A seis kilómetros al oeste de Esparta se encuentra Mystras _ Grecia, ciudad bizantina construida sobre lo alto de un peñasco y rodeada por una muralla. Fue fundada por los francos en el año 1249. El Príncipe Guillermo II de Villehardouin, sobrino del historiador de la Cuarta Cruzada, Godofredo de Villehardouin, ordena comenzar en ese mismo momento las obras de construcción del palacio, un auténtico punto estratégico sobre la cima de la colina sobre la que se asienta Mystras.
Durante la era bizantina, la ciudad conoció su momento de mayor apogeo, llegando a tener una población de unos veinte mil habitantes y convirtiéndose en Despotado y en una de las ciudades más importantes del Imperio Bizantino. Hasta la ocupación otomana, en 1460, Mystras fue un importante centro cultural e intelectual que congregó a sabios y artistas de la Europa del Este, Italia y Constantinopla, como el pensador neoplatónico Pletón.
El Monasterio de Pantanassa está situado en el que fuera el Despotado de Mystras, en la península del Peloponeso, al sur de Grecia. Juan Francópulo construyó en 1428 este templo, una mezcla entre basílica e iglesia con planta de cruz griega y la cúpula.
Si bien todas las iglesias de Mystras presentan una estudiada elaboración decorativa de los elementos arquitectónicos, es en la Pantanassa donde este cuidado por la ornamentación exterior llega a su máxima expresión. Su fachada, dividida en tres franjas horizontales por dos pequeños frisos, combina todo tipo de elementos, cintas dentadas, guirnaldas, flores, juegos entre arcos de medio punto, arcos ojivales y arcos ojivales invertidos, ventanas ciegas y abiertas, policromía, etc. Su eclecticismo estético produce un vistoso resultado.
Los hombres dejaron de habitar aquí hace tiempo, pero sin embargo, el lugar se encuentra lleno de encanto que invita a pasear por entre sus silenciosas calles, descubriendo nuevos edificios y contemplando las maravillosas vistas del Taigeto y las montuosas laderas colmadas de olivos y frutales. Un lugar de sobrecogedora fuerza, en fin, en el que querrá dilatar lo máximo posible el momento de la partida.
Quizás por ello, constituyó la más importante, y con el tiempo la única, provincia del otrora poderoso Imperio y fue la sede de un brillante desarrollo artístico, el último florecimiento del arte bizantino.Mystra nos da una idea del aspecto que debía tener una capital importante -fue sede administrativa griega y de la metrópoli de Lacedemonia- aunque no muy populosa, de los tiempos de los Paleólogos.
En cuanto al interior, sus paredes están cubiertas de frescos que se caracterizan por sus vivos colores y movimiento. Hoy en día, es un convento regentado por una pequeña congregación de monjas que cuida las dependencias del monasterio.
En dos de sus lados, entre la planta segunda y la tercera, aparecen vanos trilobulados inscritos en un círculo, motivo que se repite en todas las ventanas superiores. Las cuatro torretas que rodean la cúpula del campanario son características de la Pantanassa.
Su programa pictórico originario, datado en 1430, se conserva en bastante buen estado, pero sólo en los brazos laterales de la cruz y en la parte superior. Las pinturas de la parte inferior quedaron cubiertas por frescos de los siglos XVII y XVIII,
Como la Hodiguitria, presenta el ciclo de las fiestas litúrgicas, Anunciación, Nacimiento, Entrada en Jerusalén, Bajada al Hades, etc. La Hodiguitria también le ha dejado los escenarios rocosos y la dignidad de los rostros. Sobre el altar se conserva la imagen de la Vírgen Platítera ("más grande que el universo") sentada en un trono junto a dos arcángeles, y debajo de ella están sus padres, Joaquín y Ana.
Por otra parte, muchas de sus imágenes siguen también abiertamente a la Períbleptos, como la Entrada en Jerusalén, y de ella ha tomado también el gusto por la representación del detalle secundario y el contraste entre colores.
No obstante, el arte de la Pantanassa muestra cómo había cambiado el sentido estético en el medio siglo que la separa de la Períbleptos. El barroquismo que se aprecia en la estudiada combinación de conjuntos grandiosos y detalles secundarios, su exceso de figuras, el afán narrativo de la escena principal, así como en la utilización ilimitada del color, caracteriza esta última fase de la pintura en la época de los Paleólogos, que sobrevivió aún durante los siglos XV y XVI en Creta.
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