El campo de concentración de Auschwitz fue un complejo formado por diversos campos de concentración y exterminio de la Alemania nazi situado en los territorios polacos ocupados durante la Segunda Guerra Mundial.
Situado en Oświęcim a unos 43 km al oeste de Cracovia, fue el mayor centro de exterminio de la historia del nazismo, donde se calcula que fueron enviadas cerca de un millón trescientas mil personas, de las cuales murieron un millón cien mil, la gran mayoría de ellas judías (el 90 %, aproximadamente un millón).
En la puerta de entrada a uno de los diversos campos que componían el complejo (Auschwitz I) se puede leer el Arbeit macht frei es una frase cuya traducción al español es ‘el trabajo libera’. Aunque a veces pueda ser entendida como ‘el trabajo te libera’ o ‘el trabajo os hace libres’.
Arbeit macht frei es una frase intencionalmente ambigua: sugiere no solo que el trabajo libera a víctimas detenidas por el nazismo, sino la ocupación de los nazis al consumar el asesinato premeditado de enormes masas humanas de origen y condición diversa (opositores al régimen, librepensadores, judíos, masones, gitanos, comunistas, homosexuales, y enemigos de guerra, entre los que no faltaron cristianos.
Hubo tres campos principales y 39 campos subalternos. Los tres campos principales fueron:
Auschwitz I, el campo de concentración original que servía de centro administrativo para todo el complejo. En este campo murieron cerca de 70 000 intelectuales polacos y prisioneros de guerra soviéticos.
Auschwitz II (Birkenau), un campo de exterminio y el lugar donde murieron la mayor parte del más de un millón de víctimas del campo. En esta sección eran ubicadas las mujeres.
Auschwitz III (Buna - Monowitz), utilizado como campo de trabajo esclavo para la empresa IG Farben.
Auschwitz II (Birkenau) es el campo que la mayor parte de la gente conoce como Auschwitz. Allí se encerró a cientos de miles de judíos y allí también se ejecutó a más de un millón de deportados y decenas de miles de gitanos.
El campo está ubicado en Birkenau, a unos 3 km de Auschwitz I. La construcción se inició en 1941 como parte de la Endlösung (solución final). El campo tenía una extensión de 2,5 km por 2 km y estaba dividido en varias secciones, cada una de ellas separada en campos.
Los campos, al igual que el complejo entero, estaban cercados y rodeados de alambre de púas y cercas electrificadas (algunos prisioneros utilizaron las cercas electrificadas para suicidarse). El campo albergó hasta 100 000 prisioneros en un momento dado.
El objetivo principal del campo no era el mantener prisioneros como fuerza laboral (como era el caso de Auschwitz I y III), sino su exterminio. Para cumplir con este objetivo, se equipó el campo con 4 crematorios con cámaras de gas. Cada cámara de gas podía recibir hasta 2500 prisioneros por turno. El exterminio a gran escala comenzó en la primavera de 1942 como resultado de la aceleración de la solución final tratada en la Conferencia de Wannsee.
A partir de 1944 se extendió la vía del tren para que entrara directamente al campo. Algunas veces, al llegar el tren, los prisioneros eran pasados directamente a las cámaras de gas. En otras ocasiones, los nazis seleccionaban prisioneros, para ser enviados a campos de trabajo o para realizar experimentación médica. En general los niños, los ancianos y los enfermos eran enviados directamente a las cámaras de gas.
Aquellos que resultaban seleccionados para el exterminio eran trasladados a uno de los grandes complejos de cámaras de gas/crematorio hacia los extremos del campo. Dos de los crematorios (Krema II y Krema III) tenían instalaciones subterráneas, una sala para desvestirse y una cámara de gas con capacidad para miles de personas. Para evitar el pánico, se les informaba a las víctimas que recibirían allí una ducha y un tratamiento desinfectante.
Hoy en día se calcula que en Auschwitz llegaron a estar internadas un total de 1,3 millones de personas, de las cuales murieron 1,1 millones, el 90% de ellos, en torno a un millón, judíos.
Según cifras de Franciszek Piper, el grupo mayoritario de judíos trasladados al campo corresponde a los procedentes de las deportaciones de 1944 desde Hungría (438 000). Le siguen Polonia (300 000), Francia(69 114), Holanda (60 085), Grecia (55 000), Checoslovaquia (46 099), Eslovaquia (26 661), Bélgica (24 906), Alemania y Austria (23 000), Yugoslavia (10 000), e Italia (7 422).
En Auschwitz murieron también unos 70 000 prisioneros políticos polacos, más de 20 000 gitanos, 10 000 prisioneros de guerra soviéticos, entorno a 1 200 republicanos españoles, además de cientos de testigos de Jehová y decenas de los internados a causa de la homosexualidad.
Baños en Berkena (únicamente disponían de 15 segundos de baño, dos veces al día. El exceso en ese límite de tiempo suponía un grave riesgo, puesto que terminaban con su vida) |
Estimaciones coincidentes son las del historiador Peter Hayes. Según su estudio, solo 125 000 de los 200 000 supervivientes seguían vivos a la caída del Tercer Reich, aproximadamente el 10% de las personas internadas en el campo entre mayo de 1940 y enero de 1945.
Auschwitz. Una palabra que por sí misma representa todo el terror y la maldad de la que es capaz la especie humana. Recordatorio de cómo una locura generalizada puede llevar a cometer los actos más incomprensibles. Nueve letras que llevan dando miedo ya a varias generaciones.
Los nazis robaron todo a los polacos. Les robaron su territorio, sus casas, sus vidas, su dignidad, su alegría. Les estigmatizaron para siempre por las barbaridades que hicieron en su tierra. Les quitaron hasta su historia. Nadie conoce Oświęcim, el nombre polaco de la población en la que se levantaron los campos. Sólo Auschwitz.
Habitación en Birkenau |
Me comenta mi compañero, colaborador y gran amigo César que "Yendo hacia la zona de los hornos, únicamente se escuchan los pasos del grupo de visitantes, clavándose las grandes piedras del camino en los pies, intentando imaginar lo que pensaban los que no sabían que iban a morir durante esos últimos pasos".
Rompe el alma ver los nombres de las maletas, escritos por sus dueños, engañados por los nazis al pensar que volverían a recuperarlas tras bajar de los trenes, después de pasar por las duchas, las montañas de gafas, zapatos, prótesis, cepillos, cremas y todo tipo de enseres... Por no hablar del pelo. En muchos casos, lo único que queda de familias enteras, de comunidades enteras.
Todas esas sensaciones, toda esa humanidad, perdieron su vida de una manera tan trágica por ser de una religión o por ser homosexual y pertenecer a la raza gitana. Muy mal lo tiene que hacer la humanidad para errar tan mal como lo hizo en aquel momento y que, probablemente, siga haciéndolo habitualmente aunque reflejado en otros ámbitos.
Termino con una niña, querida y admirada por mi, Ana Frank (1929-1945), la conocida niña judío alemana. De las ocho personas que estuvieron, sólo el padre de Ana, Otto Frank, sobrevivió a esta terrible guerra. Una vez terminado el holocausto, su padre decidió publicar las memorias de su hija Ana, por lo que se hizo mundialmente famosa. Su libro es un ejemplo de valor, coraje y esperanza que no deja indiferente a nadie. Murió con tan solo quince años, de tifus, en marzo de 1945.
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