jueves, 7 de abril de 2016

Ana Maria Dalí y Salvador



Mirando por la ventana, obra de Salvador Dalí, del año 1925 con unas dimensiones 105 cm × 74,5 cm, se encuentra en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Madrid _España


Representa a la hermana del artista, Ana María, a la edad de diecisiete años, asomada a la ventana, de espaldas, en la casa de vacaciones que la familia poseía en Cadaqués, a la orilla del mar. Dalí realiza un trabajo de gran uniformidad cromática y sencillez en la composición, donde la muchacha nos introduce en el paisaje que ella contempla.


La única hermana de Dalí, Ana María, fue como modelo incondicional hasta el punto de conocerse al menos doce obras en las que la podemos encontrar. Las relaciones entre ambos fueron, al menos en la primera etapa del pintor, excelentes, desde compañera de juegos infantiles y juveniles y colaboradora en algunos de sus trabajos hasta compenetrarse lo suficientemente como para compartir ideas e incluso muchas de sus excentricidades.


Una figura en una ventana, que el pintor llevaría a cabo de la forma más natural dentro de la vida cotidiana de aquel año de Cadaqués. Aunque se ha escrito muchísimo sobre ella, analizándola hasta la saciedad y vertiendo toda clase de juicios y comentarios siempre positivos, pienso que en general es excesivo este enorme clamor popular. Se trata de un retrato, original si se quiere por estar de espaldas, muy bello, sencillo de ejecución.

Sin embargo la imagen es muy conocid, hasta diría que familiar para muchísima gente y hace emerger un Dalí amable y sensato frente a lo que es casi toda su obra, la verdadera obra con categoría en la que, aquí sí, las obras maestras aparecen en abundancia.


Me quedé perplejo al ver que durante la Guerra Civil la suya y otras familias acomodadas de Figueras sufrieron la represión de la retaguardia republicana. Ana María fue detenida el 4 de diciembre de 1938 acusada falsamente de espionaje. Estuvo diecisiete días encarcelada en varias prisiones donde sufrió múltiples torturas y violaciones. Todo ello ocurría poco antes de que las tropas franquistas llegaran a la frontera francesa.

Sufrió una fuerte crisis nerviosa que le salvó la vida puesto que, a raíz de esta crisis, salió en libertad. Finalizada la guerra ingresó en la Hermandad de Excautivos, organización de ámbito nacional que exaltaba los valores de quienes habían sido encarcelados durante la guerra en territorio republicano. 


Por desgracia la adoración al hermano se tornó en aversión tras la ruptura familiar y el relevo por parte de Gala. A pesar de las posteriores reconciliaciones, Ana María nunca perdonó ni soportó a Gala, y cargó sobre ella toda la responsabilidad del “torcimiento” ético de su hermano. Esta acusación se hizo pública con la edición de su particular respuesta a The secret life (1942), el libro Salvador Dalí visto por su hermana (1949), que provocó un nuevo distanciamiento entre los hermanos. 


Musa, modelo, amiga, compañera, amante, esposa... Gala lo fue todo para Salvador Dalí. Tanto, que a partir de 1950 el artista la incluyó en su rúbrica. «Firmando mis obras como Gala-Dalí no hago más que dar nombre a una verdad existencial, porque no existiría sin mi gemela Gala».




Bibliografía : Ana María Dali y Salvador, libro de Antonina Rodrigo 
                       Editorial Base




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