Detalle del "El Baptisterio de San Juan" su construcción se atribuye a Teodolinda, reina de los Lombardos (570-628). Se encuentra en la "Piazza del Duomo", al oeste de Santa María del Fiore en Florencia _ Italia.
El 4 de noviembre de 1966 la ciudad italiana sufrió la peor anegación de su historia, la más grande desde 1270. En menos de 12 horas, Florencia fue invadida por 80 millones de metros cúbicos de agua. El río ingresó en la ciudad arrasando todo: casas, negocios, monumentos. El agua llegó a los cinco metros de altura y dañó tesoros inestimables de la ciudad célebre por ser la culla del Rinascimento (la cuna del Renacimiento).
Obras como el Crucifijo, de Cimabue, en la basílica de Santa Croce, la Madalena, en madera, de Donatello, o la Última cena, de Vasari, expuesta otra vez en 2006, se convirtieron en símbolos de la inundación.
Las obras de arte dañadas fueron cifradas en al menos 1.500; y bajo el agua terminaron un millón de libros y 30 mil vehículos. Las personas desplazadas fueron 18.000, mientras que 4.000 que perdieron sus hogares.
Al principio nadie pareció darse cuenta de la magnitud de la inundación. El 4 noviembre era un día feriado se celebraba el fin de la Primera Guerra Mundial y la victoria de Italia contra Austria), por lo que todas las oficinas públicas estaban cerradas. En Roma no había un solo funcionario en servicio.
El primero en dar la alarma fue el alcalde de la ciudad, Piero Bargellini."¡Florentinos! Invito a todos a permanecer tranquilos y a reducir al mínimo la circulación, mientras pido a los que tengan botes y medios anfibios que los hagan llegar a Palazzo Vecchio, para los inmediatos socorros sanitarios, alimentarios y de rescate", solicitó por radio.
Los "ángeles del barro" fueron protagonistas de esos días, sobre todo, los miles de chicos y chicas que llegaron de todos los rincones de Italia y del mundo para colaborar en la salvación de las obras en peligro. Esos voluntarios, conocidos como "ángeles del barro", constituyeron una de las primeras manifestaciones espontáneas de jóvenes en el siglo XX.
Recordaban los ángeles del Barro "Llegamos a una ciudad en blanco y negro, completamente cubierta de barro. Era una escena increíble", recordó. "Dormíamos en las zonas en las que habíamos excavado con las palas durante el día, descansamos, también, debajo del porche de los Uffizi, con la bolsa de dormir".
Añadían, también, que en esos días en Florencia se oía hablar idiomas de todo el mundo.
Bibliografia : https://www.infobae.com
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