El nombre de John William Godward no está inscrito con letras doradas en el olimpo del arte. Y tampoco surge con facilidad cuando pensamos en los grandes maestros de la pintura. Sin embargo, este anonimato tiene más que ver con el momento histórico en que alcanzó su madurez creativa que con la calidad de su obra. Dueño de un pincel prodigioso y una técnica exquisita, el artista inglés fue y sigue siendo una verdadera víctima de su tiempo.
Estéticamente la pintura de Godward se encuadra dentro del estilo neoclásico victoriano, y aunque muchas veces por coincidencia temporal se le suele calificar de prerafaelita, su obra difiere en lo temático de este movimiento, prefiriendo las civilizaciones de la antigüedad clásica frente a la fascinación medieval y fantástica que caracterizó a este movimiento.
“En los días de Safo”, petenece a su estapa italiana donde una primera toma de contacto con el país es en el año 1910, a mediados de 1911, se traslada «precipitadamente» a Roma,
En Roma, Godward reside y trabaja en la extravagante Villa Stohl-Fern, un original conjunto de estudios para artistas con un espacioso jardín repleto de estatuas, frondosa vegetación y exóticas especies salvajes.
En un primer momento, encontró en este lugar el refugio perfecto para su espíritu clásico (en 1913, fue galardonado con la medalla de oro en la Exposición Internacional de Roma por su obra The Belvedere).
Pero a medida que más y más creadores se van sintiendo atraídos por las nuevas tendencias al tiempo que empeora su delicado estado de salud comienza a encontrarse cada vez más aislado. Enfermo y deprimido, vuelve a Londres en mayo o junio de 1921.
Bajo la tutela, protección e influencia de Sir Lawrence Alma-Tadema, Godward desarrolló un estilo pictórico donde el retrato femenino es la figura central más recurrente, y en el cual los contrastes entre las telas y las superficies duras y pulidas como el mármol y la piedra se presentan con un detalle y una técnica irreprochables.
Temáticamente sus composiciones siempre remiten al mundo clásico. Gracias a esta meticulosidad y a la destreza técnica de Godward, sus cuadros presentan una impresionante cantidad de detalles, dentro de los cuales sin duda destacan el realismo de las telas y pieles, y la asombrosa recreación de mármoles y estructuras arquitectónicas. La técnica utilizada por el pintor es como casi todos los detalles de su vida un verdadero misterio, ya que además de vivir muy recluido y ser patológicamente tímido, no dejó ningún tipo de registro escrito acerca de su método pictórico, ni tampoco obras a medio acabar que permitieran deducir éste.
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