La Basílica de San Marcos (Basilica di San Marco) es uno de los monumentos más emblemáticos de Venecia y una de las iglesias más bellas del mundo. Se encuentra en la famosa Plaza de San Marcos, junto al Palacio Ducal, y ha sido desde hace siglos el símbolo religioso y político de la ciudad. Su construcción comenzó en el año 828, cuando los mercaderes venecianos robaron de Alejandría las reliquias de San Marcos Evangelista, patrono de Venecia. El templo original fue destruido por un incendio en el año 976, y la actual basílica fue reconstruida y consagrada en 1094. Desde entonces, ha sido modificada y embellecida durante siglos, convirtiéndose en un verdadero museo de arte bizantino, gótico y
renacentista.
La Basílica de San Marcos destaca por su arquitectura de estilo bizantino, influenciada por el arte oriental debido a las intensas relaciones comerciales que Venecia mantenía con el Imperio Bizantino y el mundo islámico. Su planta tiene forma de cruz griega, con cinco grandes cúpulas que representan los cinco puntos cardinales espirituales del cristianismo. El interior está recubierto casi por completo con mosaicos dorados que narran escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento, cubriendo más de 8.000 metros cuadrados, lo que le da un brillo dorado impresionante cuando la luz entra por sus ventanales.
El exterior de la basílica es igualmente espectacular: su fachada principal cuenta con cinco grandes portales decorados con mármoles policromos, esculturas y columnas traídas de Oriente. En el balcón superior se encuentran los famosos Caballos de San Marcos, esculturas de bronce dorado que datan de la antigüedad clásica y que fueron traídas desde Constantinopla tras la Cuarta Cruzada. La mezcla de elementos bizantinos, góticos e islámicos da a la basílica un carácter único, casi exótico, que refleja la riqueza y el poder de la antigua República de Venecia.
En el interior, el suelo está cubierto con mosaicos de mármol que forman figuras geométricas y animales simbólicos, y su leve inclinación se debe a los frecuentes hundimientos del terreno veneciano. En el presbiterio se encuentra el Pala d’Oro, un retablo dorado cubierto de esmaltes, gemas y piedras preciosas, considerado una de las joyas más finas del arte bizantino. Los capiteles, columnas y arcos muestran una mezcla de estilos que simboliza el papel de Venecia como punto de encuentro entre Oriente y Occidente. Cada rincón de la basílica refleja la opulencia y la espiritualidad de una ciudad que durante siglos fue una de las más ricas y poderosas del Mediterráneo.
Una de las anécdotas más célebres de la Basílica de San Marcos tiene que ver con el robo de las reliquias del santo. Según la tradición, en el año 828 dos mercaderes venecianos, Buono da Malamocco y Rustico da Torcello, robaron el cuerpo de San Marcos de Alejandría. Para evitar que los guardias musulmanes descubrieran el robo, ocultaron las reliquias entre trozos de carne de cerdo —que los musulmanes no podían tocar por razones religiosas— y así lograron embarcarlas hacia Venecia. Cuando el cuerpo del santo llegó, los venecianos lo recibieron con gran celebración, y desde entonces San Marcos se convirtió en el protector de la ciudad. Curiosamente, en el siglo XIII, durante unas reformas en la basílica, las reliquias se perdieron dentro del edificio, y no fue hasta años después, según la leyenda, que el propio San Marcos habría “indicado” el lugar donde se hallaban, señalando milagrosamente una columna.
Bibliografía : El Poder del Arte


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