lunes, 6 de julio de 2015

La Ermita de San Antonio de la Florida



Conocida popularmente como la “Capilla Sixtina de Madrid”, esta Ermita está situada en la Glorieta de San Antonio de la Florida, 5, y es conocida principalmente por los frescos de Goya que se encuentran en su interior y que fueron pintados a finales del Siglo XVIII.


La Ermita de San Antonio de la Florida

La ermita es un Monumento Nacional de estilo neoclásico, imitando a la arquitectura griega y romana. Muy querida por los madrileños, que solían visitarla en romería todos los años, el 13 de junio. Inicialmente dedicada a San Antonio de Padua, pero con el nombre de San Antonio de la Florida debido a la zona de Madrid en la que se ubicó.

En vez de una ermita se construyeron dos, una dedicada a ser museo y panteón a la muerte de Goya (1798), y otra, construida en 1928, que es una réplica que se ideó para el culto religioso, con la idea de preservar la primera del humo de las velas de las celebraciones religiosas y evitar que se estropearan las pinturas.


La cúpula de la Ermita de San Antonio de la Florida


El acceso a la Ermita se hace por una pequeña puerta situada en el lado izquierdo de la fachada (y que está bastante escondida). Una vez dentro, veremos los frescos de Goya que cubren cúpula, bóvedas, ábside y pechinas, y que son realmente espectaculares. En una sala aledaña hay un documental muy interesante (que parece que fue rodado en los 80) que habla sobre Goya, los frescos, la época y la historia que rodea la Ermita, hay que añadir que dentro reposan los huesos de Francisco de Goya, en una tumba en el suelo. Se hace extraño, parece casi mentira estar tan cerca del maestro de la pintura.


Tumba del gran genio Francisco de Goya y Lucientes


Goya se hizo famoso por ser un pintor de la corte, y sobre todo por su estilo innovador, ya que realizó técnicas y conceptos diferentes a las que se venían haciendo, y con ello creó escuela, cambió la manera de pintar. La disposición de los frescos la pensó de manera inversa a como se venía haciendo tradicionalmente: en las pechinas, triángulos bajo la cúpula, dispuso querubines y "ángelas" sujetando telas, en vez de situarlos en la parte más alta de la iglesia, como era lo habitual.


Espectacular interior de la ermita


Las telas representan a la capilla como si fuera un teatro, y como si las "ángelas" y querubines fueran ayudantes de teatro que descubren la escena a los visitantes, mostrando en la cúpula una representación del milagro del Santo. Los ángeles se sitúan por debajo de la gente pintada en la cúpula. Las "ángelas" representan mujeres hermosas de la época, con trajes estilo imperio. Todo esto se consideró un atrevimiento por parte del pintor y supuso un cierto escándalo en la época. 



Detalle de los ángeles de Goya 


En este nuevo estilo que propone Goya dentro de sus frescos, las figuras que dibuja pierden el contorno, no son tan estáticas, parecen estar en movimiento. Pintó los frescos en 4-5 meses durante el año 1798, con 52 años de edad. Ya era un pintor famoso, de cierto renombre, y tenía muchos encargos. Este fue el primer encargo después de quedarse sordo, y el sufrimiento que esta limitación le produjo se empieza a notar en su pintura, le cambió el carácter y la manera de pintar. Es sabido que años después realizó las pinturas negras -las de la Quinta del Sordo-, pinturas muy tenebrosas, desfiguradas, con rasgos poco marcados.


Detalle de la cúpula 


El conjunto mural que decora este pequeño santuario dedicado a San Antonio, además de ser una de las obras maestras del pintor, constituye un antes y un después en su carrera. En efecto, en él aparecen los elementos más típicamente goyescos utilizados hasta el momento en sus pinturas junto con los nuevos caminos que tomará su arte.


Obra de Goya a los 52 años de edad


Las figuras del difunto, los padres del santo y el propio San Antonio están distribuidas sobre una roca por la cúpula. Cerca del óculo se aprecia el paisaje, consiguiendo la ilusión de estar a cielo abierto. El pueblo de Madrid apoyado en la barandilla que recorre la base de la cúpula observa el milagro, consiguiendo un grandísimo realismo, tanto por la perspectiva como por la viveza con la que están representados los personajes.








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