viernes, 26 de abril de 2024

Francesc Hernández Monjo (1862-1937)



El pintor mahonés Francesc Hernández Monjo (1862-1937) revitalizó la pintura menorquina e introdujo modernidad en el género de las marinas. La exposición "Francesc Hernández Monjo: Marinas", organizada por el Consell Insular, rinde homenaje a esta destacada figura del arte menorquín de finales del siglo XIX y principios del XX. La muestra, comisariada por el crítico de arte Carles Jiménez y con la colaboración del Ayuntamiento de Mahón destaca la influencia de su entorno familiar en su desarrollo artístico, desde su inicial interés por la música hasta su exitosa carrera como pintor en toda España.


Después de estudiar dibujo durante su juventud, amplió su formación seguramente con el pintor Joan Font i Vidal o los retratistas Francesc Pons y Alzina y Pere Monjo i Monjo, dado que los dos últimos tenían escuelas en Maó en los años 1857 y 1886 Además, dos pinturas suyas datadas en 1883 y 1885 recuerdan composiciones de Font y Vidal, a lo que seguramente debía conocer. Además, en esta época, su obra pictórica se caracteriza por dos elementos que serán los motivos centrales a lo largo de su trayectoria artística, como son el mar y los barcos, según subrayan Guillem Sintes Espasa, Cristina Andreu y M. Àngels Hernández en el segundo volumen de Historia del Arte de la Enciclopedia de Menorca.




En 1890, cuando tenía veintiocho años, Hernández Monjo se trasladó a vivir a Barcelona, ciudad en la que residió hasta su muerte en 1937, aunque solía hacer pequeñas estancias en la isla cada año. En la ciudad condal, el pintor mahonés fue influenciado por los movimientos naturalistas catalanes, siendo su maestro el pintor barcelonés Eliseu Meifrèn. Durante su primer año en Cataluña, Hernández Monjo participó en la Exposición de Bellas Artes de Madrid y, con el tiempo, su obra introdujo algunos elementos nuevos y más atrevidos, como la composición en diagonal, donde el mar agitado, los barcos con las velas desplegadas y los cielos con grandes contrastes son los motivos principales.






Su prestigio profesional estaba en ascenso y en 1898, a la edad de treinta y seis años, recibió el importante encargo de la casa Tasso de Barcelona para crear una colección de dieciséis acuarelas de barcos de guerra. Estas obras fueron publicadas en un álbum titulado "La Armada Española", lo que le otorgó una gran notoriedad en toda España e incluso en América Latina, como destaca el profesor e intelectual Joan Hernández Mora en la "Revista de Menorca" de 1922.




En esta primera etapa, cuando vivía en Mahon, Hernández Monjo practica una pintura marcadamente realista. Predomina el dibujo y una paleta de colores reducida donde dominan los colores fríos (blancos, verdes y azules). Su pincelada es plana y poco empastada y en la composición todavia se observa la influencia del Romanticismo, con un cielo que ocupa las dos terceras partes del cuadro. Son los años previos a su marcha a Barcelona. La temática gira en torno a las batallas navales y hechos históricos, como el cuadro inspirado en un grabado publicado en Harper's Weekly en 1861, aqui expuesto. La todavia importante influencia del comercio marítimo entre la sociedad mahonesa es evidente en el exvoto que se encuentra en esta sección y que formaba parte de una capilla domiciliaria. 




En 1890 se traladó a Barcelona como acabo de mencionar y aquel mismo año participó en la exposición de Bellas Artes de Madrid. Amplió su formación bajo la maestria de Eliseu Meifrèn que lo introdujo en el Naturalismo de las escuelas de Olot y Sitges. A partir de entonces introduce cambios nuevos y más atrevidos como son la composición en diagonal, el mar picado, los barcos con las velas extendidas y los cielos nublados. También introduce las gaviotas casi rozando el mar, intensificando así el dinamismo de la composición.




