El Museo "El Castillo" es un museo ubicado en el barrio El Poblado de Medellín _ Colombia. La construcción del palacio comenzó en 1930 por el arquitecto Nel Rodríguez, en estilo gótico medieval similar a los castillos del Loira en Francia. Posee jardines de estilo francés, bibliotecas, salas de exhibición y conciertos. Originalmente fue la casa de campo de José Tobón Uribe, quien trajo los planos, hasta su fallecimiento en 1942, momento en que Diego Echavarría Misas, un importante industrial del municipio de Itagüí al sur de Medellín, lo adquirió como residencia para su familia.
Es reconocido como un monumento arquitectónico de la ciudad, acompañado de grandes jardines de cipreses traídos de Villa Adriana en Italia, convirtiéndolo en un referente cultural de Medellín.
Recorrer cada uno de sus espacios permite descubrir los tesoros que alberga el museo, como reliquias en porcelana, cristal, vitrales, gobelinos, pinturas y esculturas únicas de diversas manifestaciones artísticas. El Museo también cuenta con salas de arte utilizadas para conciertos y clases de pintura, danza y piano. Las opciones para visitar el museo son amplias e interesantes, desde visitas guiadas hasta exposiciones permanentes y temporales que hacen de la visita una aventura histórica y cultural.
La historia del museo se remonta a cuando José Tobón Uribe, hermano de Pablo, decidió construir un castillo al estilo de los del Loira francés en su finca de recreo en El Poblado. Para ello, encargó los planos a Francia y luego comenzó la construcción. Desde entonces, el área se conoce como El Castillo.
En aquella época, durante los años 30 y 40, la finca se extendía desde la carretera a Envigado hasta la zona por la que construyeron la Transversal Inferior muchos años después.
José Tobón Uribe vendió su castillo a Diego Echavarría Misas, reconocido filántropo e hijo del industrial Alejandro Echavarría y Josefa Misas.
Diego, educado en Europa y conocedor del arte y la cultura del viejo continente terminó la construcción del castillo y lo convirtió en su residencia habitual, en ese entonces alejada del ruido de la ciudad.
Su padre vivía en el Parque Bolívar y tenía como finca de veraneo a Vizcaya. Era rutinario en esa época que las familias pudientes de Medellín tuvieran su finca para temperar en esta zona, pero Diego prefirió convertirla en su residencia permanente porque le permitía dedicarse a las tres cosas que más le gustaban: las artes plásticas, la música y la naturaleza. Su afición a la jardinería lo llevó a traer de Italia las semillas de los cipreses que forman la alameda de la entrada.
Bibliografía : https://vivirenelpoblado.com
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