jueves, 16 de febrero de 2017


"El joven y la muerte", obra de Gustave Moreau, del año 1865 y con unas dimensiones de 123.2 x 215.9 cm. Se encuentra en Harvard Art Museums en Boston _ Estados Unidos


En el Salón de 1865, Gustave Moreau había expuesto un cuadro que rendía homenaje al pintor Théodore Chassériau, fallecido con treinta y siete años de edad, en 1856. Ambos hombres se habían conocido muy bien y Moreau le tenía una gran admiración. Cerca de quince años más tarde, reutiliza la misma composición destinada a Charles Hayem, gran coleccionista de sus obras.


Moreau representa una "escena tranquila y serena". El joven artista se corona con los laureles de Apolo, entrando en el reino de los muertos. No le sigue un esqueleto o un anciano simbolizando el Tiempo, como lo había proyectado Gustave Moreau en su origen, sino una delicada figura. Sin embargo se trata de la Muerte, "dormida en su eterna indiferencia", llevando la espada y el reloj de arena. Su pose flotando, en diagonal, sin que los pies toquen el suelo, evoca un fantasma.


La obra de Moreau está a caballo entre el Romanticismo y el Simbolismo. Aunque es frecuente incluir a Moreau en la nómina de los pintores simbolistas, su obra se anticipó en varias décadas a la proclamación oficial del movimiento por Jean Moréas en 1886.
El Simbolismo es un movimiento literario y de artes plásticas que se originó en Francia en la década de 1880, paralelo al post-impresionismo, y que surgió como reacción al enfoque realista implícito en el Impresionismo. Tanto el Impresionismo, como el idealismo y el naturalismo académico se habían identificado con los problemas contemporáneos, políticos, morales e intelectuales.


En las primeras obras de Moreau son destacables las influencias de Ingres, en el tratamiento de la anatomía, especialmente masculina, y de Delacroix, en cuanto a la elección de temáticas exóticas, a través de su mentor Théodore Chassériau, quien había sido discípulo de ambos. Con el tiempo, la obra de Moreau va concediendo menor importancia a la línea y más al colorido. De su última etapa, se conserva en el museo Moreau una serie de acuarelas que la crítica contemporánea considera muy próximas a la abstracción.


Gustave Moreau en sus obras de inconfundible gusto decadente y temática mitológica, como Júpiter y Sémele (1894-1896) o La esfinge (1886), nos ofrece composiciones muy abigarradas y en el que en ocasiones, las anatomías de los finados son parte estructural de la composición.


Desde el punto de vista pictórico configuró un estilo muy libre. Modificó la técnica académica, trabajó el pigmento con texturas muy gruesas, por lo que la superficie resulta irregular. Practica cortes bruscos de color. En algunos fragmentos casi se ve un antecedente de la abstracción por su pincelada y uso del color.


Gustave Moreau (1826-1898), formado en el Romanticismo y con un profundo conocimiento de los pintores italianos del Renacimiento, desarrolló un estilo personal con el que se anticipó al simbolismo francés de finales del siglo XIX. Buscabael arte por el arte, la plasmación de la belleza que sublime la muerte, la enfermedad, lo grotesco, lo demoníaco, lo feo. Busca, como referentes, períodos decadentes de las antiguas civilizaciones romana y bizantina. Desea apartarse de la realidad que no le gusta, que es burda, cotidiana, débil, enferma. Tenderá hacia lo espiritual y ello le llevará al estudio de fenómenos sobrenaturales, de lo diabólico y satánico, de lo hermético, de la magia y el ocultismo.








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