El palacio de Liria quedó casi completamente destruido el 17 de noviembre de 1936 debido al impacto de 18 bombas incendiarias lanzadas por aviones franquistas. Solo quedaron en pie las fachadas del edificio. Aunque la propaganda franquista culpó al bando republicano, el incendio fue imposible de controlar.
Afortunadamente, las pinturas y otras obras de arte de gran valor fueron trasladadas por orden del duque a lugares seguros como el Banco de España o la embajada británica. Además, la documentación más importante se protegió en cajas metálicas que pudieron ser recuperadas.
También se logró salvar numerosos muebles, tapices y armaduras gracias a los empleados de la casa, quienes los sacaron al exterior. Sin embargo, la enorme colección de libros y obras en papel, que incluía unos 6000 grabados y dibujos, no tuvo la misma suerte. Muchos se quemaron y otros resultaron dañados por la lluvia después de ser arrojados al jardín. Este episodio fue documentado por el poeta y ensayista Antonio Machado.
En otro contexto, Machado escribió sobre los museos como guardianes del pasado espiritual, lamentando los ataques de los fascistas que bombardeaban e incendiaban estos lugares. Destacó cómo el pueblo organizaba guardias para proteger sitios como el Museo del Prado, la Biblioteca Nacional y el palacio del duque de Alba. Además, expresó su admiración por el amor demostrado por los milicianos al proteger el palacio del duque de Alba, contrastándolo con la furia destructiva de los fascistas.
Tras el bombardeo se acordó el traslado de las obras de arte a Valencia, como se estaba realizando con los depósitos del Museo del Prado, pero el Comité Provincial del PC se negó a entregarlas a la Junta Delegada de Madrid de Protección del Patrimonio Artístico y se encargó del traslado por su cuenta, organizando con ellas a su llegada a Valencia una exposición con fines de propaganda en el Colegio del Patriarca.
Este episodio un capítulo más de la epopeya vivida por el patrimonio artístico español durante la Guerra Civil, pero significativo y de gran repercusión por el número y calidad de las obras propiedad de la Casa de Alba aparece ampliamente descrito en La historia recuperada. Vicisitudes del Palacio de Liria durante la Guerra Civil española estudio realizado con motivo de la exposición Colección Casa de Alba
Desde agosto del 36 se organizaron las visitas de grupos de milicianos dos veces por semana, y las charlas de prestigiosos conferenciantes, como Rafael Alberti o Teresa León, convirtieron al Palacio de Liria en uno de los centros culturales más activos del Madrid de la contienda. Sin embargo, toda esta actividad fue interrumpida cuando, contra todo pronóstico, el 17 de noviembre el palacio era devastado como acabo de mencionar.
El duque de Alba, Jacobo Fitz-James Stuart, tardaría algunos años en reagrupar toda la colección, a través de diversas entregas entre el verano de 1939 y los meses finales de 1944. Él moriría tres años antes de que concluyeran las obras de construcción del renovado Palacio de Liria, inaugurado en junio de 1956.
El palacio de Liria sigue perteneciendo a la Casa de Alba y es residencia oficial de su jefe, como poseedor del título de duque de Liria y Jérica. Al igual que otras propiedades históricas de la familia, es gestionado por la Fundación Casa de Alba. En 1974 fue declarado Bien de Interés Cultural.
Bibliografía : https://www.elmundo.es/
https://www.palaciodeliria.com/historia