Giuseppina (Pinin) Brambilla Barcilon (1925- 2020) junto a Carlo Bertelli durante la restauración de " La última cena» de Leonardo da Vinci, una de las pinturas más famosas del mundo.
Era conocida en el mundo del arte por haber salvado «La última cena» de Leonardo da Vinci, Pinin (diminutivo de Giuseppina) fue una de las más importantes restauradoras del siglo XX, murió en Milán, a los 95 años.
Dedicó 21 años, desde el año 1978 y hasta 1999, a la restauración de la obra maestra que el genio del Renacimiento pintó entre 1495 y 1498. La enorme pintura mural, de 4,60 metros de altura y 8,80 metros de ancho, se conserva en su ubicación original: en la pared del antiguo convento dominico de la Iglesia de Santa Santa Maria delle Grazie, en Milán _ Italia.
«La última cena» sobrevivió milagrosamente al bombardeo de Milán en 1943. En esta obra, Leonardo abandonó el método tradicional utilizado en la época, la pintura al fresco. Pintó la escena, conocida también como «El cenáculo», al seco, con témpera y óleo, sobre una preparación de yeso. Desconocía Leonardo que debajo del Baptisterio pasaba un río que humedecía la pared y absorbía la pintura.
Cuando se hizo cargo de su restauración, Brambilla encontró una obra en pésimo estado, con un color desfigurado por restauraciones del pasado poco afortunadas. Para Pinin Brambilla fue el trabajo de una vida. Milímetro a milímetro, con disolventes y papel japonés, logró reconstruir el color original limpiando las impurezas acumuladas y las colas de restauraciones anteriores. Brambilla se sentía tan ligada a Leonardo que solía decir: «Después de tantos años, para mí es de la familia; nos tratamos de tú». Para contar su legendaria aventura, escribió el libro «Mi vida con Leonardo» (2015).
Brambilla restauró también algunas de las obras más importantes del arte italiano. Entre ellas, las pinturas de Giotto en la Capilla de los Scrovegni en Padua, los frescos de Masolino da Panicale en el Baptisterio de Castiglione Olona, los frescos medievales en Oleggio y los frescos del siglo XV en el Palazzo Borromeo en Milán. También restauró obras de Piero della Francesca, Mantegna, Caravaggio, Tiziano, Tiepolo, así como de numerosos artistas de arte moderno y contemporáneo.
Fue consultora para restauraciones en varios museos extranjeros, entre ellos el Louvre y el Museo Nacional de Arte de Cataluña. En 2005 fundó el Centro de Conservación y Restauración La Venaria Reale, referente para la formación universitaria de restauradores y para la investigación avanzada en el sector del patrimonio cultural. Este centro dio la noticia de su muerte, destacando que «su rigor y ejemplo seguirán siendo un punto de referencia para todo el mundo de la restauración».
Brambilla llegó a reconocer que en un primer momento estuvo a punto de arrojar la toalla, al no entender el estilo de da Vinci: "Cuando me acerqué por primera vez a la obra, me di cuenta de que no la entendía. Más tarde supe que ello ocurría porque no era Leonardo, sino una pintura con añadidos horrorosos del XVIII hasta el punto de que me parecía imposible la exaltación pública que provocaba. Me costó un mes llegar a este descubrimiento", confesaba.
En medio de aquellos trabajos, la milanesa remarcó que “la restauración perfecta no existe, pero lo que puede aproximársele más se da cuando alguien observa una obra y no aprecia ninguna intervención", reflexiona. Según Brambilla, el triunfo de una restauración consiste en lo contrario de lo que habitualmente se entiende: “Precisamente en que nadie se aperciba de nada”.
Bibliógrafa : https://www.naiz.eus
https://cenacolovinciano.org
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