La pincelada se vuelve más densa, empastada y corta y en la paleta introduce colores cálidos (rojos, tierras y verdes). Es a partir de entonces cuando Hernández Monjo sobresale en su manera de pintar el mar, utilizando nuevos azules y verdes, ocres y negros. La profundidad del agua y su tonalidad son únicas, como también la vivacidad de la escena con la forma de pintar la espuma blanca. Son frecuentes los cuadros pequeños pintados por parejas, con buena salida comercial, y los más grandes se destinan a las exposiciones o responden a encargos.


La obra de Hernández Monjo es muy extensa y muchas de sus pinturas se conservan en museos y colecciones privadas de la isla, además de ser comercializadas en los principales mercados de arte de España y estar disponibles para la venta en línea.

miércoles, 24 de abril de 2024

Bodegón con cidras, naranjas y rosa obra del pintor del siglo de oro español Francisco de Zurbarán (1598- 1664)

 

Bodegón con cidras, naranjas y rosa obra del pintor del siglo de oro español Francisco de Zurbarán (1598- 1664) del año del año 1633 con unas dimensiones de 60x 109.5 cm. Actualmente se encuentra el Museo Norton Simon, Pasadena _ Estados Unidos.



El único bodegón firmado y datado, es el que representa cuatro cidras en un plato, seis naranjas con sus hojas y flores, y una taza sobre un plato metálico con una rosa en el borde. Del Bodegón con cacharros, existen dos magníficas versiones casi idénticas: una en el Museo del Prado y la otra en el MNAC de Barcelona, ambas donadas a dichos museos por Francesc Cambó. 




Sus obras se caracterizan por la naturaleza detallada de sus temas. Su trabajo se ve reforzado por la aplicación de la técnica de la luz y la sombra, que proporciona profundidad y textura a sus obras. 

Los colores y la luz son también una característica importante de las pinturas de Zurbarán. El uso de colores brillantes y saturados, junto con la técnica de la luz y la sombra, crean una atmósfera única en sus pinturas. Esto le permitió destacar los detalles de sus obras, así como transmitir un sentimiento de profundidad y realismo.


Las pinturas de Zurbarán son un ejemplo perfecto del estilo barroco español. La combinación de realismo, ornamentación y luz y sombra hacen de estas obras una representación única de este estilo de arte. Su trabajo ha sido una fuente de inspiración para muchos pintores posteriores, y sigue siendo una influencia importante en el mundo del arte hoy en día.




Su legado ha influenciado a muchos artistas y su trabajo sigue siendo apreciado por los amantes del arte de todo el mundo. Zurbarán comenzó a pintar cuando tenía solo diez años de edad y fue uno de los primeros artistas en utilizar el estilo barroco para crear obras de arte. Su estilo se caracterizaba por la utilización de tonos oscuros y colores profundos, y sus pinturas a menudo se referían a temas religiosos.





Sus obras más famosas incluyen la pintura de la Virgen María con el Niño Jesús, que se encuentra en el Museo del Prado en Madrid, y su retrato de San Francisco de Asís, que se encuentra en la Galería Nacional de Londres. Estas pinturas reflejan la influencia de Zurbarán en la pintura religiosa de su época.

Además de sus pinturas religiosas, Zurbarán también pintó paisajes, retratos y escenas de la vida cotidiana. Sus pinturas de la vida rural española eran particularmente conocidas por su realismo y su capacidad de capturar la belleza de la naturaleza.






Bibliografía : https://www.centrotorrenteballester.es








lunes, 22 de abril de 2024

Henri Émile Benoît Matisse (1869-1954) pintando en su estudio en la plaza Charles- Félix en Niza a su modelo y musa en el año 1928 en Francia.


Henri Émile Benoît Matisse (1869-1954) pintando en su estudio en la plaza Charles- Félix en Niza a su modelo y musa en el año 1928 en Francia.

