En los alrededores de la localidad de Margate, en el condado de Kent _ Inglaterra, se encuentra una misteriosa cueva decorada con más de 4 millones de conchas marinas. Su nombre es The Shell Grotto y es una atracción turística envuelta de enigmas.
A ciencia cierta, nadie sabe cuántos años atrás se remonta la fundación de esta misteriosa gruta. Poco más se sabe acerca de su autor y absolutamente nada del motivo, lo que añade a esta cueva ese bello aura que rodea lo desconocido y que nos invita a teorizar e imaginar historias acerca de ella. La gruta se encuentra debajo de casas con jardines en no más de dos metros de profundidad. Cuevas o de gruta puede ser formado artificialmente o naturalmente. En formación natural, piedra caliza (calcita) resuelve en agua carbonatada.
Fue descubierta hace más de 180 años en este localidad inglesa. El autor de tal descubrimiento fue un vecino de la localidad, quien en plena construcción de un estanque de patos clavó su pala en la tierra y contempló atónito como la arena se la tragaba. Días después y lámpara en mano, se dispuso a bajar. Lo que encontró es todo un tesoro bajo la arena. Una gruta cubierta por más de cuatro millones y medio de conchas formando poliédricos dibujos y lienzos que convertían aquel subterráneo en todo un mágico templo de cuento.
Sofisticados mosaicos compuestos por mejillones, berberechos o conchas de ostras constituyen todo lo que podemos encontrar en este espacio subterráneo de más de 600 metros cuadrados.
Los pasillos oscuros fueron iluminados por lámparas de gas. La gruta es de propiedad privada pero está en la lista de edificios de interés histórico o arquitectónico por English Heritage.
La incapacidad de explicar su nacimiento o motivo de creación da lugar a mil y una teorías en las que ni siquiera coinciden el año de su construcción. Algunos expertos apuntan a la época de los fenicios, motivados por la similitud entre los diseños de las paredes.
Otras teorías algo más disparatadas hablan incluso de sectas paganas que establecieron en Shell Grotto su lugar de reunión o de historias de contrabandistas, que rápidamente son descartadas por carecer de sentido ¿qué contrabandista escondería su botín en un lugar a kilómetros de distancia de la costa y dedicaría meses a decorarlo de esta manera?
Un último estudio en 2006 basado en la proyección de la luz solar en el interior de este antiguo descubrimiento apuntan que la gruta fue levantada (o enterrada) por los Caballeros Templarios en el siglo XII, toda una teoría que añade ese toque de literatura fantástica.
Y es que aunque su datación con Carbono14 esclarecería algo más la fecha de construcción, el coste asociado a esta y, por qué no, la evaporación de la magia que rodea este rincón, ha dilatado hasta el momento su realización. La inversión en conocer su fecha de origen no es una prioridad para sus dueños, que luchan actualmente contra el vandalismo y el deterioro propio de un lugar así. Después de todo, podremos conocer la fecha, pero probablemente nunca conozcamos el quién y el por qué.
Este corredor mide 2,5 metros de altura y más de 1 metro de ancho y sale en dos túneles que conducen a la rotonda. Donde los dos túneles se unen para estar juntos hay una cúpula de un metro de diámetro, que contiene una apertura hacia el exterior de 40 centímetros. Este es el agujero original en la que James Newlove dejó caer su pala. Desde la cúpula, un sinuoso pasillo conduce a la sala del altar. Inmediatamente al entrar verás el altar.
El muro oriental y el techo fueron severamente dañados en 1940 durante un bombardeo. Las paredes de la gruta se dividen en sectores y cada uno tiene un tema específico. Muchos de los diseños se pueden interpretar de varias maneras. A veces, el diseño es una reminiscencia de diseños indios o egipcios. Con un poco de imaginación puede crear una tortuga, un cocodrilo, árboles, flores, dioses, diosas, un sol, luna, árbol de la vida, trompetas o una estrella de tres puntas. Sin embargo, no encontrará símbolos refiriéndose al cristianismo.
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