jueves, 8 de noviembre de 2018

Ángel Turiferario, obra de Francisco de Zurbarán

Ángel Turiferario, obra de Francisco de Zurbarán, entre los años 1637 a 1639 y con unas dimensiones de 122 x 66 cm. Actualmente se encuentra en la colección de Museo Cádiz _ España.


Se trata de uno de los dos Ángeles turiferarios que según César Pemán (1895-1986 director de Museo de Bellas Artes de Cádiz;), se situaban originalmente en los huecos que quedaban detrás del retablo mayor de la Cartuja de Jerez, frente a las tablas de medio punto que representan a San Bruno y el Beato John Houghton. 


Zurbarán pintó once cuadros para el retablo del altar mayor. La mayor parte de los mismos se encuentran actualmente en el Museo de Cádiz. Encargados en 1636, los terminó entre 1639 y 1640. Entre ellos se halla La Batalla de Jerez que actualmente se encuentra en museo Metropolitano de Nueva York. Cuatro cuadros se encuentran en el Museo de Grenoble La Anunciación (1638), La Circuncisión, La Adoración de los pastores, La Adoración de los magos.


El tenebrismo de los primeros años desaparece para dar paso a la fuerza del claroscuro y el colorido se vuelve más rico,  el rico colorido de la indumentaria de este tipo de ángeles y las Santas Mártires que Zurbarán realizó en numerosas ocasiones. 


El Ángel Turiferario, se representa de pie y de perfil, con la cabeza en posición de tres cuartos hacia la derecha. Viste una ampulosa túnica amarilla que va recogida a mitad del muslo con un botón de cristal. Sobre ella, un corpiño carminoso y un cinto de piedras cerrado por un broche. 


Alrededor de los hombros, una cinta color azul verdoso que se suspende en el aire a la altura del incensario. Como zapatos calza unos coturnos de color azul y decoración dorada. Lleva las características alas de colores irisados y en tanto que ángel incensario, sostiene con las manos el recipiente en actitud de expandir el aroma por el espacio circundante. 


Tiene el cabello rubio y rizado, las mejillas sonrosadas y los ojos entornados, de forma que se dota al joven ángel de una gracia y una pureza de gran delicadeza y refinamiento. Asimismo, la elegancia de los gestos y la postura con que se ha resuelto la figura para dar cuenta del movimiento que debe realizar a la hora de expandir el incienso en el aire, exaltan aún más la belleza de la composición. Fondo en penumbra.



Sevilla se va a constituir a lo largo del XVII en principal foco pictórico de la época, alumbrando durante el primer tercio del siglo a tres de las figuras más importantes del Barroco español, junto con Velázquez: Zurbarán, Alonso Cano y Murillo.

De todos ellos, será el extremeño Francisco de Zurbarán el primero en iniciar esta nueva andadura, siendo recordado a día de hoy principalmente como el "pintor de los monjes".


Zurbarán se hace grande en el retrato y en la sencilla representación de la realidad, encontrándose sin embargo en apuros cuando tenga que lidiar con perspectivas y composiciones, que procurará siempre que sean simples. Así, es posible observar en sus pinturas seriadas toda una galería individualizada de rostros y expresiones, pertenecientes a, en ocasiones, figuras monolíticas de perfiles casi geométricos que se recortan contra fondos poco elaborados pero que destacan por la luz que las envuelve, realzando ese característico blanco empleado por este artífice en los hábitos.





Bibliografía : http://ceres.mcu.es/
                     https://www.europeana.eu

No hay comentarios:

Publicar un comentario