jueves, 28 de abril de 2016

"Muerte y Vida", Gustav Klimt

"Muerte y Vida", obra de Gustav Klimt, del año 1916 y con unas dimensiones de 2002 x 1805 cm, se encuentra en el Museo Leopold de Viena _ Asturia

Gracias a esta obra Klimt, fue galardonado con el premio de la Exposición Universal de Roma, de 1911. No pasó más de cinco años cuando murió el 6 de febrero de 1918, Previamente Klimt había sufrido un infarto que se le complicó con neumonía y gripe. En su taller quedaron inconclusos muchos de sus trabajos.


En esta espectacular composición podemos observar un grupo de personas amontonadas a la derecha. En ellas se ve el abrazo protector de una madre hacia su hijo en la parte alta y otro abrazo, en este caso de un hombre y una mujer, en la zona baja. Este último abrazo carece de connotaciones eróticas, se trata de un abrazo-consuelo y refugio.


Con la llegada del expresionismo, Klimt alteró sus rasgos estilísticos, sobre todo colores lisos y la expresión lineal y rítmica. El artista emplea de nuevo su caudal de motivos abstractos y decorativos para explorar el tema de la muerte y la decadencia, típico del expresionismo, con su interés por el sufrimiento humano. En lugar de la iconografía mística propia del simbolismo, Klimt recurre a una disposición más jovial , en la línea del nuevo grupo expresionista alemán Die Brüke (El Puente) y de las obras de Nietzsche.


Tras un amplio espacio vacío, ahí está la vida, amontonada, caótica, siempre en movimiento, con niños protegidos por el abrazo de las madres, hombres a sus mujeres… Un remolino de células, tejidos y figuras con los ojos cerrados para no ver lo inevitable. Una anciana penitente en el medio de este conglomerado, parece comprender resignada que la muerte es un lento proceso, tan lento que dura toda una vida.


Su estética inconfundible, y cierto aroma decadentista con que se suele identificar su obra, lo han convertido en un referente ineludible de la moda y la estética contemporáneas. sin embargo se consideraba una persona “poco interesante” y en apariencia su rutina era poco llamativa.


Al cabo ya del siglo XX, Gustav Klimt fue considerado como un artista ineludible en la escena vienésesa. Juntó las diferentes corrientes del arte moderno y realizó la síntesis entre el figurativo y lo ornamental, en un estilo hecho de colores planos que dió al contemplador, un efecto a la vez sensual y llamativo.




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