La Mezquita de Djenné |
Se trata del monumento más soberbio e impresionante de Djenné. Fue construido por los baris, casta de constructores trashumantes, sabios iletrados que transmitieron su conocimiento de padres a hijos. Su teoría era que los edificios no los construían sino que los soñaban y, posteriormente, los levantaban. Su material principal es el barro, mezcla de paja, arcilla y aceite, y sus contornos sinuosos son herencia de una antigua y misteriosa sabiduría.
Vista aérea de La Mezquita de Djenné |
El edificio que se puede observar hoy día fue levantado hace menos de un siglo (1905 - 1907), en el mismo lugar donde se situaba el anterior, de principios del siglo XIII. Cuenta la leyenda que en este mismo lugar existía un palacio del siglo XIII que, cuando el rey soninka Koi Kunboro se convirtió al Islam, destruyó para construir una mezquita sobre él. Muy llamativas son las tres torres rematadas en huevos de avestruz que sobresalen de la fachada y dominan toda la ciudad.
Detalle de la Mezquita de Djenné |
Los muros de la Gran Mezquita están confeccionados con ladrillos de barro llamados Ferey, recubiertos con un revoque de barro que le da al edificio su aspecto regular y homogéneo. Los haces de ramas de palma que asoman en el exterior fueron incluidos en el edificio para reducir el agrietamiento que causan los frecuentes y drásticos cambios de temperatura y de humedad. También sirven de improvisados andamios para las reparaciones de mantenimiento que se llevan a cabo cada año.
Los haces de ramas de palma de la Mezquita |
Estas paredes aíslan el edificio del calor durante el día; de igual modo, al caer la noche protegen el interior del frío del desierto, ya que han absorbido suficiente calor. Para proteger la Gran Mezquita de daños por agua, en particular, por las inundaciones del río Bani, toda la estructura se construyó sobre una plataforma elevada de 3 metros de altura. Un conjunto de seis escaleras, cada una decorada con pináculos, conduce a la entrada de la mezquita.
Vista del interior |
En el interior nos adentramos en un pasadizo que nos llevó hasta la sala cubierta de las oraciones. Ésta estaba formada por centenares de gruesos pilares que emulaban un bosque de árboles gigantescos. La oscuridad se apodera del todo.
Impresionante video de cómo el pueblo maliense cuida su patrimonio cultural sin ningún afán económico.
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