"Los embajadores", obra de Hans Holbein el Joven, de 1533, con unas dimensiones de 209 cm × 207 cm, se encuentra en National Gallery, Londres, Reino Unido.
A simple vista podríamos decir que nos encontramos ante un retrato doble, algo novedoso para la época, donde los personajes miran directamente al espectador colocados a ambos lados de una especie de mueble expositor. Sabemos la identidad de estos dos hombres, así a la izquierda se encuentra el embajador francés Jean de Dinteville, y a la derecha, su amigo Georges de Selve, obispo de Lavaur, también embajador que visitaba la corte inglesa en esas fechas.
Pero si observamos bien, se intuye un significado más profundo en todos los detalles. Por ejemplo, en el centro del cuadro se encuentran los estantes donde se apoyan nuestros protagonistas y en ellos se exponen una serie de objetos diversos que incluyen un globo celeste y otro terráqueo, dos calendarios solares y algunos instrumentos astronómicos como el torquetum, además de un laud, un libro de himnos e incluso un libro de aritmética.
Todos ellos suponen una recopilación de las artes liberales, que desde la Edad Media se denominaron "Quadrivium". El estudio de estas artes incluye las cienciasmatemáticas, la aritmética, la geometría, la astronomía y la música. Es decir, ambos personajes están así relacionados con los conocimientos propios de los hombres libres del Renacimiento y reflejan su pertenencia a una minoría privilegiada y culta.
En cuanto a los libros impresos que Holbein pintó en la escena, destaca el libro de himnos luterano sobre el que se apoya Selve y que simbolizaría su postura ideológica basada en la doctrina luterana de justificación por la fe, no por las obras. Incluso el suelo pintado bajo los pies de estos dos embajadores sigue un código intencionado.
El mosaico imitando mármol de círculos concéntricos, es una clara referencia al modelo de perspectiva renacentista y está basado en el pavimento real de la abadía de Westminster. Los personajes se colocan en el centro siguiendo la idea humanista y antropocéntrica tan de moda en la época del "hombre como centro del universo"
Situado en la parte baja del cuadro ha intrigado durante mucho tiempo a los investigadores.
Se puede decir que toda la complejidad del lienzo se resume en esta desconcertante imagen. Parece un cráneo deformado y desde luego, no esta ahí por casualidad.
Técnicamente es una anamorfosis, es decir, una deformación intencionada de una imagen que sólo puede ser corregida mediante un efecto óptico como puede ser por ejemplo un espejo curvo. Esta técnica innovadora obliga al espectador a situarse en una perspectiva concreta para poder ver la imagen correctamente.
Nada de lo que está aquí representado es lo que parece y si además añadimos que la imagen de un cráneo se interpreta como un símbolo universal de la mortalidad, podríamos suponer que significa una metáfora de la propia muerte de los personajes...
Nada escapa a la muerte que todo lo inhunda. Una alegoría de la Vanitas muy frecuente en el pensamiento del siglo XVI. Esta es la clave de la obra. Ambos personajes a pesar de toda la grandeza y solemnidad con que se nos presentan, siguen siendo mortales al igual que el resto de la humanidad y todo lo que han hecho en vida, no tendrá ningún valor.
Bibliografía
"Historia del Arte". VV.AA (editorial Ecir)
Ferrier, Jean-Louis (1977). Holbein les Ambassadeurs,
Anatomie d'un chef-d'œuvre. París.
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