viernes, 4 de noviembre de 2022

François Flameng (1856-1923) en su estudio en París

François Flameng (1856-1923) en su estudio en París, del año 1898, pintando el "Portrait of Mademoiselle". Entre los años 1895 a 1898, François Flameng participó en la decoración de la nueva sala Favart del teatro nacional de la Opéra-Comique de París, reconstruida tras el segundo incendio de 25 de mayo de 1887, en colaboración con Benjamin Constant, Henri Gervex, Albert Maignan y Luc-Olivier Merson. La sala se inauguró el 7 de diciembre de 1898.

Pintor francés nacido en París. Hijo del famoso grabador Leopold Flameng, de quien recibió su primera formación, fue alumno de Alexandre Cabanel, Pierre Hédouin y Jean-Paul Laurens en la Academia de Bellas Artes de París.





Pintor de temas históricos, retratos, escenas de género y paisajes, dibujante y grabador, expuso por primera vez en el Salón de París en 1873. En 1889 recibió el Gran Premio en la Exposición Universal. Muy apreciado por el público, realizó retratos de personajes importantes, incluyendo a Victor Hugo, Camille Desmoulins, y la reina Alexandra. Viajó a Italia con Jean-Léon Gérôme y Victor Clairin, y fue tutor del pintor Paul-Émile Bécat. Entre 1893 y 1902 realizó pinturas de la historia napoleónica más tradicional. Participó en la decoración de la nueva sala Favart de la Opera Cómica de París.



En los campos de batalla de la I Guerra Mundial, en el frente, hizo muchos bosquejos que se reanudarían con posterioridad. La fuerza expresiva de su arte estaba destinada a levantar el espíritu patriótico y la determinación de luchar contra un enemigo que era capaz de cometer sus fechorías en tierra francesa. Pero Flameng no ocultó en ningún momento las crueldades de la contienda, ni los muertos en las trincheras.



Los heridos, los paisajes y edificios devastados por los bombardeos y las llamas, etc. El impacto que causaron sus obras fue enorme, dado que a principios del siglo XX la gente no estaba tan acostumbrada a este tipo de escenas de horror. Pese al éxito, no todos lo apreciaron, y ciertos críticos ridiculizaron su obra por ser demasiado realista y no incluir el drama heroico. Echaban en falta la parte gloriosa que, según ellos, tenía la guerra, tal como las cargas de caballería con las banderas desplegadas o victoriosos asaltos a las líneas alemanas.




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