viernes, 3 de octubre de 2025

Mariano Fortuny y Madrazo, un genio en Venecia



Mariano Fortuny y Madrazo nació en Granada en 1871, pero su relación con la ciudad fue breve y circunstancial. Su nacimiento allí se debió a que sus padres se encontraban temporalmente en Andalucía, aunque la vida familiar y profesional estaba vinculada a otras ciudades europeas. Su padre, el célebre pintor Mariano Fortuny y Marsal, era un artista cosmopolita que había recorrido Roma, Marruecos, París y Nápoles en busca de inspiración y encargos. La temprana muerte de su padre en 1874, cuando él tenía apenas tres años, marcaría para siempre la trayectoria del pequeño Mariano, quien quedó bajo el cuidado de su madre, Cecilia de Madrazo, y lejos de su ciudad natal.




El padre, Mariano Fortuny y Marsal, había nacido en Reus (Tarragona) en 1838. Fue un pintor de enorme prestigio en el siglo XIX, reconocido como uno de los grandes maestros del orientalismo y la pintura de historia. Formado en Barcelona, obtuvo una beca que lo llevó a Roma, donde consolidó su carrera internacional. Sus obras, llenas de luz, colorido y minucioso detalle, cautivaron a coleccionistas y museos europeos. Sus viajes a Marruecos y su contacto con distintas culturas enriquecieron su arte y lo convirtieron en un referente. Sin embargo, su vida se vio truncada de forma prematura al morir en Roma con solo 36 años, cuando estaba en la plenitud de su talento.



La madre, Cecilia de Madrazo y Garreta, nacida en Madrid en 1846, pertenecía a una familia de gran tradición artística. Era hija de Federico de Madrazo, pintor de cámara de la reina Isabel II, y nieta de José de Madrazo, también pintor célebre. Se casó con Mariano Fortuny y Marsal en 1867 y tuvo con él dos hijos: María Luisa y Mariano. Tras enviudar en 1874, se volcó en la educación y en la protección del legado artístico de su marido. Dotada de sensibilidad artística y rodeada de una amplia red cultural, supo mantener la memoria de su esposo y dar a sus hijos un entorno favorable al desarrollo creativo. Su vida se repartió entre París y Venecia, donde finalmente murió en 1932.



La familia no permaneció en Granada porque la vida profesional y social estaba centrada en los grandes centros artísticos de Europa. Roma, París y Venecia eran ciudades con coleccionistas, encargos y ambientes intelectuales propicios para el desarrollo artístico. Granada, en cambio, aunque ciudad de gran belleza y tradición, no ofrecía en aquel momento las mismas oportunidades ni para Cecilia, que buscaba estabilidad tras la muerte de su marido, ni para sus hijos, que crecían en contacto con el mundo cosmopolita. Así, Granada quedó como la ciudad de nacimiento de Mariano hijo, pero no como el lugar donde se formó ni donde desarrolló su vida.




Mariano Fortuny y Madrazo se instaló en Venecia hacia 1889 junto a su madre, cuando tenía 18 años. Allí encontró el espacio ideal para su vocación múltiple: fue pintor, escenógrafo, fotógrafo, inventor y sobre todo creador textil, célebre por su vestido plisado Delphos. Su residencia y taller se ubicaron en el Palazzo Pesaro degli Orfei, que con el tiempo se convertiría en el actual Museo Fortuny. Aunque había nacido en Granada, Venecia se convirtió en su verdadero hogar y en el centro de toda su producción artística. Nunca regresó a vivir a Andalucía, pues su vida personal y profesional estaba íntimamente unida al ambiente veneciano.



Mariano Fortuny y Madrazo nunca se casó y dedicó toda su vida al arte y a la experimentación. Murió en Venecia en 1949, a los 77 años, después de haber creado un universo personal donde pintura, escenografía, moda y técnica se unían en armonía. Su madre, con su visión y decisión de trasladar la familia primero a París y luego a Venecia, había marcado el rumbo de su vida. Gracias a ello, el apellido Fortuny quedó para siempre ligado a la ciudad de los canales, donde hoy se conserva su memoria en el museo que ocupa la misma casa en la que vivió y trabajó durante décadas.






Bibliografía : El Poder del Arte

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