El escultor Bruno Catalano (Khouribga _1960) es conocido por sus esculturas viajeras. Es de alguna forma, un reflejo de su propia vida. Nacido en Marruecos, el artista y su familia se vieron obligados a exiliarse en Marsella a mediados de los años 70. Este gran cambio, que tuvo lugar cuando era un adolescente, dejó una impresión duradera y forjó su futuro. Después de probar diferentes profesiones, el artista finalmente decidió dedicarse a la escultura a la edad de 30 años.
Su carrera despuntó en 2005, cuando una escultura suya fue descubierta por un galerista parisino. A partir de ahí, la destreza técnica de Catalano se ha desarrollado junto con los intensos aspectos psicológicos que hay detrás de su arte. Verdaderamente lo que me fascina de los artistas contemporáneos es seguir sus trabajos y observar el desatollo de sus obras a lo largo de los años, Y Bruno Catalano es uno de ellos.
Las figuras de bronce del escultor Catalano estuvieron expuestas hasta noviembre del año 2019 en la laguna veneciana. Sus Viajeros son individuos fracturados y fragmentados, cada uno siguiendo su propio camino.
Fue con la colaboración de Ravagnan Gallery para la 58º Bienal de Venecia, cuando treinta de sus Viajeros más recientes forman un recorrido por la ciudad. Colocados en teatros, iglesias y palacios históricos, estas figuras “incompletas” están conectadas conceptualmente, pero sus viajes son únicos.
Sus Viajeros están llenos y a la vez vacíos; después de todo, les faltan partes fundamentales para estar completos. Por eso, están en constante búsqueda de las piezas que les faltan. En Venecia, las esculturas de Catalano han encontrado su lugar en sitios icónicos como el Teatro Goldoni, del siglo XVII, donde se integran y a la vez destacan de su entorno.
Culminando en un llamativo retablo en el interior de la iglesia de San Gallo, donde se encuentran figuras de bronce y terracota, su obra tiene un mensaje inquietante. Yuxtaponiendo la fragilidad de la terracota y la permanencia del bronce, Catalano nos dice una vez más que todo lo que parece sólido puede romperse en un instante.
“En mi trabajo, siempre busco el movimiento y la expresión de los sentimientos, salgo de la forma y les otorgo inercia para darles vida”, declara Catalano. “Viniendo de Marruecos, yo mismo cargué estas maletas llenas de recuerdos que represento con tanta frecuencia. No sólo contienen imágenes, sino también experiencias, deseos: mis raíces en movimiento”.
Bibliografía: https://mymodernmet.com/
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