martes, 21 de abril de 2020

Leandro Erlich

Sigo al artista conceptual Leandro Erlich (Buenos Aires, 1973), desde hace tiempo, me fascina su forma de jugar con la realidad, sacarla de contexto y transformarla en algo mucho más divertido. Quizás la obra que mejor resume ese espíritu lúdico (no exento de reflexión social) sea su instalación «Bâtiment».


La obra reproduce fielmente sobre el suelo de una calle cualquiera la fachada de un edificio a tamaño real. A los sorprendidos paseantes se les invita a explorar toda la superficie, pudiendo sentarse, tumbarse en ella o incluso recorrerla caminando. 

Dalson House 2013

Hasta ahí todo normal, aunque se nos muestre una perspectiva poco habitual de las viviendas. Lo realmente mágico viene cuando uno mira hacia delante o hacia arriba. Un enorme espejo colocado con un ángulo de 45º refleja todo el edificio y podemos vernos trepando sin esfuerzo por él o colgados en las poses más surrealistas. De un plumazo y sin despeinarnos somos capaces de desafiar a la gravedad para hacernos el selfie más loco del año.


La sorprendente «Bâtiment» ha ido viajando a lo largo de los años a diferentes destinos: Linz, Donetsk, Londres, Paris… mimetizándose siempre con la arquitectura del país visitado. De los balcones en forja de París al estilo 100 % británico de la «Dalston House» londinense o a los toques chinos y coloniales de la «Casa Shikumen», lo cierto es que cada una de estas ilusiones ópticas siempre ha resultado todo un acontecimiento.





El padre de Erlich, un arquitecto de gran inventiva, le inculcó la pasión por los edificios y por imaginar cosas más allá de lo corriente. Algo que queda bien reflejado en «Pulled by the Roots» (Karlsruhe, 2015), donde una casa arrancada de su entorno nos muestra sus raíces orgánicas como prueba de su integración en un ambiente vivo. O en la fantástica «Maison Fond» (París, 2015), que se va derritiendo ante nuestros ojos a modo de metáfora del cambio climático.

Pulled by the Roots

Leandro Erlich busca siempre provocar emociones con sus llamativos trampantojos, ya sea retorciendo las escaleras mecánicas del centro comercial Le Bon Marché o bien escamoteando la punta del obelisco de Buenos Aires a los porteños. Todo un antídoto contra la indolencia.


Las instalaciones de Leandro Erlich cuestionan la visión de la realidad mediante simulaciones y efectos ópticos. Erlich manipula espacios y situaciones cotidianas para establecer una realidad paralela que entronca con la verdad única y objetiva.


A pesar de estar construidas como mecanismos de relojería, las obras de este artista exigen una primera aproximación sensorial, inmersiva, qué sólo después admite la reflexión conceptual o el análisis de los mecanismos que producen la extrañeza. 







Bibliografía : https://edukavital.blogspot.com/
                     https://www.museoreinasofia.es/


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