miércoles, 17 de diciembre de 2025

"Elizabeth Throckmorton, Canoness of the Order of the Dames Augustines Anglaises", realizada en 1729 por el pintor francés Nicolas de Largillierre (1656-1746)

  
"Elizabeth Throckmorton, Canoness of the Order of the Dames Augustines Anglaises", realizada en 1729 por el pintor francés Nicolas de Largillierre (1656-1746) y con unas dimensiones de 115,6 x 89,5 cm. Actualmente se conserva en Museo Nacional de Arte Washington DC _ Estados Unidos.

Es un magnífico ejemplo del retrato religioso y aristocrático del barroco tardío francés. La obra muestra a Elizabeth Throckmorton, miembro de una importante familia católica inglesa, representada con gran sobriedad y dignidad como canonisa de la orden de las Agustinas inglesas. Largillierre consigue un equilibrio perfecto entre retrato individual y representación espiritual, alejándose del exceso decorativo para centrarse en la presencia serena de la figura.


Nicolas de Largillierre es considerado uno de los grandes retratistas del barroco tardío en Francia, conocido sobre todo por sus retratos elegantes y detallados, en los que combinaba realismo con una rica paleta de colores y un sentido refinado de la textura y los tejidos. Fue muy valorado en su época por la corte francesa y por coleccionistas privados, y su obra muestra influencia del arte flamenco y del barroco tardío, con especial habilidad para captar la personalidad de sus retratados y la calidad táctil de los materiales (como sedas, encajes y pieles).





La composición es sencilla y eficaz: la religiosa aparece de medio cuerpo, ligeramente girada, sosteniendo un libro de devoción, símbolo de vida contemplativa y disciplina espiritual. El fondo oscuro y neutro elimina cualquier distracción, permitiendo que la atención se concentre en el rostro y en el hábito. La luz, suave y controlada, modela delicadamente las facciones y realza los volúmenes del vestido, aportando profundidad sin dramatismo excesivo.



Uno de los aspectos más notables de esta obra es la sensibilidad psicológica con la que Largillierre retrata a la canonisa. Su expresión es calmada, introspectiva, casi silenciosa, transmitiendo recogimiento interior y autoridad moral. No se trata de un retrato idealizado, sino profundamente humano, donde el pintor revela su extraordinaria capacidad para captar el carácter del modelo incluso en un contexto religioso austero.



Desde el punto de vista técnico, la pintura demuestra el dominio absoluto de Largillierre sobre el color y las texturas. El contraste entre el hábito claro y el fondo oscuro crea un efecto de claridad y pureza, mientras que los pliegues del tejido están tratados con una precisión casi táctil, sello distintivo del artista. Aunque es una obra tardía, conserva toda la elegancia y seguridad de uno de los grandes retratistas de su tiempo.

Actualmente, esta obra se conserva en la National Gallery of Art de Washington, donde es valorada tanto por su calidad pictórica como por su interés histórico. El retrato no solo inmortaliza a una figura concreta, sino que también refleja el mundo de las comunidades religiosas inglesas en el exilio y el refinamiento del retrato europeo del siglo XVIII, convirtiéndose en una pieza de gran riqueza artística y cultural.






Bibliografía : El Poder del Arte