jueves, 21 de abril de 2016

La coronación de Napoleón", obra de Jacques-Louis David

"La coronación de Napoleón", obra de Jacques-Louis David, realizada entre 1805 y 1808, con unas dimensiones de 629 x 979 cm y se conserva en el Museo del Louvre de París _ Francia.

 

David comienza su realización el 21 de diciembre de 1805 en la antigua capilla del colegio de Cluny, cerca de la Sorbona, que le sirve de taller. Asistido por su alumno Georges Rouget, le da el último toque en noviembre de 1807. Del 7 de febrero al 21 de marzo de 1808, se expone la obra en el Salón de pintura anual; en 1810, se presenta al concurso de los premios decenales. El cuadro sigue siendo propiedad de David hasta 1819, año en que se cede a los museos reales.


Éstos lo almacenan en reserva hasta 1837. Se instala entonces en la sala de la Consagración del museo histórico del castillo de Versalles por orden del rey Luis-Felipe. En 1889, es enviado al museo del Louvre, y sustituido en Versalles por una réplica tardía autógrafa del pintor.


La escena se desarrolla el 2 de diciembre de 1804, en la catedral de Notre Dame de París. Napoleón se distancia aquí del protocolo de la monarquía de antiguo régimen y quiere romper con la herencia de la Casa de Borbón. Sin embargo, los distintos objetos recuerdan los símbolos reales: están presentes la corona y el cetro. 


El emperador es consagrado por la gracia de Dios, pero su coronación por mano propia simboliza su derecho a la corona por la voluntad del pueblo. En efecto, Napoleón nunca "arrebató" la corona de manos del Papa, según el mito inventado por Adolfo Thiers y repetido erróneamente desde entonces. Este gesto estaba previsto en los preparativos oficiales y había sido aprobado por el Papa.

Maria Letizia Ramolino, madre de Napoleón

La frase del propio emperador: "David, te rindo homenaje" es demostrativa de que la espera mereció la pena. El pintor no se limitó a recoger la ceremonia propiamente dicha, sino que nos ofrece en la obra un verdadero retrato de la Francia imperial, concebido dentro de los cánones de la pintura neoclásica, en el que se integran más de doscientos retratos individuales, aunque sea un objeto de pequeño tamaño (la corona que Napoleón se apresta a colocar sobre la cabeza de Josefina) el que ocupa el lugar central de la representación, hacia el que se dirige casi de manera automática nuestra mirada.


Una vez que nuestra vista se aparta de esa corona podemos reparar en el elenco de diversos grupos que nos ofrece David. Todo quedó recogido en este cuadro, bajo la atenta mirada del pintor. La Francia napoleónica que se apresta a iniciar las guerras de ampliación del nuevo imperio, lo que llevará a su final diez años más tarde, posa solemne en este cuadro. Aún hubo tiempo para la anécdota.

Luis Bonaparte

En esa tribuna que acabamos de describir, bajo el grupo que acompaña a David, figura en lugar preeminente María Letizia Ramolino, madre del emperador quien, en realidad, no asistió a la ceremonia. Pero, ¿cómo no iba a quedar representada en un cuadro consagrado por completo a narrar la gloria de su propio hijo? A veces el Arte miente. De nuevo, imita a la vida.

Hijo de Luis Bonaparte y de Hortensia de Beauharnais

David consiguió que posasen privadamente para él la Emperatriz Josefina y la hermana de Napoleón, Carolina Murat, a través de la intervención del anteriormente patrón de las artes, Mariscal Joaquín Murat, el cuñado del Emperador. Para el fondo, David hizo que el coro de Notre Dame como personajes extras. El Papa posó para la pintura, y de hecho bendijo a David. Napoléon acudió a ver al pintor, se quedó mirando fijamente el lienzo durante una hora y dijo «David, te rindo homenaje». David tuvo que rehacer varias partes de la pintura debido a varios caprichos de Napoleón, y por esta pintura, David recibió sólo 24.000 francos.

Jean-Jacques-Régis de Cambacérès
y
Louis-Alexandre Berthier

Jacques Louis David ejerció con su obra una magna influencia en la pintura europea de la época. Su escuela fue afamada y recibió pintores de todas las naciones entre los que hay que reseñar los españoles José de Madrazo y Juan Antonio Ribera.

Abrazó con convicción la nueva tendencia y llegó a convertirse en uno de los principales protagonistas del neoclasicismo europeo. Para David, el neoclasicismo fue el vehículo para oponerse a la frivolidad del rococó y superarla, y también para exaltar a través de la pintura unos ideales éticos, como la honestidad o el triunfo del sentido del deber, y ello hasta tal punto que en su obra el regreso a los ideales del clasicismo está al servicio de finalidades éticas, lo que resulta evidente en la mayoría de los temas elegidos.







Bibliografía: Jacques Louis David, La antigüedad como patria, Cosimiro 


2 comentarios:

  1. Hola, me gusto mucho tu publicación, me gustaría conocer los libros que consultaste para saber más.

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