martes, 21 de enero de 2020

La restauración del Pórtico de la Gloria

La restauración del Pórtico de la Gloria, no es solo un logro artístico sino también la culminación de un largo y proceloso trabajo de investigación aplicado a la piedra esculpida por el Maestro Mateo, que ha permitido superar las innumerables dificultades para devolverle a esta obra cumbre del Románico español su color original. 


Esa investigación, cuyos resultados se hicieron públicos en el verano de 2016, permitió saber que las esculturas del Pórtico tenían cuatro capas de color, entre ellas la original que el Maestro Mateo dio a las imágenes cuando concibió el conjunto. Entre los materiales «de extrema calidad» que empleó, lapislázuli o lámina de oro, según explicaron en su momento los restauradores.




Ante esta disyuntiva de qué policromía mantener como definitiva, los investigadores decidieron que el resultado final que se contemple sea una mezcla de los tonos mejor conservados. En zonas como el Pantocrátor o el Apóstol del parteluz se llegan a acumular quince capas.




El hecho de que el Pórtico estuviera durante varios siglos expuesto a la intemperie, sin la protección que desde el s. XVIII le otorga la fachada del Obradoiro de Fernando Casas Novoa, hacía que los elementos castigaran su policromía, lo que obligaría cada cierto tiempo a recuperar la pigmentación.


No todas las partes del conjunto escultórico se han restaurado empleando las mismas técnicas, un desafío al que también han tenido que enfrentarse los especialistas del Instituto de Patrimonio Cultural que han participado en este largo proceso.



La obra del Maestro Mateo se convirtió en «un gran puzzle» sobre el que se han probado «todas las técnicas posibles: mecánicas, con láser o con productos químicos» en función de daños tan variados como la suciedad (que un aspirador puede solventar), o las colonias de microalgas.


Uno y otro han sido un constante quebradero de cabeza para los restauradores. Las juntas transpirables del conjunto artístico fueron sustituidas por otras de cemento a mediados del siglo pasado. Su carácter impermeable obligó al agua que se filtraba por las cubiertas a salir a través de la piedra, agrediendo de manera irreversible la policromía. «Se ha producido más deterioro en los últimos ocho o nueve años que en los noventa anteriores», apuntaba el director de la Fundación Barrié, Javier López, en  el año 2015.



De hecho, los trabajos de restauración del Pórtico tuvieron que aminorar su ritmo tan pronto se detectó que se producían filtraciones de agua procedentes de las cubiertas y las torres, que amenazaban con llevarse por delante todo lo hecho hasta el momento. Así, hasta que no se garantizó la impermeabilización completa de estas zonas, no se pudo seguir avanzando. «Había tanta humedad que no podíamos aplicar los tratamientos».


En un ejercicio de innovación constante y que se convertirá en referencia para acciones futuras, se ha trabajado con láser y con geles que no se disuelven en la piedra. Lo que vale para una talla, no hace el mismo efecto en otra. De forma paralela, se efectuaban pruebas en laboratorios y en «zonas de control» en el Pórtico. 


Dentro de la ambiciosa investigación que ha rodeado la recuperación del conjunto, los expertos quisieron saber de qué manera afectaba a la conservación de la policromía el ambiente de la propia catedral, desde la temperatura o la humedad hasta el humo del botafumeiro, pasando por la presencia e interacción con los peregrinos que, desde tiempo inmemorial, no dudaban en tocar físicamente las figuras ubicadas en la base del Pórtico. 




El Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela es un pórtico de estilo románico realizado por el maestro Mateo y sus trabajadores por encargo del rey de León Fernando II, quien donó a tal efecto cien maravedíes anuales,​ entre los años 1168 a 1188, última fecha que consta inscrita en la piedra como indicativa de su finalización.


La estructura arquitectónica del pórtico consiste en tres plantas superpuestas: la cripta, que simboliza el mundo terrenal; el pórtico , que constituía la puerta de entrada occidental a la catedral y que permaneció abierto al exterior durante la Edad Media, y en el que se representa la Jerusalén celeste; y la última planta era la tribuna, que por medio de un rosetón se conseguía que estuviera iluminada todo el día; representa la elevación de los humanos a lo divino.




Bibliohrafía : https://www.abc.es/

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