jueves, 5 de marzo de 2020

Alexandre-Louis-Marie Charpentier

Alexandre-Louis-Marie Charpentier (1856–1909), fue pintor y escultor francés, medallista, artesano y ebanista, de origen humilde. La evolución de su carrera no fue nada fácil. Deseando aprender la escultura, el joven se vio en la obligación de aprender el grabado en medallas en la Escuela de Bellas Artes. Empieza, con 21 años, con un minúsculo medallón que representa el retrato de su madre.


Pero su primer golpe maestro, fue en el año 1883, con un imponente bajorrelieve "Joven madre amamantando", la figura está a tamaño natural. Sin embargo, es cuando la reduce y después la edita en varios tamaños cuando Charpentier regresa al arte medallista. Luego, a partir de 1893, aplicando este relieve a un mueble alacena, actúa como decorador, vía hacia la que parece verdaderamente.


Lo que une a la mayoría de las creaciones de Charpentier, desde la medalla hasta los grandes bajorrelieves, del objeto en metal o en cerámica al mueble de madera, es la práctica del relieve, en la que destaca notablemente.


Él mismo prefiere definirse como "bajorrelievista". Podemos afirmar que, junto al italiano Leonardo Bistolfi (1859-1933) y el norteamericano Augustus Saint-Gaudens (1848-1907), Alexandre Charpentier ha sido uno de los grandes creadores de bajorrelieves de finales de siglo. 




A priori, Charpentier no es hombre de obras únicas. Cuando sus creaciones son aisladas es porque son de carácter personal, o bien, demasiado costosas para duplicarlas. Así fue con la mayoría de sus muebles.


En este fin de siglo, la obra de arte había entrado, según Walter Benjamin, en la "época de su reproducibilidad técnica". Charpentier preconiza naturalmente la edición de sus creaciones, pero no en "un número infinito de ejemplares", sino "delimitando escrupulosamente la cifra". Entonces elije materiales y técnicas a buen precio para lograr un coste de producción y un precio de venta razonables.


Las creaciones de Charpentier en el ámbito del mobiliario y de la decoración han provocado diversas reacciones y son menos apreciadas que las de sus contemporáneos arquitectos o diseñadores. 


¿Qué se le reprocha? Básicamente la diversidad, seña de "una fantasía desenfrenada". ¿Pero se puede condenar a Charpentier por haber experimentado y haberse inspirado constantemente de diversas fuentes?
Reconozcamos al artista el mérito de haber puesto su "fantasía" al servicio de encargos muy particulares.


En efecto, varios de sus muebles son verdaderos desafíos. Los armarios y las estanterías del Armoire à quatuor, altos y profundos, permitían almacenar partituras y arcos que no merecen ser vistos. Los instrumentos, al contrario, están expuestos detrás de cristales. Este mueble único combina maravillosamente belleza y utilidad.


Charpentier renuncia a la marquetería, tan habitual en la época. Reflexiona sobre una manera de explotar, con un propósito decorativo, la obligación de hacer caer las bolas en los ángulos. Fue entonces cuando surgió la idea de recogerlas en drapeados de bailarinas, dado que el bronce era lo suficientemente sólido para resistir a su caída repetida.


Pero Charpentier no cae nunca en la vulgaridad o la ostentación. Entrega "menudas y gráciles cinceladuras", figuras femeninas de sensualidad discreta. Sus personajes tienen el mérito de la dignidad e incluso de la gravedad, lejos de las sonrisas atractivas de tantos bibelots Art Nouveau. Su encanto reside curiosamente en el hecho de que no manifiesten ninguna expresión, de no ser concentración y serenidad. Siempre en acción, incluso cuando están meditando o contemplando, desprenden presencia y energía contagiosa y son más que meros ornamentos.







Bibliografía : https://www.musee-orsay.fr/
















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