un genio, ¿qué otra cosa iba a hacer aquí? Dibujar». Los bocetos que embellecen las paredes no parecen en cualquier caso ser todos obra de Buonarroti; unos cuantos podrían haber salido de la mano de alguno de sus colaboradores. No le quitan valor al peculiar escondite ni los expertos que no están seguros de la autoría de los dibujos, como William Wallace. Este profesor de la Universidad de Washington considera que la habitación podría haber servido de espacio de descanso para los artistas que trabajaron con Miguel Ángel en la capilla fúnebre de los Médici.
Bibliografía : https://www.lasprovincias.es
https://elgrafitohistorico.
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