Dejó París y descubrió Niza en el año 1917, ciudad en la que vivió hasta 1954. La fantástica luz de la Costa Azul presente en esta ciudad, que le dedica un museo en la actualidad, hizo de su aislamiento creativo un lugar idóneo para su gran empresa: pintar y reflexionar sobre el arte, de manera menos impulsiva que Picasso. Antes de su huida hacia adelante, como hacen los grandes artistas, dijo: “Me gustaría vivir en una celda en la que pueda pintar sin preocupaciones ni molestias”. Matisse también tuvo un mundo interior complejo, pero eso no parece reflejarse en su arte. La mágica luminosidad de Niza quizá tuvo algo que ver.:                                                                                                                                                                                                                


Conocemos a Matisse sobre todo por el inicio de su carrera, con sus cuadros de colores estridentes de carácter fauvista y el final de ella los gouaches recortados, cuando la mano con que cogía el pincel ya no le obedecía empezó a cortar con tijeras sus arabescos en papel, como si estuviera inmerso en un juego con cuentas de colores.

Pero entre una época y otra pintó odaliscas, mujeres envueltas en transparencias y rodeadas de telas preciosas. Resultaron ser tan exitosas que acabó por pintar más de un centenar.




A pesar de tratarse de un periodo de tan solo un año en el que el artista realiza dos viajes a Marruecos, esta etapa es considerada como fundamental en el desarrollo de Matisse, tanto por la producción resultante así como por la influencia continua que significó en su obra.

Previo a Marruecos, Matisse ya había viajado a Argelia en 1906, durante una etapa de transición de su obra. Gracias a este viaje y su investigación de otras tradiciones artísticas como la egipcia, la griega, la asiática, la precolombina y la africana, desde 1907, Apollinaire subrayaba la combinación de todas éstas junto con las evidentes raíces europeas en el trabajo de Matisse. Sin embargo, hasta antes de su estancia en Marruecos, el interés de Matisse en el arte dicho “primitivo” se centraba en su espíritu y no en su estilo.

Matisse se sumergió en un gusto orientalista por las artes decorativas de arte oriental y pintó, con el precedente de Ingres, imponentes odaliscas. El desnudo femenino fue una gran obsesión en su estudio, muchas veces camuflado en disfraces de telas marroquíes.



"Las odaliscas fueron el fruto numeroso de una feliz nostalgia, de un bello y vivo sueño y de una experiencia vivida casi en éxtasis, de los días y las noches sumergido en la magia de un clima. Una necesidad imperiosa de expresar este éxtasis, esta indolencia divina, en los ritmos coloreados, ritmos de figuras y colores solares y gustosos. Con las odaliscas no renuncio a lo que recientemente había ganado, a estos avances plásticos de los que usted habla, sino que vuelvo a una vibración de la profundidad, admito de nuevo un cierto modelado y vuelvo a tomar posesión de un espacio donde el aire vuelve a circular. De este modo se plantea un problema para mi: armonizar, equilibrar los tonos puros y los semitonos con el fin de asegurar el acorde y la unidad rítmica del cuadro ante el peligro que pueden constituir las estridencias cromáticas."
Escribió el pintor a André Verdet.



En Niza pinta a Antoinette, Laurette, Lydia, Wilma, Zita (en la fotografía, posando para el pintor) y a la que sería su principal modelo durante casi una década, Herriette Darricarrère. La vemos en estas dos fotografías, disfrazada de odalisca, en el estudio de Matisse.






Y sobre estas líneas, Herriete en una instantánea tomada en los alrededores de Niza junto a la esposa del pintor, Marguerite Matisse, mientras posaban como modelos para el cuadro Conversación bajo los olivos.


