"El sembrador", obra de Vincent van Gogh, de 1888, con unas dimensiones de 32 x 40cm, en Museo Van Gogh, Ámsterdam _ Países Bajos.
El 21 de febrero de 1888 llega a Arlés, al sur de Francia. Primero se instaló en una habitación situada en el Hotel-Restaurante Carrel, por la que pagaba cinco francos diarios; esto sobrepasaba sus posibilidades económicas y además el espacio era muy reducido para tener su taller.
No hay duda que Van Gogh quedó decepcionado por Arlés durante sus primeras semanas allí. En busca del sol, Vincent la encontró inusualmente fría de nieve. Esto debe haber sido descorazonador para él, puesto que dejó a todo el mundo que conocía para buscar calidez y renovación en el sur. Aún así, el duro clima fue corto y comenzó a pintar algunos de los trabajos más preciados de su carrera.
"El sembrador" |
Van Gogh comenzó a pintar en 1880 después de muchos años de hacer dibujos en carboncillo. De hecho, no fue hasta 1888 que dejó de esbozar cada cuadro con un dibujo al carbón primero. Su formación en el dibujo hizo que muchos de sus primeros cuadros se determinaran en base a un patrón específico que se iniciaba con una "c" que dibujaba en algún lugar del centro del lienzo.
Dibujo de "El sembrador a la puesta del sol", de 1881, en el Museo Van Gogh |
Entonces, él dibujaba líneas verticales con colores cálidos como el amarillo alrededor de la "c", seguidas por líneas verticales fuera del centro con colores fríos como el azul, escenas que nos recuerden a Millet, tan estimado por el holandés en su juventud. La figura del sembrador casi se inserta entre los tonos de la tierra mientras al fondo un resplandeciente y amarillento sol preside la composición.
"El sembrador a la puesta del sol", de 1881, en el Museo Kröller Müller |
El uso de Van Gogh del color representaba la emoción de una escena desde su perspectiva. Una gama de tonos anaranjados a su alrededor, motivando la aparición de sombras coloreadas - en tonos azules y malvas - que recuerdan al Impresionismo. La pincelada es muy suelta, trabajando con rapidez, apreciándose la textura del óleo claramente, lo que provoca un mayor acercamiento hacia el espectador. En la zona del sol emplea una serie de trazos radiales al círculo plano para obtener mayor luminosidad.
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