La Santa Capilla, también denominada Capilla Real de la Île de la Cité, es un templo gótico situado en la Isla de la Cité, en el centro de la ciudad de París_ Francia. Conocidos por los vitrales más espectaculares del mundo que parecen caleidoscopios gigantes.
Se construyó a petición de Luis IX, quien deseaba construir en su propia residencia, el palacio de la Cité, un templo destinado a adorar las reliquias que había ido adquiriendo.
La tradición oral atribuye su autoría al arquitecto Pierre de Montreuil (1200-1266), que construyó en realidad dos capillas: la capilla baja, dedicada a la virgen y destinada al pueblo, y la capilla alta, que atrajo todas las miradas desde 1248.
Para llamarse “Santa”, ésta debía estar construida para albergar una reliquia. Tal es el caso de la sorprendente Sainte-Chapelle, mandada a edificar por el Rey Luis IX para alojar la Santa Corona de Espinas de Cristo, pero también otras 21 reliquias que el monarca fue adquiriendo. El objetivo diplomático de San Luis, que valga decirlo fue un rey muy piadoso, era convertir a París en una nueva capital cristiana, entrando en competencia con ciudades como Roma. Hoy no hay ninguna reliquia en este lugar.
Maestro del gótico radiante y principal arquitecto del reinado de san Luis. En París construyó ademas de La Santa Capilla, el refectorio y la capilla de la abadía de Saint-Germain-des-Près. Desde 1265 dirigió las obras de la catedral de Notre-Dame, terminando la fachada S y construyendo las capillas inmediatas y la Puerta Roja.
Gracias a las innovaciones del sistema constructivo gótico, prácticamente carece de soportes murales (paredes) existiendo en su lugar multitud de vanos que filtran la luz a través de las vidrieras policromadas.
Se superponen en ella dos capillas, la inferior para la gente común, y la superior para la corte del Rey, como era costumbre en las construcciones de los palacios reales de la Edad Media. En principio, no se podía acceder a la capilla alta más que por medio de las galerías superiores del palacio ya que no se contempló la construcción de una escalera exterior.
El techo, sostenido por infinidad de columnas soporta el peso de todo el edificio; la capilla baja se construyó por su utilidad funcional y arquitectónica ya que permitió aliviar al máximo la construcción de la capilla alta y soportar todo el peso de la misma.
Esta parte tiene planta de salón con tres naves; la del centro más grande; de detallada decoración policromada. La superior tiene una nave de 20 m de altura. Sobre cada pilastra se levanta la estatua de un apóstol. La esbeltez de las cortas columnas hace que la bóveda parezca más ligera.
Desde el punto de vista decorativo, se distinguen dos tipos de columnas en la Capilla Baja: las columnas azules decoradas con flores de lis, símbolo de la realeza francesa, y las columnas rojas decoradas con castillos de oro, símbolo de Castilla, por ser Luis IX hijo de Blanca de Castilla.
La superposición era de las dos capillas: una para la gente común en el nivel inferior como acabo de mencionar, y otra capilla superior en la que se guardaban las reliquias. A ella sólo tenían acceso el Rey y sus personas de confianza, y también el Colegio de Canónigos, responsable de los oficios; todos ellos podían entrar a través de un paso exterior unido al antiguo palacio; siendo la capilla del nivel inferior la usada como lugar de culto del resto del personal.
Detalle del pórtico superior
El rosetón trasero de la Sainte-Chapelle representa el Apocalipsis y fue renovado en 1490. En esa época, renovación quería decir moda, por tanto no se restauraba realmente lo que se había construido y en ese momento, la tendencia era el estilo gótico flamígero (es decir con forma de flamas o llamas de fuego) y no gótico radiante (por la forma de las líneas que salían desde el centro, formando rayos de luz) que seguramente vio o verá en la Catedral de Notre Dame.
Esta iglesia fue concebida como un enorme relicario de piedra y vidrio, que al mismo tiempo ejercería la función de capilla palaciega, ya que fue erigida en el interior del Palacio Real medieval. De este palacio el único resto todavía existente es la muy cercana Conserjería, que en siglos posteriores recibiría otros usos, entre ellos el de prisión real (de hecho fue la última morada de la reina María Antonieta antes de ser decapitada en 1793).
Sucesivamente los reyes de Francia se trasladarían al Louvre y posteriormente a Versalles, por lo que casi todo el complejo palaciego sería destruido y acabaría siendo sustituido por el Palacio de Justicia, que hoy rodea completamente la Santa Capilla.
Aunque el estilo arquitectónico es claramente diferente, la coincidencia de materiales confiere al conjunto la suficiente armonía, lo cual es una constante en la capital gala.
Mi admiración se acentúa al contemplar el grandioso trabajo realizado en vidrio, que cubre la mayor parte de la superficie construida en la capilla superior. Así, prácticamente los altísimos muros dan la impresión de haberse volatilizado. Por su parte, el visitante se siente como si estuviera en el interior de un gigantesco caleidoscopio.
Las vidrieras son la gran maravilla de este edificio. Recorren los muros de la capilla superior en todo su perímetro. Son 15 vidrieras originales del siglo XIII, perfectamente conservadas a pesar de haber pasado por numerosas revoluciones y guerras. Precisamente sobrevivieron a las dos guerras mundiales porque fueron desmontadas cuidadosamente y almacenadas en un lugar seguro tanto en 1914 como en 1939. En todo caso, debemos recordar que la capital francesa acabó saliendo incólume de ambas conflagraciones porque no fue bombardeada en ninguna de las dos. Pero eso no lo podían saber entonces.
Detalle del suelo de la capilla |
Bibliografía : https://lagartorojo.es
https://www.descubreparis.com
Fotografías:© El Poder del Arte.
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