lunes, 6 de octubre de 2014

El pintor Carlos Franco



El pintor Carlos Franco (Madrid, 1951) _ España, se ha desarrollado en un ámbito muy restringido y manifestado incluso a través de encargos privados, por lo que no es muy conocido por el gran público, Estos pintores renovaron el panorama de los setenta al introducir las corrientes frescas del “pop art” británico, influyendo decisivamente en el desarrollo del arte de los años ochenta.

La obra de Carlos Franco no se puede encasillar fácilmente, y aunque comparte rasgos comunes con los pintores de su generación, tiene unas notas personales de gran originalidad, manteniendo un diálogo fluido entre abstracción y figuración con una abierta tendencia a introducir elementos surrealistas. Su interés por la mitología, la magia, las culturas primitivas y el psicoanálisis hacen que su obra evolucione continuamente, explorando temáticas y técnicas con elasticidad, desde el uso de pinturas fluorescentes a las posibilidades de la tecnología digital.


Carlos Franco 


Carlos Franco expone en tres galerías de Madrid el trabajo de taller realizado paralelamente a la intervención llevada a cabo en la fachada de la Casa de la Panadería, en la plaza Mayor en Madrid. El pintor recibió el Premio de Gerencia de Urbanismo para trabajos artísticos relacionados con la ciudad. Ha reunido la parte más personal del nacimiento de aquella mitología en una muestra que invita al paseo interior por la histórica plaza.



La fachada de la Casa de la Panadería
Madrid _ España


En el espacio que hoy ocupa la obra de Carlos Franco estuvieron las pinturas de Luis González Velázquez, realizadas a fines del siglo XVIII, y las de Enrique Guijo, que reemplazaron a aquéllas en 1914. En 1988, el Ayuntamiento de Madrid abrió un concurso restringido para renovar el aspecto de la fachada, al que concurrieron Guillermo Pérez Villalta, Sigfrido Martín Begué y Carlos Franco.



Detalle de la fachada


Elegido el proyecto de Carlos Franco, el artista se rodeó de ocho pintores y dio comienzo a un proceso de trabajo en equipo, "apasionante", que le alejaba temporalmente de su papel de pintor aislado en su estudio, para sumergirlo durante meses en los modos, maneras y objetivos de un artista del barroco.

En principio, el desafío fue darte cuenta de que, junto a nosotros, el autor principal era el tiempo. Para un pintor contemporáneo es peligroso hablar de tradición. Comprobar que las soluciones de la historia funcionan y, lo que es más, son las únicas que funcionan.







El proceso de trabajo, en el que no dejan de ser significativas las incidencias, "menores, hay que reconocerlo", entre el artista y las autoridades municipales, duró nueve meses. El tiempo en el que la fachada estuvo cubierta de toldos y andamios fue más porque "el trabajo real quedaba interrumpido numerosas veces por las condiciones atmosféricas, por la falta de un color determinado o por el estado de un trozo de pared. Y ¿cómo le explicas a un funcionario que no puedes aplicar un color antes que otro, o que no puedes pintar por debajo de una temperatura o por arriba de un grado de humedad?".



                         Cibeles, detalle de las pinturas murales en 
              la fachada de la Casa de la Panadería, Madrid, 1992.



El artista ha mantenido una búsqueda de un sentido mágico de la realidad, cargada de elementos simbólicos de la mitología clásica y las culturas primitivas, y sobre todo en su obra más importante hasta el momento, la fachada de la “Casa de la Panadería” de la Plaza Real de Madrid  España. Un fantástico telón, en el que conviven tritones y cariátides con un embozado goyesco. Maridaje entre pasado y presente, entre arquitecturas imperiales y el Madrid cosmopolita de finales del siglo XX. 











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