"El coloso" fue realizada entre los años 1808 a 1812, obra de Francisco de Goya (desde el año 2008 los expertos del Museo del Prado han asignado al pintor valenciano Asensio Juliá), y con unas dimensiones de 116 x 105 cm. Actualmente se encuentra en el Museo del Prado Madrid _ España.
Pasó a ser propiedad del hijo de Goya, Javier Goya. Posteriormente perteneció a Pedro Fernández Durán, quien legó su colección al Museo del Prado, y allí se conserva desde 1931. La técnica artística como método de conocimiento, a propósito de El Coloso de Goya, establece la relación en la obra de Goya entre la estampa conocida como El gigante, de la que se conserva una segunda prueba de estado en la Biblioteca Nacional de Madrid, y la pintura conocida como El coloso en estos términos: «el gigante, pasó de la lucha / defensa, orgulloso y erguido, a la melancolía, sentado, reflejando el ánimo de muchos españoles, un sentimiento colectivo del que su creador participaba».
Si para la pintura se dan las fechas entre 1808 (fecha del comienzo de la Guerra de la Independencia) ( y 1812 fecha en la aparece en el reparto de bienes entre Goya y su hijo Javier), para la estampa se da una fecha posterior al final de la guerra, en relación con la técnica y los materiales empleados en la estampación de la serie de Los desastres de la guerra.
La supuesta inclusión del cuadro en el Inventario de 1812, determinaba, además, el que se fechara oportunamente antes de 1812, lo que facilitaba el vínculo con la guerra contra Napoleón, elevándolo definitivamente a esa categoría especial en la obra de Goya que forman las estampas de los Desastres de la guerra y, sobre todo, los lienzos monumentales del Dos y del Tres de mayo en Madrid.
En el lienzo se puede ver un cuerpo gigantesco, cuya cabeza toca las nubes y a cuyos pies vemos multitud de gentes que huyen a la desbandada, sorprendidas en su fiesta campestre por una manada de toros, desmandada sin duda.
Su valor mitológico, su incomprensibilidad misma y la atmósfera dramática que respira, unido a sus bellísimos valores pictóricos, la hacen apta para causar un profundo impacto en la mente de los hombres. Coincide también con la esencia del espíritu goyesco, con esa mezcla íntima de realismo y fantasía que distingue al gran maestro hispano.
Para terminar y ser breve en El Coloso nada está pintado directamente sobre la preparación del lienzo, como resulta de la observación de la superficie y también del análisis de los materiales empleados, a través de las muestras obtenidas. Goya, sin embargo, utilizó siempre la capa de color de la preparación de la tela, rojiza generalmente, como base y medio tono muy activo en la elaboración de sus composiciones, sin usar capas intermedias de colores diversos entre la preparación y las figuras.
No necesitó tampoco superponer unas capas a otras para conseguir el modelado y sugerencia naturalista de estas, lo que apelmaza la transparencia de las pinceladas, y es la preparación la que sirve de contorno a sus figuras, a veces subrayados en determinados sitios por seguros y precisos toques de negro, a la manera de un dibujo.
Para ello es necesario un dominio excepcional de la técnica del óleo, que no está al alcance de todos los pintores. Esta forma de pintar, propia de Goya y poco utilizada por otros artistas, aparece ya desde sus obras tempranas, como en los primeros cartones de tapices, pero se afianza con seguridad más adelante, sobre todo en el decenio de 1790.
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