jueves, 20 de febrero de 2025

El Castillo de Almodóvar del Río en 1901: Una Restauración Clave en su Historia

El Castillo de Almodóvar del Río en 1901: Una Restauración Clave en su Historia

El Castillo de Almodóvar del Río, una imponente fortaleza medieval situada en la provincia de Córdoba, España, se alza sobre una colina a orillas del río Guadalquivir. Su origen se remonta a la época musulmana y, aunque fue reformado en el siglo XIV por orden del rey Pedro I de Castilla, en el año 1901 vivió una de las restauraciones más importantes de su historia.

Bajo la dirección del arquitecto Adolfo Fernández Casanova (1843–1915), el castillo experimentó un proceso de recuperación que consolidó su estructura y le devolvió parte de su esplendor medieval. Gracias a estos trabajos, el castillo pudo mantenerse en pie y llegar hasta nuestros días como uno de los mejor conservados de Andalucía.

En la fotografía que comparto, tomada en 1901, se puede apreciar el estado del castillo en aquel momento, reflejando la importancia de esta restauración en su evolución histórica.




Como de acabo de mencionar, el Castillo de Almodóvar del Río debe gran parte de su magnífica conservación a la restauración llevada a cabo a principios del siglo XX por D. Adolfo Fernández Casanova, arquitecto y restaurador. Bajo el encargo del entonces propietario, Rafael Desmaissières y Farina, IX Conde de Torralva, Fernández Casanova dirigió un ambicioso proyecto de reconstrucción entre 1901 y 1936.


Casanova se basó en planos históricos y en la arquitectura original para devolverle al castillo su esplendor medieval, reforzando murallas, torres y almenas. Su trabajo fue clave para que hoy podamos disfrutar de esta joya patrimonial en tan buen estado.

Adolfo Fernández Casanova fue un destacado arquitecto e historiador español, reconocido por su labor en la restauración de importantes monumentos y su contribución académica en el ámbito de la arquitectura.



Realizó sus primeros estudios en Valladolid, donde obtuvo los títulos de agrimensor y maestro de obras. Su desempeño le permitió ocupar la posición de ayudante del arquitecto provincial de Valladolid, participando en proyectos como la línea de ferrocarril Palencia-León. En 1863, se trasladó a Madrid para continuar su formación bajo la tutela de Tomás Aranguren, completando sus estudios y trabajando en proyectos como la construcción de la cárcel de Alcalá de Henares y el manicomio de Calatayud. Antes de finalizar sus estudios, fue galardonado con una medalla de bronce en la Exposición Regional de Valladolid. En 1871, obtuvo el título de arquitecto y una medalla de segunda clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Entre 1871 y 1873, desempeñó el cargo de arquitecto municipal de Alcalá de Henares.




Fernández Casanova destacó especialmente en la restauración de catedrales y monumentos históricos. Entre sus obras más notables se encuentran las intervenciones en las catedrales de Tarragona, León, Ávila y Santiago de Compostela. Su proyecto más destacado fue la restauración de la Catedral de Sevilla, donde dirigió trabajos en las fachadas y las puertas del lado norte entre 1895 y 1927, incorporando elementos neogóticos y columnas corintias para armonizar con el estilo gótico predominante.




En 1875, fue elegido académico de la Real Academia de Bellas Artes de Valladolid. Dos años más tarde, en 1877, obtuvo la cátedra de Perspectiva y Sombras y Estereotomía en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid. En 1892, ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y en 1914, en la Real Academia de la Historia. En 1902, se le concedió el título de comendador de número de la Orden Civil de Alfonso XII. Entre sus publicaciones destacan “Ojeada arquitectónica sobre la provincia de Valladolid” (1875) y “Monumentos de Guetaria” (1910).
Este trabajo se extendió hasta su fallecimiento en 1915 y fue continuado por Antonio Illanes.



Cuando en 1903, Rafael Desmaissières y Farina, IX Conde de Torralva, decidió restaurar el Castillo de Almodóvar del Río, la fortaleza se encontraba en un estado casi irreconocible. A lo largo de los siglos, la falta de mantenimiento, el abandono y el desuso habían hecho mella en su estructura. Gran parte de sus torres estaban derruidas, las murallas presentaban severos daños y muchos de sus materiales originales habían sido reutilizados en edificaciones cercanas. 

La pérdida de su función militar con la llegada de la artillería moderna contribuyó a su decadencia, ya que, como ocurrió con muchas fortalezas medievales, dejó de ser un punto estratégico y fue quedando en el olvido. Además, el paso del tiempo, las condiciones climáticas y la erosión natural deterioraron sus muros, mientras que saqueos y expolios agravaron su estado ruinoso. La fortaleza, que en su día había sido un bastión inexpugnable en la defensa del Guadalquivir, se había convertido en una estructura decrépita, apenas reconocible como el castillo que alguna vez dominó la región.



Consciente de su valor histórico y arquitectónico, el conde de Torralva decidió emprender un ambicioso proyecto de restauración y encargó la tarea a Adolfo Fernández Casanova, un arquitecto especializado en la conservación de monumentos. Durante más de tres décadas, Casanova y su equipo trabajaron minuciosamente para devolver al castillo su esplendor medieval, basándose en planos antiguos y en la arquitectura original. 

Se reconstruyeron torres, murallas y almenas, respetando el estilo gótico-mudéjar característico de la fortaleza. Gracias a este esfuerzo, el Castillo de Almodóvar del Río logró recuperar su grandeza y hoy en día es una de las fortalezas medievales mejor conservadas de España. Su restauración no solo permitió preservar un valioso patrimonio histórico, sino que también convirtió al castillo en un atractivo turístico y cultural de gran importancia, siendo incluso escenario de producciones cinematográficas como Juego de Tronos.






Bibliografía: El Poder del Arte 

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