viernes, 20 de marzo de 2020

George Frederic Watts

"El Minotauro" obra de George Frederic Watts (1817-1904) del año 1885 y con unas dimensiones de 117 x 93 cm. Actualmente se encuentra en Tate Britain en Londres _ Inglaterra.


Pintor un tanto sombrío y visionario, muy literario y extremadamente simbólico y alegórico, la de la segunda mitad del siglo XIX inglés. Pero no es solo el retrato del un tanto olvidado (aunque para nada falto de interés) pintor que fue Watts.


Watts, nos muestra donde aparece una melancólica imagen de la bestia con un pájaro muerto en una de sus manos (matar por puro placer), observando en lontananza desde uno de los miradores del laberinto el paisaje de Creta.

Este cuadro, a su vez, inspiraría el notable cuento “La Casa de Asterión”, del escritor argentino Jorge Luis Borges, donde aparece hablando en primera persona un ser –Asterión, es decir, el mismísimo Minotauro- que afirma ser único, hijo de una reina, y vivir en una casa fabulosa repleta de galerías de piedra que no tiene puertas cerradas ni cerraduras.


Estos trabajos formaron parte de una versión revisada de la "Casa de la Vida", influenciada por las ideas de Max Müller. Watts buscaba rastrear el desarrollo de la "mitología de las razas (del mundo)" en una gran síntesis de ideas espirituales y ciencia moderna, especialmente la evolución darwiniana.


La pintura simbolista fue una de las principales manifestaciones artísticas del simbolismo, un movimiento cultural surgido a finales del siglo XIX, fue un estilo de corte fantástico y onírico que surgió como reacción al naturalismo de la corriente realista e impresionista, frente a cuya objetividad y descripción detallada de la realidad opusieron la subjetividad y la plasmación de lo oculto y lo irracional; frente a la representación, la evocación o la sugerencia.


Así como en poesía el ritmo de las palabras servía para expresar un significado trascendente, en pintura se buscó la forma de que el color y la línea expresasen ideas. En este movimiento, todas las artes estaban relacionadas y así a menudo se comparaba la pintura de Redon con la poesía de Baudelaire o la música de Debussy.





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