jueves, 1 de junio de 2023

El Museo Lázaro Galdiano

El museo fue fundado y abierto al público el 27 de enero de 1951 una vez que todos sus fondos habían sido inventariados por Emilio Camps Cazorla. Se cumplía así el deseo de su dueño, Don José Lázaro Galdiano, quien dispuso que, a su muerte, todas sus colecciones pasaran a manos del Estado para que estuvieran a disposición de investigadores y para que acercaran la cultura al pueblo, uno de los objetivos por los que siempre trabajó. El lugar no podía ser otro que su propia casa, el Palacio de “Parque Florido”. Su primer director, Don José Camón Aznar, quien, con la colaboración del arquitecto Fernando Chueca Goitia, se encargó de reformar el conjunto palaciego, creó un espacio ejemplar para la época. Quería mostrar las colecciones siguiendo una serie de criterios museográficos, históricos, cronológicos y estéticos.



Uno de los aspectos que más llama la atención a los visitantes del Museo Lázaro Galdiano es la decoración pictórica de sus techos, la decoración interior son motivos mitológicos en gran parte, son un reclamo más de la visita. Si bajamos un poco los ojos, encontraremos obras de grandes maestros de la pintura muy admirados por Lázaro Galdiano: El Bosco, Cranach, Madrazo, Velázquez, Ribera, Zurbarán, Murillo o El Greco. 

  
Techo Alegoría de la Música 


Si bien es cierto que todos estos artistas tienen su espacio de honor en el museo, hay uno por el que este mecenas sentía verdadera predilección, Francisco de Goya. Llegó a reunir ocho pinturas y otros dibujos, estampas e incluso cartas personales. En esta colección encontramos cuadros tan simbólicos como El Aquelarre o Las Brujas.



Su realización fue a Eugenio Lucas Villamil (1858-1918) a finales de 1905. Fue sin duda una decisión arriesgada porque el artista (buen imitador del estilo de su padre, Eugenio Lucas Velázquez (1817-1870), y notable autor de escenas de casacón) carecía de experiencia en este tipo de encargos y no estaba dotado, ni por técnica ni por formación, para semejante empeño de ilusionismo escenográfico.



El trabajo se llevó a cabo en tres años, de 1906 a 1908, a partir de bocetos supervisados por Lázaro y con la técnica denominada marouflage, es decir, mediante lienzos pintados al óleo y posteriormente fijados a los techos, donde recibían los últimos toques. la tarea de su “pintor de cámara” proporcionándole modelos para sus composiciones, grabados y fotografías que reproducían obras de su especial predilección. 




Así, por ejemplo, dos de los techos más significativos del palacio –el del antiguo Gabinete de Música (actual sala 8) y el del Gabinete de la Comedia (sala 10)– siguen la pauta compositiva de La apoteosis del Renacimiento (1890), fresco del pintor húngaro Mihály Munkácsy (1844-1900) en la escalera del Kunsthistorisches Museum de Viena: “el techo moderno que más me gusta de cuantos he visto”,
 en palabras del propio Lázaro.



Pero sin duda el techo de mayor complejidad iconográfica es el correspondiente al despacho-biblioteca del coleccionista (sala 14), “sancta sanctorum” de la mansión de Parque Florido, que constituye un auténtico retrato intelectual del dueño de la casa. Fue Ángel Moleón García quien, hace ya veinte años, dio con la fuente que sirvió de falsilla a Lucas Villamil para su ejecución: una pintura mural realizada con cartón de Wilhelm von Kaulbach (1805-1874) que decoró la gran escalera del Neues Museum de Berlín desde 1860 hasta su destrucción en la Segunda Guerra Mundial. Dicha pintura rendía tributo a La Era de la Reforma reuniendo no menos de ochenta personajes en torno a Martín Lutero y causó auténtica sensación en su momento.







El museo presta especial atención en Goya en la revista del mismo nombre fundada en 1954 por el historiador José Camón Aznar. Si hablamos de literatura, hablamos de otro estandarte de la colección Lázaro Galdiano. Una selecta colección de manuscritos que incluye incunables e impresos desde el siglo XVI al XVIII. También encontramos documentos de primer orden como El ceremonial de la Consagración y Coronación de los reyes y reinas de Aragón del S. XIV.




Más allá de la pintura y la biblioteca, quizá el aspecto más original de este museo son sus objetos de coleccionismo en miniatura, que comparten espacio con joyas, esculturas, tejidos, platería, mobiliario o cerámica. Desde la propia fundación lo definen como “una colección de colecciones”.




Bibliografía : https://museolazarogaldiano.blog

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