"Dánae recibiendo la lluvia de oro", obra de Tiziano Vecellio del año 1565, con unas dimensiones de 129,8 x 181,2 cm, en el Museo del Prado en Madrid _ España.
Hija de Acrisio, rey de Argos y Eurídice. El oráculo había predicho que el hijo de Dánae (Perseo) mataría a su abuelo Acrisio, así que éste la encerró en una torre de bronce.
Zeus la poseyó en forma de lluvia de oro y de ahí nació Perseo, que fue abandonado junto con su madre en un cofre en la isla de Séfiros esperando la protección de Zeus
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"La Dánae" de Tiziano en el Museo del Prado |
Tiziano es el maestro indiscutible de la escuela veneciana. En esta obra Dánae logra como nunca en la historia de la pintura que el aire, la luz y el tratamiento de los colores sean imprescindibles para la expresividad del cuadro. Tanto la mirada de Dánae, como la de la vieja y la lluvia de oro convergen en el centro del cuadro, aunque la protagonista indiscutible es la joven.
Inspirada en la Metamorfosis de Ovidio, Tiziano realizó esta pintura para Felipe II junto a otras que en su correspondencia calificaban de "poesías" antes que cuadros. Tiziano realiza la composición de la obra con una perfecta conjunción de sus elementos: Zeus en forma de lluvia se dirige hacia Dánae y la sirvienta se apresura a recoger las monedas, dejando claro que aquella va a aceptar la proposición.
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"La Dánae" de Tiziano en La colección de Wellington en La Casa Apsley |
Los dos aspectos fundamentales de este mito, de una parte, el viaje de Dánae con su hijo Perseo y, de otra, la lluvia dorada, han tenido a lo largo de la historia del arte distinto tratamiento artístico. Mientras que del primero de ellos sólo se recogen algunas cerámicas y alguna pintura pompeyana, el tema de la lluvia dorada se hace prácticamente como único referente al mito de Dánae.
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"La Dánae" de Tintoretto en el Museo de Bellas artes de Lyon |
A principios del siglo V a.C. Dánae aparece sola, totalmente vestida, sentada en su cama y recibiendo las gotas que caen del techo. Después, se van multiplicando las variantes: Dánae recibe la visita de Hermes, de una sirvienta o, más comúnmente de Eros; ella misma puede sentarse en una silla o colocarse en pie, y, sobre todo, se va desnudando con el paso de los siglos y mostrando su placidez, e incluso su placer al recibir la lluvia erótica.
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"La Dánae" de Rubens en Museo Ringling |
Ya en época romana, se advierte un cambio interesante: Dánae se convierte en una figura semidesnuda, frontal y estática, sea la lluvia dorada, sea un simple rayo de luz dorado en un paisaje exterior. De este modo se exalta el carácter sacro de la acción a expensas del mito original.
"La Dánae" de Rembrandt en el Museo de Hermitage |
Es curioso que esta vertiente religiosa de Dánae fuese captada por los artistas que vieron en el mito una prefiguración de la concepción virginal de María. De ahí que a lo largo del Renacimiento, Tiziano se dedique a pintar la serie de las Poesías, al convertirse la lluvia dorada en una cascada de monedas.
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"La Dánae" de Léon-François Comerre, colección particular |
La lluvia dorada que cae en cascada desde arriba es el dios Zeus, penetrando en su cuerpo tras haber descubierto que el rey Acrisio tiene encerrada a su hija para intentar romper la profecía de que su nieto lo asesinaría. Zeus fecunda así a Dánae, y su vástago Perseo acaba matando al rey.
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"La Dánae" de Klimt en Galería Welz |
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