Matisse pasó los últimos años de su vida produciendo desde una silla. En 1941, tras un cáncer de colon y una serie de operaciones quirúrgicas, la fragilidad general que experimenta lo obliga a pasar sus días con el apoyo de una silla de ruedas, desde donde se las ingenia para continuar con lo que llamaba "pintura con tijeras". Se tratan así de collages (también referidos como cut-outs en inglés hechos con recortes de hojas de papel blanco pintadas con gouache.



Como todos los artistas que se identifican con este movimiento, Matisse busca liberar al color de la referencia a los objetos, logrando así su máxima expresividad. Su obra durante este breve periodo (1905-1907) se caracteriza así por enfrentar tonos puros para así resaltar los planos.











Bibliografía : https://ermundodemanue.blogspot.com

viernes, 12 de abril de 2024

La iglesia de San Miguel, una pequeña iglesia románica situada en Aiguilhe, comuna limítrofe de Le Puy-en-Velay _ Francia

La iglesia de San Miguel es una pequeña iglesia románica situada en Aiguilhe, comuna limítrofe de Le Puy-en-Velay _ Francia. La primera construcción se remontaría a 961, y fue erigida en abadía en el siglo Xll.


La iglesia está situada sobre un cuello volcánico​ al pie del cual se encuentra otro edificio románico destacado: la capilla Saint-Clair d'Aiguilhe. El promontorio tiene 85 metros de altura y se puede acceder a la capilla por 268 escalones tallados en la roca.







En el lugar que ocupa la iglesia actual existió en época prehistórica un asentamiento del que se ha conservado un dolmen, posteriormente durante la dominación romana se levantó un templo dedicado a Mercurio. Después, en torno al año 961, se construiría una iglesia de estilo mozárabe por orden del obispo Gotescalco, conocido por su peregrinación a Santiago de Compostela entre los años 950 y 951.





Al igual que en la cercana catedral de Le-Puy-en-Velay, la decoración de la capilla nos recuerda al arte islámico. La planta del pequeño templo presenta forma irregular para adaptarse a la forma del cono volcánico. Debido a ello, la iglesia queda cubierta mediante un complicado sistema de bóvedas. Llama la atención el ingreso del templo el cual se realiza mediante una bellísima portada que presenta un arco trilobulado que nos evoca al arte hispano-musulmán.





Dicho arco queda coronado por un mosaico de piedras policromadas. En el interior de la capilla absidal se encuentran unas magníficas pinturas murales que datan del S. X. Debido a su interés, la capilla de San Miguel fue declarada Monumento Histórico en el año 1840.






Una historia refuerza la fama de la roca, la del salto de la virgen: una joven acusada de mala conducta es arrojada desde lo alto de la roca como castigo probatorio; ella escapa, demostrando su inocencia; después de haber vuelto a repetir el milagro, enamorada, vuelve a empezar y se suicida.


Desde su fundación, depende del capítulo de la catedral tanto para el material y los ingresos como para el servicio litúrgico; El capítulo permanecerá hasta la revolución del Señor de Aiguilhe .

La peregrinación suele ser una etapa de devoción a la catedral, pero la historia ha conservado la ascensión de algunos peregrinos famosos: Carlos VII, Luis XI y Carlos VIII. Si los ermitaños ocuparon cuevas en el camino a la capilla, no hay constancia de una ocupación permanente de la roca; a falta de documentos escritos, aún no se comprende el significado de las huellas de la construcción fuera de los tres oratorios.



Prosper Mérimée realizó murales de San Miguel y luego los cubrió con un blanqueado de colores aplicado en 1823, bajo un estandarte para la restauración de pinturas medievales de 1838. Mallay, el arquitecto diocesano, fue el encargado de elaborar un presupuesto para las reparaciones a realizar y para levantar la torre campanario de la capilla. Anatole Dauvergne realizó varios dibujos, acuarelas y relevamientos de los restos de pinturas que se conservaban en ese momento; algunos han desaparecido desde entonces y estos registros son el único rastro existente de ellos; después de ser identificados en la lista, se restauran.






Bibliógrafa. https://arteviajero.com