La ciudad de Asís, de origen desconocido, fue habitada por los umbrios y más tarde por los romanos, y dejaron a su paso muchos vestigios de los que podemos disfrutar actualmente. Sin embargo, su nombre está relacionado con la figura de San Francisco, proclamado santo en 1228, que hizo de la ciudad un lugar de culto y de fuerte difusión del movimiento franciscano, y ayudó en el desarrollo del arte y la arquitectura de Asís.
La ciudad de Asís, se incluyó en la Lista del Patrimonio Mundial en el año 2000. Uno de los motivos que la UNESCO subrayó de la ciudad, es que Asís es un ejemplo único de la continuidad histórica de una ciudad con su paisaje cultural y la totalidad del sistema territorial.
La estructura que se quería dar era en un principio bastante simple, pero fue rápidamente modificada según líneas más majestuosas, inspirándose en parte en la arquitectura románica lombarda. El complejo, formado por dos iglesias superpuestas e independientes de nave única con transepto saliente (en la arquitectura románica la disposición habitual correspondía a la tipología de cruz latina, siendo el transepto de mayor longitud que la anchura de la nave, de forma que los brazos de aquel sobresalían lateralmente y se manifestaban al exterior) y ábside, se terminó en 1239.
Fue consagrado al culto en mayo de 1253, año en el que también murió fray Elías, por el Papa Inocencio IV, quien ordenó que el conjunto se dignificara con trabajos de decoración. A finales del siglo XIII, la basílica inferior se enriqueció de capillas laterales, todas en estilo gótico.
El interior de la basílica inferior tiene planta con forma de Tau, símbolo franciscano. A finales del siglo XIII se modificó la estructura románica inicial, una única nave con cuatro arcadas, y se añadieron capillas a lo largo de las paredes laterales y del atrio de entrada.
La introducción de las capillas obligó al cierre de las ventanas a lo largo de la nave, creando una sugestiva penumbra que induce al recogimiento, e implicó también que se perdieran algunos fragmentos del ciclo pictórico original que representa las Historias de la Pasión de Cristo.
El gran maestro Giotto de Bondone (un artista de la época que desarrolló varios ámbitos artísticos, destacando en la poesía, la escultura, arquitectura y sobre todo en la pintura, considerándose este autor del Trecento uno de los iniciadores del movimiento renacentista en Italia), dejó sus trazos de colores vivos y estilo innovador en los frescos de la basílica, narrando la Vida de San Francisco. Desgraciadamente en 1997 el terremoto que asoló la zona hizo añicos la obra maestra del pintor italiano.
Tras un laborioso proceso de restauración se ha conseguido reconstruir parcialmente todo el arte mural que decoraba la iglesia, aunque el daño es irreparable.
Debido a la pendiente de la colina, la entrada fue trasladada al lado izquierdo de la nave. El ingreso tiene lugar a través de un elegante portal gótico de la segunda mitad del siglo XIII, sobrepasado por un rosetón definido por el historiador Adolfo Venturi como «el rosetón más bello del mundo» y precedido por un atrio renacentista obra del escultor Francisco di Bartolomeo da Pietrasanta.
Cabe destacar que en la parte superior de la nave hay un conjunto de 34 cuadros con escenas bíblicas, algunos de las cuales muy deteriorados. Son obra de artistas romanos y toscanos entre finales del siglo XIII y comienzos del siglo XIV.
La parte superior del lado norte comienza con las Historias de la creación, desde la creación del mundo hasta el asesinato de Abel. Con las Historias de Noé comienza el ciclo de una “nueva humanidad”, Las primeras cinco escenas se atribuyen a los artistas romanos Jacopo Torriti y Filippo Rusuti.
Es imposible reunir en un tema todo lo que se puede admirar en la Basílica de San Francisco, patrimonio de la humanidad como toda la ciudad de Asís. Aparte de esto, en el Sacro Convento se guarda un precioso archivo documental y una rica biblioteca franciscana con cientos de manuscritos y miles de libros de gran interés.
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