Situado, en las inmediaciones de Torres Bermejas y próximo al conjunto monumental de la Alhambra en Granada _ España, el edificio sede de la Fundación Rodríguez-Acosta es uno de los más bellos empeños arquitectónicos de su tiempo. Construido entre los años 1916 a 1930, su apuesta por lo moderno y la excelencia de las ideas, diseños y materiales empleados en su concepción y edificación le otorgan una vigencia duradera, reconocida en su declaración como monumento nacional en 1982.
Sucesivamente los arquitectos Modesto Cendoya, Teodoro Anasagasti, Ricardo Santacruz y José Felipe Jiménez Lacal, así como el escultor Pablo Loyzaga, el carmen lleva, tanto en su configuración general como en cada uno de sus pormenores, el sello personal de José María Rodríguez-Acosta, casí diría que es su biografía, conocimiento y el gusto del personal del pintor. Este edificio tan singular era su estudio y donde se inspiraba si no estaba en el extranjero.
El pronunciado desnivel del terreno en que se asienta dio origen a las terrazas y miradores que configuran sus jardines. Éstos, muy singulares en el contexto de los cármenes granadinos por su carácter monumental, despliegan un interesantísimo programa iconográfico en torno a los grandes temas del simbolismo: el amor, la muerte, la ruina, la locura, la vida contemplativa, etc.
El edificio principal fue concebido como un estudio de pintura y es resumen de los estilos europeos de entre guerras. El modernismo y el germen del racionalismo que nutren su sobriedad formal –e incluso cierta severidad–, entroncan con los presupuestos más avanzados de la Sezession vienesa. A la vez, en él se reinterpretan elegantemente los estilos del pasado con la incorporación de múltiples elementos de piedra y madera de diversa procedencia y antigüedad: columnas y capiteles hispanomusulmanes, portadas y fuentes renacentistas, fragmentos de construcciones barrocas, etc.
El pronunciado desnivel del terreno en que se asienta el Carmen de la Fundación, dio origen al conjunto de terrazas y miradores que jalonan en distintos niveles su jardín. En él se conjugan cierto romanticismo de tradición decimonónica con un interesante discurso iconográfico propio del simbolismo de principios del siglo XX. El Patio del Teatro o Teatrillo toma ese nombre del espacio escénico decorado con un juego de volúmenes art déco que ocupa uno de sus frentes. Según nos han explicado el teatro tiene diferentes aspectos y cambia constantemente con la luz solar.
Presidiendo este espacio se halla una escultura romana, la más antigua del jardín, que probablemente representa al dios Baco. Tras ella, una exedra de columnas parece estar inspirada en las de la Villa Adriana de Tívoli (Italia). Ese mismo aire clásico tienen las fuentes y los volúmenes de ciprés recortados con un sentido plenamente arquitectónico. Entre los cipreses del lado Sur encontramos una pila bautismal renacentista reutilizada como fuente.
Aunque situado en las inmediaciones de Torres Bermejas y muy próximo a la Alhambra, el Carmen no repite modelos de la arquitectura nazarí. Tan sólo algunos elementos decorativos, como las celosías de la terraza o patio central, recuerdan vagamente tipos hispanomusulmanes. La mayor parte del adorno está confiado a ejemplares históricos, de todas las épocas y estilos, recuperados de antiguos edificios demolidos y engastados en la nueva fábrica con libertad, en contraste con grandes paños de muro blancos y lisos.
Desde esta terraza es posible contemplar buena parte del jardín, así como una amplia panorámica de la ciudad de Granada y su Vega. Desde este patio se accede también, a través de un elegante arco de medio punto y la escalera de doble derrame, al interior del edificio.
Continuando con el lenguaje clasicista del jardín, en el lado Oeste se abre un gran arco de piedra que da entrada a un curioso espacio cubierto llamado Criptopórtico (Un criptopórtico, en la arquitectura de la antigua Roma, era una galería o corredor cubierto semisubterráneo destinado a la circulación o al almacenamiento que estaba integrado en un complejo construido más grande), circular y porticado, con fuente central, abierto por lado opuesto a un gran patio. Se genera así una curiosa perspectiva que revela el diseño rigurosamente axial con que está trazado el carmen.
La constante presencia del agua en el jardín tiene su máxima expresión en la alberca que centra este patio. Cuatro surtidores agitan sus aguas, de las que emerge una escultura de Venus saliendo del baño, reproducción moderna de un original neoclásico de Antonio Canova. Grandes macizos de topiaria de ciprés refuerzan el diseño arquitectónico del conjunto.
José María Rodríguez Acosta nació en Granada en el año 1878 - 1941). Su pintura, de una paleta restrictiva, que en las naturalezas muertas cobró su máxima expresividad. También se dedicó a los desnudos femeninos. En 1914 vuelve a Granada, e inicia la construcción de su "Carmen". Después de unos años sabáticos, en la década de los años 20, retoma la pintura con desnudos femeninos como protagonistas y naturalezas muertas.
Entre 1914 y 1930 abandonó prácticamente los pinceles para dedicarse a la planificación, construcción y decoración de su carmen granadino, que concibió como plasmación de unos ideales estéticos plenos de modernidad. En él albergó su biblioteca y diversas colecciones de objetos artísticos.
Hombres de espíritu abierto, de noble corazón, que aunque tengan sus normas particulares sean capaces de analizar sin rencor ni hostilidad las distintas sugestiones con alegría, con la fecunda alegría de querer ensanchar los conocimientos de este milagro que es la vida y que tenemos el gozoso deber de hacer cada vez más noble, más bella y más dichosa.
José María Rodríguez-Acosta.
Bibliografia : http://www.fundacionrodriguezacosta.com/
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