"El festín de Baltasar" obra de Rembrandt Van Rijn , del año 1635 y con unas dimensiones de 209 x 167 cm. Actualmente se encuentra en la National Gallery de Londres _ Inglaterra.
El cuadro representa un episodio del Libro de Daniel donde Baltasar de Babilonia celebra un banquete en el que los comensales toman bebidas y comen en cuencos y vasos saqueados del templo de Jerusalén por Nabucodonosor, durante la conquista de la capital de los judíos que condujo a la cautividad de Babilonia.
La obra, recoge un episodio de la historia de Baltasar, rey de Babilonia. Durante el sitio de la ciudad por el general persa Ciro, Baltasar reunió a todos sus nobles y sirvió el vino en la vajilla procedente del saqueo de Jerusalén.
Durante el banquete apareció una mano misteriosa que escribió un texto indescifrable en la pared, referente a la división de su reino. Esa noche murió Baltasar. De nuevo resulta sorprendente cómo Rembrandt ha captado las expresiones de las figuras, en este caso de sorpresa y temor ante la inscripción misteriosa, sobre todo Baltasar, que se retrae al contemplar la aparición.
En medio del festín surge una misteriosa mano que escribe un enigmático mensaje en la pared: “mené, téquel, fares”. Su interpretación es la siguiente: “mené” quiere decir “contado”, es decir: Dios ha contado los días de tu reinado y ha determinado su fin; “téquel” quiere decir “pesado”, es decir: has sido pesado en la balanza y te falta peso; y “fares” quiere decir “dividido”, es decir: tu reino ha sido dividido y entregado a medos y persas“.
La luz clara es la otra gran protagonista, creando fuertes contrastes de luz y sombra característicos del tenebrismo. La pincelada del pintor se ha hecho un poco más suelta, como se puede apreciar en la capa del rey, aunque, a pesar de dicha soltura, aún se distinguen claramente los detalles, como el bodegón de frutas sobre la mesa, las joyas de las mujeres o el turbante.
El colorido es oscuro, aunque tiene notas claras, como el precioso vestido rojo de la mujer de la derecha, la capa del rey o el turbante blanco. Sin duda es una obra maestra. La historia nos dice que el rey Baltasar ofreció un gran festín a mil de sus dignatarios, y todos fueron testigos de la cantidad de vino que bebió.
Actualmente los historiadores del arte no tienen ninguna duda de que tanto el tema como la inscripción se deben a la amistad que el artista tenía con el sabio y cabalista judío Samuel Manasés ben Israel, vecino suyo.
Rembrandt no sólo había realizado un retrato de Manasés, sino que también ilustró su libro ‘Piedra Gloriosa’ con cuatro grabados. Hoy sabemos que Manasés había escrito un libro que analizaba precisamente la inscripción sobrenatural mencionada en la Biblia, y en dicho trabajo explicaba que había que leerla de arriba hacia abajo y de derecha a izquierda, y no de forma horizontal y de derecha a izquierda, como es habitual en la lengua hebrea. Eso explicaba, según Manasés, que los sabios babilónicos de Baltasar no hubieran sabido interpretar la inscripción y advertir el aviso de muerte contra su monarca.
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