jueves, 2 de noviembre de 2017

Los atributos de las artes, Jean Siméon Chardin

Los atributos de las artes obra de Jean Siméon Chardin, realizada en el año 1766 y con unas dimensiones de 112 x 141 cm. Actualmente se encuentra en el Museo de Minneapolis Institute of Arts en Minneapolis _ Estados Unidos.


El parisino Chardin (1699-1779) representa una posición radicalmente opuesta al arte de Corte y a la tendencia dominante en la pintura francesa del siglo XVIII. Es tal vez el único gran artista de su siglo que no haya hecho ni el obligado viaje a Roma ni estudios académicos regulares. Se interesa sobre todo a la pintura de género holandesa y flamenca del siglo XVII, a la cual debe sin duda su gusto por la poesía de los pequeños episodios cotidianos.

El gran Jean Siméon Chardin en el de Louvre
Representa una alegoría de las artes, con una estatua del dios Mercurio realizada por Jean-Baptiste Pigalle en 1744. A la izquierda de la estatua, una paleta de pintor alude al oficio de Chardin. A sus pies, unos planos y una escuadra aluden a la arquitectura, mientras que unos libros y unas monedas representan la literatura y la orfebrería.


Chardin se orienta más hacia una gama delicada de colores apagados y la luz que baña sus personajes es más imprecisa, más difusa. Alumno en sus comienzos del pintor de cuadros históricos Cazes, prosiguió su aprendizaje al lado de Nicolas Coypel y de Van Loo. En 1728, fue admitido en la Academia como “pintor de animales y frutas”, presentando dos grandes naturalezas muertas (La raya y El buffet), donde aparece ya este lado verídico en la representación de los aspectos cotidianos de la realidad, que quedará como uno de los elementos esenciales de su arte.


Los orígenes burgueses de Chardin se pueden encontrar en la atmósfera íntima y acogedora de sus interiores domésticos que exaltan la virtud del trabajo y la economía. Las costumbres cotidianas, los gestos repetitivos, los sentimientos ligeros, alternan con naturalezas muertas hechas con cosas banales, poco rebuscadas.


Después del éxito obtenido por el artista en el Salón de 1737, el lenguaje pictórico de Chardin se desarrolla hacia composiciones más complejas y refinadas, situando las escenas fuera del tiempo en un espacio absolutamente mental. Esta progresiva y lenta evolución es la expresión de una búsqueda permanente de perfección y de perseverancia en su deseo de renovación, que lo condujo a utilizar la misma temática.


Alojado en el Louvre a partir de 1757, Chardin continuó (mientras ejecutaba numerosas réplicas de los temas más solicitados) a perfeccionar su técnica personal, a través de una elección de colores muy luminosos con tonalidades más ligeras, lo cual corresponde a una mayor interiorización de su inspiración.


Desde finales del siglo XIV, el grabado, aparte de técnica esencial para grandes artistas como Rembrandt, fue el método más importante para la reproducción y difusión de los cuadros. Durante el siglo XVIII los "coleccionistas" se complacían en la adquisición de estampas que reproducían sus obras con poemas relacionados. Chardin es uno de los autores más copiados en este sentido, convirtiéndose en el autor de moda gracias a sus obras de género.




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