"Madonna con el Niño y dos ángeles”, obra de Fra Filippo Lippi, entre 1460 - 1465, con unas dimensiones de 63,5 x 95 cm, temple sobre tabla, se encuentra en la Galleria degli Uffizi, Florencia _ Italia
Se trata de una de sus obras más conocidas y ha sido considerada como una de las expresiones más elevadas y líricas de su arte. Sin duda, es una composición tardía, un anticipo del tema que será ampliamente desarrollado por Botticelli, Pollaiolo y Leonardo: la tensión y la línea incisiva, la tipología de las caras y el reflejo de la melancolía expresada por las figuras.
Se ha dicho que este trabajo no representa únicamente a una madre con su hijo, sino sobre todo figuras abstraídas, absortas en la contemplación de sus pensamientos y sentimientos privados. El color crea una luz suave que juega con la sombra y destaca además el tratamiento de la transparencia de los velos. El delicado perfil de la Virgen María, sentada junto a la ventana, sobresale claramente contra el paisaje rocoso, mientras que dos ángeles sostienen al Niño Jesús, que se extiende hacia su madre que ora. El ángel en el primer plano se vuelve con una extraña sonrisa hacia el espectador, sonrisa que veremos repetida en las obras de Leonardo da Vinci.
Filippo Lippi, monje carmelita, no muy fiel a las obligaciones de la vida religiosa, se enamoró perdidamente de la monja Lucrezia Buti. Ella le correspondía y después de años de apasionado y “secreto” romance, ambos renunciaron a sus votos. Tuvieron dos hijos: una hija y un hijo, Filippino, destinado a convertirse en un célebre pintor que siguió los pasos de su padre. La popularidad de esta obra se deriva probablemente del hecho de que muchos piensan que la Virgen podría ser el retrato de Lucrezia Buti.
La Madonna representada de perfil, está rezando delante del niño sostenido por dos ángeles cuyos rostros parecen el de dos bribones o niños pequeños. Detrás de ellos un vasto paisaje inspirado en las pinturas flamencas. El peinado de María es muy elegante, adornado con perlas y velos.
La dulzura y elegancia con la que viene representada, así como la gracia de los velos y del peinado, supondrá un modelo de elegancia para muchos pintores como Botticelli. De hecho el autor del “Nacimiento de Venus” y “Primavera”, no fue sólo alumno de Filippo Lippi sino también amigo y colega del mismo.
El color en la pintura crea una delicada luz, y el juego de luz y sombras, sumado a las transparencias en algunas telas, genera la ilusión de movimiento. Prefiere adoptar un punto de vista cercano al espectador y más bien bajo. Incluso, en ocasiones, la arquitectura oculta parte de las figuras. El marco arquitectónico hace que el espectador se sienta dentro del cuadro.
Plasma con gran idealismo, la belleza formal de los personajes con una expresión muy dulce. Por último, cierra el ciclo de sus delicadas vírgenes con niño en las que supo siempre fundir la seriedad moral del arte de Masaccio con la inspiración religiosa de Fra Angelico, ofreciendo una visión propia de estos personajes sagrados llena de cordial afectividad, íntima ternura y perfección realista.
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