martes, 11 de noviembre de 2025

El Tríptico Werl o Santa Bárbara y San Juan con el donante obra de Robert Campin (c. 1375–1444), , también conocido como el Maestro de Flémalle

El Tríptico Werl o Santa Bárbara y San Juan con el donante obra de Robert Campin (c. 1375–1444), , también conocido como el Maestro de Flémalle, del año 1438 y con unas dimensiones de 101 x 47. Actualmente se encuentra en el Museo del Prado, Madrid _ España.


Uno de los pioneros de la pintura flamenca del siglo XV y una figura clave en la transición del arte gótico internacional hacia el realismo renacentista del norte de Europa. Nacido probablemente en Valenciennes, desarrolló su carrera principalmente en la ciudad de Tournai, donde estableció un taller influyente que formó a artistas de la talla de Rogier van der Weyden y Jacques Daret. Campin destacó por su innovador uso del óleo, técnica que permitió un mayor detalle, luminosidad y profundidad en la representación de las texturas, los objetos y las figuras humanas. Su obra se caracteriza por una observación minuciosa de la vida cotidiana y una gran atención a los elementos materiales, como los pliegues de las telas, los reflejos metálicos o la luz filtrá ndose por una ventana, que dotan a sus escenas religiosas de una sorprendente verosimilitud y cercanía.



Entre sus obras más representativas se encuentran el Tríptico de Mérode y el Retablo de Flémalle, piezas que combinan una profunda espiritualidad con un detallado retrato del mundo doméstico de la época. En sus pinturas, Campin logró unir lo sagrado y lo cotidiano de manera innovadora, ubicando a los personajes bíblicos en interiores burgueses flamencos, lo que permitía a los espectadores contemporáneos identificarse con las escenas religiosas. Su dominio de la perspectiva, la luz y el color sentó las bases de la pintura flamenca posterior e influyó de forma decisiva en artistas como Jan van Eyck. Aunque durante siglos su identidad estuvo envuelta en el misterio y se lo conoció solo como el “Maestro de Flémalle”, hoy se reconoce a Robert Campin como una de las figuras fundacionales del arte del norte de Europa y un precursor esencial del realismo renacentista.





El Tríptico Werl, también conocido como San Juan Bautista y Santa Bárbara con el donante Heinrich Werl, es una obra atribuida a Robert Campin y su taller, realizada alrededor de 1438. Originalmente se trataba de un tríptico completo, aunque solo se conservan dos de sus paneles laterales, que hoy se encuentran en el Museo del Prado (Madrid). El panel central, lamentablemente perdido, habría representado a la Virgen con el Niño, completando la escena devocional.

En el ala izquierda aparece el fraile franciscano Heinrich Werl, el comitente de la obra, acompañado por San Juan Bautista, quien lo presenta ante el espectador. En el ala derecha figura Santa Bárbara, leyendo junto a una ventana abierta que ilumina el interior de una estancia cuidadosamente detallada, donde se observa una fusión entre lo espiritual y lo cotidiano, típica del arte flamenco temprano.






Originalmente se trataba de un tríptico completo, aunque solo se conservan dos de sus paneles laterales, que hoy se encuentran en el Museo del Prado (Madrid). El panel central, lamentablemente perdido, habría representado a la Virgen con el Niño, completando la escena devocional. En el ala izquierda aparece el fraile franciscano Heinrich Werl, el comitente de la obra, acompañado por San Juan Bautista, quien lo presenta ante el espectador. En el ala derecha figura Santa Bárbara, leyendo junto a una ventana abierta que ilumina el interior de una estancia cuidadosamente detallada, donde se observa una fusión entre lo espiritual y lo cotidiano, típica del arte flamenco temprano.





Esta pintura es un excelente ejemplo del nuevo naturalismo desarrollado por los primitivos flamencos, donde lo divino se manifiesta en entornos domésticos y realistas. En la escena de Santa Bárbara, cada objeto tiene un simbolismo religioso o moral: el libro representa la sabiduría y la fe, la vela apagada puede aludir a la presencia divina, y la arquitectura de fondo recuerda la torre en la que, según la leyenda, fue encerrada la santa. Pero más allá del simbolismo, la precisión con que Campin representa los materiales —la madera, el metal, la luz que se refleja en los objetos— revela un interés profundo por el mundo visible, por la observación directa y por la ilusión óptica. Esta combinación de espiritualidad y realismo cotidiano marcaría una nueva etapa en la historia de la pintura europea.




Uno de los detalles más notables y estudiados del Tríptico Werl es el espejo convexo que aparece en la pared, detrás de Santa Bárbara. Este pequeño pero magistral elemento refleja una parte del espacio que el espectador no puede ver directamente, incluyendo la figura de Heinrich Werl y la estancia desde otro ángulo.

Con este recurso, Campin demuestra una comprensión avanzada de la perspectiva y la óptica, similar a la que luego utilizarían Jan van Eyck y otros maestros flamencos. El espejo no solo amplía el espacio pictórico, sino que también introduce una dimensión simbólica: la idea de la visión divina que todo lo abarca, un recordatorio de que nada escapa a la mirada de Dios. Este tipo de detalle técnico y conceptual era revolucionario para la época, y muestra el interés de los pintores flamencos por explorar la relación entre el mundo visible y el espiritual.




El espejo convexo del Tríptico Werl se considera precursor del célebre espejo que aparece en el Retrato de los Arnolfini de Jan van Eyck (1434), una de las obras más admiradas del arte flamenco. Ambos artistas, contemporáneos y posiblemente en contacto, utilizaron el espejo como símbolo de reflexión espiritual y como un ejercicio de virtuosismo técnico. En el caso de Campin, el espejo no es un mero adorno, sino una ventana hacia un espacio invisible que conecta lo humano con lo divino, lo interior con lo exterior. Su inclusión transforma la pintura en una experiencia visual más compleja y participativa, invitando al espectador a contemplar no solo la escena representada, sino también su propio papel como observador. De esta forma, el Tríptico Werl y su famoso espejo no solo ilustran la maestría técnica de Robert Campin, sino también su profunda sensibilidad teológica y su papel pionero en el desarrollo del realismo óptico en la pintura flamenca.







Bibliografía : El Poder del Arte