"Sócrates reprendiendo a Alcibíades en casa de una cortesana" obra de Germán Hernández Amores (1823-1894) del año 1857 y con unas dimensiones de 278 x 226 cm. Se encuentra en el Museo del Prado( No expuesto), en Madrid _ España.
Pintor murciano, inició sus estudios en la Sociedad Económica de Amigos del País, siendo discípulo de Santiago Baglieto, entro más tarde en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, siendo alumno de Federico de Madrazo. Para pagarse los estudios trabajó como ilustrador de libros hasta que, en 1849, la protección del ministro Luis González Bravo le permite trasladarse a París, donde asiste al taller del pintor Gleyre durante un año.
Allí asimila el estilo de David e Ingres, tal y como se aprecia en “Sócrates reprendiendo a Alcibíades en casa de una cortesana”. De regreso a Madrid, obtiene la pensión para la Academia de Roma, en la que permanece cuatro años. Fundamental en su evolución posterior será su contacto durante este período con los pintores alemanes conocidos como el grupo de los Nazarenos, quienes lo alejan del clasicismo de su obra anterior. A su regreso, en 1854, es nombrado profesor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Posteriormente pasa a la Escuela de Artes y Oficios como director. Desde 1858, lo encontramos participando en las Exposiciones Nacionales. Su concurrencia será constante hasta 1892, dos años antes de su muerte.
Cultivó el género histórico y el religioso, en los que extendió su interés al campo del Antiguo Testamento y la mitología clásica. Con todo, el campo religioso tuvo también en Hernández Amores un cultivador al modo tradicional, tal y como lo prueba el “Calvario” que pintó para la iglesia madrileña de San Francisco el Grande, en cuya capilla del Sepulcro se encuentra. La pintura histórica tuvo en él una extensión hacia la pintura de temas literarios, tan del gusto del Romanticismo.
La obra es la más importante entre las que el artista realizó en Roma donde estuvo con pensión extraordinaria entre 1853 y 1858. En él se manifiesta la dependencia del asunto respecto del motivo clásico de la Juventud o Hércules entre la Virtud y el Vicio, sustituyéndose la habitual alegoría femenina de aquélla por la figura de Sócrates, que pasa de sujetar el brazo de Alcibíades en el boceto a interpelarle con ademán más didascálico que admonitorio en el cuadro definitivo, en lo que expresa la autoridad moral de Sócrates sobre el licencioso joven, tal y como la describe Plutarco en su Alcibíades.
Su contención es patente en el equilibrio de la composición, el orden de planos paralelos al espectador, la corrección del dibujo y la suavidad, algo mortecina del colorido. La fidelidad casi arqueológica al pasado en tipos y detalles, que celebraron los críticos españoles, era un aspecto primordial en esta pintura, que se manifiesta aquí, ante todo, en los tipos.
También tratan de ser veraces los detalles del mobiliario y de la ornamentación. En este Eros de inspiración praxitélica que preside la estancia de la lujosa casa deriva de la iconografía del Apolo Lacchaeus, al que el pintor agrega el arco y la venda, amén de la inscripción epigráfica.
El interior no es el de una casa griega, sino más bien romana antigua, como las que el propio artista había podido ver en Pompeya, si bien los motivos de grecas y palmetas y el orden dórico del patio hacen también referencia, en un sentido amplio, al mundo helénico.
Bibliografía : https://www.murciaturistica.es
https://www.museodelprado.es
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