martes, 8 de marzo de 2022

La pintora francesa Marie-Guillemine Benoist, (1768–1826), de estilo neoclásico, aprendió de la mano de los grandes artistas de su tiempo y llegó a ser pintora de personalidades como Napoleón. su formación con Élisabeth Vigée Le Brun en 1781, pasando al taller de Jacques-Louis David en 1786, junto con su hermana Marie-Élisabeth Laville-Leroux.


Nació en el seno de una familia acomodada de la Francia pre-revolucionaria. Su padre, René Delaville-Leroulx, fue durante un tiempo, funcionario real. Desde pequeña, Marie-Guillemine demostró un destacado talento para la pintura, algo que su padre quiso potenciar.




En 1800, presentó en el Salón parisino una obra poco convencional. En retrato de una mujer desnuda, Marie-Guillermine inmortalizó a una antigua esclava, A pesar de que la Francia colonial había abolido la esclavitud seis años antes, la condición social de los negros no había mejorado sustancialmente. La de las mujeres tampoco Es muy probable que la pintora realizara esta obra con la intención de reivindicar la dignidad de todas ellas.




Marie-Guillermine siguió pintando retratos de personas ilustres como Teresa Cabarrús. Con el cambio de siglo, terminada la revolución, un Napoleón convertido en Primer Cónsul, le pidió que lo retratara a él y, posteriormente a sus sucesivas esposas.



Marie-Guillermine disfrutaba de su éxito como pintora de grandes personalidades. Además de recibir una medalla de oro del Salón y una pensión oficial, abrió su propio taller de pintura. Un éxito y una carrera prometedora que se truncó cuando su marido fue elevado a miembro del Consejo de Estado tras la Restauración Borbónica de 1814. Que un alto cargo del estado tuviera una esposa tan famosa, que pudiera hacer sombra a su marido era inconcebible. Marie-Guillermine fue invitada sutilmente a abandonar su carrera. Desde entonces y hasta el final de sus días, apenas pintó un puñado de cuadros. el 8 de octubre de 1826.



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