"Después del almuerzo", obra de Pierre Auguste Renoir, del año 1879 y con unas dimensiones de 100.5 x 81.3 cm, en El Städel Museum en Fráncfort _ Alemania
Una de las temáticas que más interesó a Renoir serán las escenas de la vida cotidiana de la burguesía ya que suponían una nota de modernidad para la pintura y, de esta manera, rompían con la tradición académica. Bien es cierto que toman el relevo del realismo, eliminando los impresionistas cualquier dosis de crítica social a sus escenas.
Será Renoir el pintor de estos asuntos, especialmente en la primera etapa de su producción, La mujer que viste de blanco es la actriz Ellen Andrée mientras que las otras dos figuras no han podido ser identificadas. Sí sabemos donde se pintó el cuadro; fue en Montmartre, en el jardín de uno de los numerosos locales de ocio del barrio, situado en la esquina de la rue des Saules con la rue Saint-Rustique.
En este lugar, según Rivière, había pintado Renoir algunos paisajes en las paredes. La escena continúa la filosofía impresionista y es tomada al aire libre, interesándose el pintor por captar el efecto de la luz sobre los colores en un momento determinado. De esta manera, las tonalidades son brillantes y el blanco del vestido de la mujer se envuelve en tonos malvas ya que para los impresionistas la sombra es coloreada.
Esa tamizada iluminación difumina los contornos y motiva que el maestro renuncie a los detalles, interesándose más por la atmósfera general. La adecuación de las figuras al entorno vegetal es un gran acierto, conseguido ese marco vegetal a través de pinceladas rápidas y empastadas mientras que en las figuras apreciamos mayor dibujismo. Otra característica de la obra es la sensación de inmediatez que ha sabido aportar el maestro, dando la impresión de que el espectador participa en la reunión tras el almuerzo.
Los años vividos en Montmartre, alrededor de la década de 1870, probablemente hayan sido los más dichosos en la vida artística de Renoir. El jardincito descuidado en las cercanías de su taller de la calle Cortot, arrendado en 1875, le proporcionó más de un motivo al aire libre que promovieron la realización de sus mejores pinturas de esta etapa.
En Renoir no hay narración, ni grandes temas, ni mensajes que adivinar. Todo en sus obras es claro, sencillo y directo.
Los personajes están tratados con gran delicadeza y cariño. Siempre aparecen en actitudes relajadas, sonrientes y felices. Bailan, toman una copa, charlan, tocan el piano, etc.
Es por todo esto por lo que Renoir ha recibido el calificativo de "pintor de la alegría". Es muy agradable y atractivo contemplar sus escenas del París de finales del XIX, esos momentos de placer, las pequeñas cosas de la vida, los deliciosos gestos de las niñas y mujeres que pinta; todo resulta simple y cercano. Su éxito se produjo en muchos países, pero sobre todo en Estados Unidos, nación en donde sus habitantes muestran preferencia por lo simple y no alcanzan a descifrar segundas lecturas o significados con matices.
Renoir es un pintor de gran colorido, capta lo instantáneo y huye de lo serio y trascendente. Gleyre, pintor contemporáneo suyo, le reprochó que pintaba sólo por divertirse, a lo que Renoir respondió que naturalmente, y que si el pintar no le hubiera divertido, nunca lo hubiese hecho. La ventaja de envejecer –decía Renoir-, es que te das cuenta de los errores más rápidamente. El cuadro fue adquirido por museo Städel en 1910.
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