jueves, 23 de junio de 2016

Dánae recibiendo la lluvia de oro, de Tiziano

"Dánae recibiendo la lluvia de oro", obra de Tiziano Vecellio del año 1565, con unas dimensiones de 129,8 x 181,2 cm, en el Museo del Prado en Madrid _ España.

Hija de Acrisio, rey de Argos y Eurídice. El oráculo había predicho que el hijo de Dánae (Perseo) mataría a su abuelo Acrisio, así que éste la encerró en una torre de bronce.

Zeus la poseyó en forma de lluvia de oro y de ahí nació Perseo, que fue abandonado junto con su madre en un cofre en la isla de Séfiros esperando la protección de Zeus


"La Dánae" de Tiziano en el Museo del Prado

Tiziano es el maestro indiscutible de la escuela veneciana. En esta obra Dánae logra como nunca en la historia de la pintura que el aire, la luz y el tratamiento de los colores sean imprescindibles para la expresividad del cuadro. Tanto la mirada de Dánae, como la de la vieja y la lluvia de oro convergen en el centro del cuadro, aunque la protagonista indiscutible es la joven.


Inspirada en la Metamorfosis de Ovidio, Tiziano realizó esta pintura para Felipe II junto a otras que en su correspondencia calificaban de "poesías" antes que cuadros. Tiziano realiza la composición de la obra con una perfecta conjunción de sus elementos: Zeus en forma de lluvia se dirige hacia Dánae y la sirvienta se apresura a recoger las monedas, dejando claro que aquella va a aceptar la proposición. 

"La Dánae" de Tiziano en La colección de Wellington
en La Casa Apsley

Los dos aspectos fundamentales de este mito, de una parte, el viaje de Dánae con su hijo Perseo y, de otra, la lluvia dorada, han tenido a lo largo de la historia del arte distinto tratamiento artístico. Mientras que del primero de ellos sólo se recogen algunas cerámicas y alguna pintura pompeyana, el tema de la lluvia dorada se hace prácticamente como único referente al mito de Dánae.

"La Dánae" de Tintoretto en el Museo de Bellas artes de Lyon

A principios del siglo V a.C. Dánae aparece sola, totalmente vestida, sentada en su cama y recibiendo las gotas que caen del techo. Después, se van multiplicando las variantes: Dánae recibe la visita de Hermes, de una sirvienta o, más comúnmente de Eros; ella misma puede sentarse en una silla o colocarse en pie, y, sobre todo, se va desnudando con el paso de los siglos y mostrando su placidez, e incluso su placer al recibir la lluvia erótica.

"La Dánae" de Rubens en Museo Ringling

Ya en época romana, se advierte un cambio interesante: Dánae se convierte en una figura semidesnuda, frontal y estática, sea la lluvia dorada, sea un simple rayo de luz dorado en un paisaje exterior. De este modo se exalta el carácter sacro de la acción a expensas del mito original.

"La Dánae" de Rembrandt en el Museo de Hermitage 

Es curioso que esta vertiente religiosa de Dánae fuese captada por los artistas que vieron en el mito una prefiguración de la concepción virginal de María. De ahí que a lo largo del Renacimiento, Tiziano se dedique a pintar la serie de las Poesías, al convertirse la lluvia dorada en una cascada de monedas.
 
"La Dánae" de Léon-François Comerre, colección particular 

La lluvia dorada que cae en cascada desde arriba es el dios Zeus, penetrando en su cuerpo tras haber descubierto que el rey Acrisio tiene encerrada a su hija para intentar romper la profecía de que su nieto lo asesinaría. Zeus fecunda así a Dánae, y su vástago Perseo acaba matando al rey.

"La Dánae" de Klimt en Galería Welz 




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