"La Buenaventura", obra de Julio Romero de Torres, hacia 1922, con unas dimensiones 106 cm × 163 cm en el Museo Carmen Thyssen Málaga, Málaga _ España.
El año 1922 fue en el que obtuvo mayores triunfos, al realizar en la Galería Witcomb de Buenos Aires una exposición que le supuso un considerable éxito y en el que mucho tuvo que ver su amigo Valle-Inclán. La venta de todas las obras expuestas – salvo dos que se reservó por motivos personales –, los numerosos encargos que ejecuta durante los meses que residió en la capital argentina y los repetidos homenajes que culminan con su nombramiento como hijo predilecto de Córdoba, supondrán un espaldarazo definitivo para su consagración.
En ese año se data "La Buenaventura", que pudo pintar durante la estancia bonaerense, hipótesis que se establece por la permanencia de la obra en una colección argentina y no figurar en la exposición de 1922, aunque sí en otra de 1943 celebrada en la misma galería.
"La Buenaventura", obra de Julio Romero de Torres |
Sobre el alfeizar de una ventana, dos mujeres sentadas, de perfil y con similar protagonismo, simbolizan la dualidad tantas veces presente en obras de Julio Romero de Torres. A la derecha, una de ellas, con atuendo popular y las piernas recogidas hacia atrás, no parece que consiga –ni siquiera mostrándole el cinco de oros– atraer la atención de la otra joven que descansa sobre el propio alfeizar, mientras su gesto denota una manifiesta melancolía que trasluce una preocupación amorosa.
Detalle del cuadro "La Buenaventura" |
No es un buen augurio para la consultante que voltea su cara como no queriendo escuchar la respuesta a su demanda o consulta. Realmente la obra de Julio Romero es magnifica, precisamente porque verdaderamente capta el estado anímico de las personas. La muchacha esta totalmente pensativa, con su mirada perdida sonríe ligeramente, pero se nota que no esta contenta, ni alegre con el resultado de la lectura.
Detalle del cuadro de Julio Romero de Torres |
En comparativa con la imagen de la sibila o echadora de cartas, que la contempla con ojos un tanto maliciosos e inquisitivos, como queriendo advertir a la consultante lo que se le avecina. Son muchas las preguntas que nos deja Julio Romero, y aún menos las respuestas, dejándonos la puerta abierta para la interpretación del cuadro.
La echadora de cartas, obra de Romero de Torres |
Tras ellas, Córdoba, representada ahora por la casa y fuente de la Fuenseca, el Cristo de los Faroles y el palacio del Marqués de la Fuensanta del Valle, en cuya puerta aparece una mujer envuelta en un mantón rojo y recostada en el quicio, recurso compositivo que usará en varias ocasiones desde Mal de amores (Córdoba, Museo de Bellas Artes) hacia 1905. Alinea, como telón de fondo, los edificios y el monumento, sin importarle que en realidad se encuentran muy alejados entre si.
Biblografía recomendada: http://www.carmenthyssenmalaga.org/es/
www.lacajadepandra.wordpress.com
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