martes, 26 de abril de 2022

Antonio Gisbert Pérez (1834 - 1901)

"El Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga", obra de Antonio Gisbert Pérez (1834-1901) fue realizado entre los años 1887 y 1888, y con unas medidas de 390 × 601 cm. Actualmente se conserva en el Museo del Prado de Madrid._ España.


Pintor español. Director del Museo del Prado de 1868 a 1873. Su perfil artístico presenta dos fases bien diferenciadas. La primera pertenece a su etapa madrileña y como pensionado en Roma; la segunda incluye el famoso cuadro Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, y corresponde a la época de París, la más larga, por otro lado.




El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga es el único caso de un cuadro de temática histórica encargado por el Estado a un pintor y destinado al Museo del Prado. El gabinete liberal de Práxedes Mateo de Sagasta seleccionó a Antonio Gisbert en 1886 para realizar la obra, que se convirtió en un elemento simbólico de la construcción de la nación española desde la perspectiva de la defensa de la libertad y del triunfo sobre el absolutismo. Representa el instante anterior al fusilamiento del general José María Torrijos y sus compañeros el 11 de diciembre de 1831, ordenado por Fernando VII. Habían sido víctimas de una emboscada preparada por el gobernador de Málaga, Vicente González Moreno, quien les había asegurado el éxito de una rebelión contra el rey. Se les acusaba de "alta traición".


La investigación en torno al pintor Antonio Gisbert implicó que su llegada al Museo del Prado, como director, fuera facilitada por el momento político que vivía España. Resulta básico que el duque de Aosta -futuro Amadeo I- y Gisbert coincidieran en Suez, en ocasión de la inauguración del istmo, porque la amistad entre el pintor y la Corona va a ser importante.



Si Torrijos representaba la máxima autoridad militar de la “Junta ejecutiva para el alzamiento de España a favor de la causa de la libertad”, tal y como firmaban sus documentos en busca de apoyos, Flores Calderón era la civil. Fue el presidente de las Cortes durante el Trienio Liberal, se exilió a Londres tras la restauración de Fernando VII y fue uno de los firmantes del ‘Manifiesto a la Nación’. El fray Antonio Martín Moyano, su confesor antes del fusilamiento, encomió en una carta “su semblante apacible en aquella noche, su tranquilidad y bello modo. Nada de lamentarse de su suerte, ninguna queja contra persona alguna; nada de enemigos, los que decía [que] no había conocido”.


En la obra, los reos están alineados y con las manos atadas, mientras unos frailes se afanan en vendarles los ojos y tratan de ofrecer a los condenados un último consuelo. Tras ellos el pelotón de fusilamiento espera órdenes, mientras que en primer plano, en el suelo, yacen ya muertos algunos hombres en un detalle claramente goyesco.


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Torrijos se encuentra en el centro de la composición, destacando ligeramente sobre el resto de personajes. A su izquierda, asiendo su mano, está un hombre anciano, Francisco Fernández Golfín, exministro de la Guerra, y a la derecha, con la mano también cogida, Manuel Flores Calderón, vestido con una levita clara. A la derecha de este se hallan el coronel López Pinto, el oficial inglés Robert Boyd y Francisco Borja Pardio.




La obra es de una composición sencilla pero efectista y realizada con un dibujo crudo y firme que se ajusta a los más puros cánones académicos. El encuadre se muestra casi como el de una fotografía, una instantánea captada en el momento, como demuestra el hecho de dejar fuera del marco a algunos de los cuerpos caídos. Los colores, fríos y apagados, transmiten sensación de tristeza tanto por lo desapacible del día como por los luctuosos sucesos que están a punto de suceder.



Destacable es también la maestría de Gisbert para plasmar en los rostros y gestos de los condenados todo tipo de emociones diferentes. Resignación, miedo, valentía y desafío se reconocen perfectamente en las expresiones de los hombres que están a punto de ser ejecutados.





Para terminar, presento un dibujo preparatorio para el cuadro, del mismo título, de Antonio Gisbert que figura en las colecciones del museo. Dada la complejidad y el número de figuras del cuadro, el artista estudió su composición en este boceto previo. Sus dimensiones, superiores a lo que era habitual en los bocetos preparatorios, le permitieron desarrollar ampliamente la disposición de los personajes. 

Al compararlo con el cuadro definitivo se comprueba que el pintor eliminó las figuras que resultaban más teatrales (como las tres de la derecha), modificó las posturas de los cadáveres y trasformó, para resaltar su dignidad heroica, las facciones de los principales condenados.


Bibliografía : https://www.museodelprado.es
                     https://www.elespanol.com

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