jueves, 18 de octubre de 2018

Cesto con frutas, obra de Michelangelo Merisi da Caravaggio


Cesto con frutas, obra de Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610), hacia 1596 y con unas dimensiones de 46 cm × 64 cm. Actalmente se conserva actualmente en la Pinacoteca Ambrosiana de Milán _ Italia.


Este cesto de frutas se considera tradicionalmente la primera naturaleza muerta de la pintura occidental. La naturaleza muerta es un género que se inaugura a finales del siglo XVI y principios del XVII en las "botteghe" o talleres de pintura centroitalianos, lo que ha llevado a denominarla como "bodegón". 


Caravaggio fue uno de los primeros, si no el primero, en emplear este género para simbolizar alegorías cristianas o morales. Esta significación profunda en lo que aparenta ser un simple cesto con frutas de temporada se puede rastrear analizando las frutas y hojas que aparecen pintadas, por cierto, con extraordinaria maestría: manzanas, peras, higos, membrillos y uvas, todas ellas son frutas del final del verano, antes de que se detenga la vida con la llegada del invierno; son un símbolo de las fiestas de recolección y la dulzura obtenida tras el largo año de trabajo.


Además, el pintor combina con habilidad frutas lozanas, maduras, que se anuncian dulces como la miel, junto con otras frutas marchitas, llenas de manchas, que preludian la podredumbre y la muerte. Lo mismo ocurre con las hojas, entre las que encontramos verdes y acharoladas junto a otras arrugadas, amarillentas y llenas de agujeros de parásitos. El lienzo posee un fondo amarillo brillante, muy claro, lo cual sólo realiza su autor en los primeros años de su producción.


La "Caravaggiomanía" causó furor en las primeras décadas del siglo XVII cuandoacaudalados mecenas compitieron para comprar sus cuadros y otros artistas emularon o simplemente plagiaron su inconfundible estilo.


Sin embargo Caravaggio en su obra "Niño con un cesto de frutas", un cuadro de datado en 1593, que se exhibe en la Galería Borghese de Roma, muestra a un joven sosteniendo un cesto de frutas, en medio de un panorama tenebrista y desolado. El muchacho es sensual y con unos ojos negros vivos y penetrantes. Este cuadro fue alabado en su tiempo por su viveza y más tarde fue precursor de otros genios universales como Francisco de Zurbarán.

Baco enfermo, Se conserva en la Galería Borghese 
Pocos autores han gritado tan fuerte con los pinceles su propio conflicto personal. Aunque no haya dejado más que una cuarentena de pinturas, cada una de ellas revela una visión muy personal del arte, una lucha interior, un debate entre luz y oscuridad, y un espíritu innovador capaz de mezclar en una misma escena santidad divina y miseria humana. 

"Baco"en la Galería de los Uffizi de Florencia, Italia.
Hacia mediados de 1592, Caravaggio llegó por vez primera a la ciudad, “desnudo y extremadamente necesitado, sin una dirección fija, sin provisiones... y además corto de dinero”, cuentan sus biógrafos. Pronto encontró trabajo como “pintor de flores y frutos” en el taller de Giuseppe Cesari, artista de cámara del Papa Clemente VIII, pero dos años más tarde –cansado de no poder pintar rostros– abandonó el taller decidido a abrirse paso por su propia mano. 


En Los discípulos de Emaús, el cesto parece tambalearse en el borde del espacio pictórico, con riesgo de caerse fuera de la pintura avanzando hacia el espacio del espectador. En Los discípulos de Emaús este es un recurso dramático, parte de la manera en la que Caravaggio crea la tensión de la escena; aquí, trampantojo parece ser casi todo el propósito de la pintura, si eliminamos un posible elemento didáctico. 

Pero el elemento único que sin duda alguna atrajo a su propietario original, y aún capta la atención hoy en día, es el extraordinario realismo cuasi fotográfico de la observación que hay debajo del ilusionismo. Cesto con frutas puede compararse con otra obra del mismo artista: Bodegón con fruta (h. 1603), una pintura que John Spike identifica como «la fuente de todas las pinturas de bodegón romanas posteriores.


Junto con el éxito, se manifiesta ahora en el pintor el carácter violento y pendenciero que le provocaría la ruina. El Merisi se rodea de un grupo de amigos, del que se convierte en líder, que le envolverá en juergas, riñas y excesos en los ambientes más bajos de la Urbe romana. 
De estos años datan algunas denuncias –incluso de sus amigos– por ataques con bastonazos, difusión de sonetos injuriosos, insultos, ataques con espada, rotura de mobiliario y ventanas de diferentes tabernas, etcétera. Gracias a diferentes protectores, Caravaggio pudo siempre seguir con su actividad artística, aunque nada podían hacer por evitar que siguiera creciendo el número de sus enemigos. Un amigo suyo, Floris Claes van Dijk, también pintor, lo describía como “una persona trabajadora, pero a la vez orgullosa, terca y siempre dispuesta a participar en una discusión o a enfrascarse en una pelea. Es difícil llevarse bien con él”.



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